Un lugar tan hermoso, puede ser miserable ante los ojos de cualquier otra persona.
Se perdió, desapareció, se la llevaron.
Dejaba pedazos de flores y hojas, él padre Manolo solía decir que el paraíso se veía de esa manera, sonreí al verme era el único que no trataba mal a las personas, sin embargo creo que el paraíso lo encontró.
Me reunía con las niñas del pueblo, dentro de la iglesia con la esperanza de que aprendan, a la escuela solo podían ir los hombres o mejor dicho eran los pocos que mandaban.
Solo había un maestro, casi lo matan a golpes por decir que la iglesia no tenia nada que ver con el, que no cobraba sus lecciones y el dinero que recibía era para útiles que los niños ocuparán, aprendí muchas cosas y creo que el también.
Intenté sacarlo y logré que Emma lo llevará al hospital junto a Elena el mundo se caía a pedazos poco a poco, me contó que tenía hijos y una bella chica que lo esperaba en su ciudad.
Su amor era hermoso como el de un cuento de hadas, con el que yo hubiera querido, lo esperaba con los brazos abiertos en una bella casa que construyeron juntos.
Fue al pueblo con la esperanza de ganar dinero y comprar un hermoso vestido de novia para ella.
Tal vez soñaba con eso muy en el fondo, un bello vestido blanco, y la persona que amo esperando para juntar nuestros corazones.
No le pegaba al contrario pensaba hablaba de ella como lo mejor que le había pasado, una vez que se quedó inconsciente lo subimos entre Emma y yo a la camioneta.
Sin embargo tuve miedo de ir con ellos.
Caminaba con los pies descalzos por los arroyos, era un lugar lindo el camino ya estaba echo por aquellos que pasaron antes, pero, ¿por qué?, no puedo ir por otro lugar, por qué el miedo me invade.
La gente creyó que no serviría de nada una escuela así que se quedo casi en el abandono y las que si querían ir y aprender las llevaba conmigo con la mentira que era para que fueran unas lectoras o mejor dicho almas de dios dirigidas al camino de ser monjas.
Un ves que las dejaba para que sus padres las recogieran, se detuvo a lado de una casa cerca de una posada, su madre la busco por todos lados sus ojos, sus manos una niña que mataron poco a poco.
Mi responsabilidad mi culpa y esa víctima.
Sabían quienes eran los culpables, pero no podíamos luchar contra ellos, levantaron la voz, pero los callaron, todos en el pueblo se conocían como para no entenderlo.
No podía estar con ellos el dolor de una perdida y la serenidad del encuentro todos los días y las noches en las que estuvo desaparecida en la que yo lo estuve, solo éramos objetos.
Ni siquiera tenia el derecho de poder tenerlos, quería buscar ser la alternativa gritar y hablar sin embargo ella apareció primero.
-Tu no puedes hacer nada tienes que protegerte si tu mueres no habrá nada que salvar- respire profundo.
Me encontraron muerta en el fondo el agua me vi una y otra vez que seguía doliendo aun mas saber que no era la única yo era la claridad y sarcástica compañía de no decir nada de no poder hacer algo.
Después fue lo peor se convirtió en una tradición triste que pasaba por los brazos de una pequeña niña toda aquella mujer casada, toda aquella niña entre los 12 y 11 años estaba ligada a ser víctima de crecer, o mejor dicho la casaban para que no se perdiera.
No podía cuidar a mis niñas.
-nació el 16 de agosto el mismo día que desaparecí mi madre me busco y estaba dispuesta a gritar lo que yo no puede a ella también la mataron la encontré en el paradero de la muerte que escribieron para nosotras para respirar profundo entender que se necesita más que eso en el momento exacto de entender el todo.
Pero también nací el 8 de octubre, también fui una niña de 12, 13 , 7 y 2 años todas y cada una de esas grandes señoras, se perdían se las llevaban las mataba, el miedo de los disparos y el plagió de los golpes no retrocedía a la nada , niñas de 7, 3 y 4 podría hacer una lista aun mas grande.
El 11 de febrero el pueblo se encontraba escondido, pero eso tampoco los detenía se llevaban a los niños para que trabajen con ellos y el pueblo se coloco en un color negro sin faro adolorido.
Ya no había niños, ni mucho menos niñas solo para trabajar y para utilizar.
Ellos le pedían que los ayudará que sanará sus heridas aunque jamás mostraban la cara y yo tampoco.
Tocaron mi puerta esa noche las escuchaba en mis sueños se reflejaban en mi espejo y me gritaban con desprecio.
Mi culpa por no ayudarlas el sonido de sus pasos, limpie mis lágrimas mientras la vela siseaba hace tiempo que no la miraba sus pisadas eran negras , las puertas se cerraban y yo solo caminaba descalzas.
Cuando llegue a la habitación del sacerdote, doña Julia su ama de llaves se quedaba con el hasta tarde, no abrí la puerta ella la abrió y se reflejó en mi solo pasara salir huyendo con los ojos cerrados.
Tenían camionetas grandes, armas cada vez mejores y guardaban su cargamento, conocía cada lugar cada segmento, y todo lo podía ver.
-No podemos dejar que pase esto – grito una mujer mientras el sacerdote daba la misa.
Estaba detrás de todos y los hombres perdían ante la presa de dolor intranquilo de todos los demás.
-Esta claro que su marido no está- respire profundo, ante su tonto argumento.
-No, no, está señor, pero no significa que lo necesite usted tiene el mismo pensamiento que yo claro- me miró.
-ambos queremos que esto se termine- respire profundo y lo detuve.
-es nuestro pueblo , son sus hijas, son nuestras cosechas- me miraron, pero tenían tanto miedo de hacer algo como yo de los golpes que recibiría después.
-Señora Gloria-dije mirándola después de intentar buscar una salida.
Ella era el fantasma que me guiaba y aunque de pequeña le tenía miedo, más tarde comprendí que también era una víctima, aunque siempre le relacione con la persona equivocada.
Y claramente no dejaría que esto siguiera de la misma manera.
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EL VIAJE DE LAS LIBELULAS
RandomUna historia que no debe existir, como un desaparecido que jamás debió serlo. Me cuesta gritarlo, me da miedo hablarlo, me da miedo que alguien lo sepa, ¿por qué?, y si nadie me creé. Un día de la nada llega alguien que te dice que es dueño de lo qu...