El demonio
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Neyda Hall
San Diego, California.
14 de febrero del 2022.
08:30 AM.
Tarde, eso era, ¡tarde, muy tarde!
Mi tía Katherine fue bajando la velocidad del coche al ver una escena que se montaba en las afueras del colegio. Casi no logré ver nada, solo sabía que había muchos alumnos y maestros. En el estacionamiento, ¿rodeando una camioneta?
—Tía, bajaré aquí.
Sin haber seguido mis movimientos con los ojos, bajé el cristal de la ventana, dejando que entrara la brisa húmeda hacia el interior.
—Estás demente, Neyda. —Se tomó un tiempo en un silencio con inquietud—. Me voy a estacionar en la esquina, por si necesitas huir... te esperaré por quince minutos, y sí no apareces, tomaré en cuenta de que todo está bien y me iré, ¿ok?
Quitó el seguro de mano y desabroché el cinturón.
—Nos vemos luego —me despedí.
Bajé y cerré la puerta después de haber salido, sin dejar que ella dijera ni un pío. Mi tía Katherine se asomó, dándome una mirada profunda, sin apartarla.
—Cariño, no tienes que hacerlo si no quieres —usó un tono suave—. Volvamos a casa y desayunemos un licuado frío con un pan de chocolate, mientras vemos una película, ¿te parece?
—Tía —supliqué. Ella negó con la cabeza varias veces, obtuve que se recostara sobre el respaldo del asiento, frustrada—. Estaré bien, y sí sucede algo te llamo en seguida... confía en mí.
—No quiero que algo te pase.
—No pasará nada.
Ella me dio una sonrisa reprimida, como si no estuviera muy convencida de dejarme ir sola. Sus ojos se trenzaban queriendo que yo me diera hacia atrás.
—Cuida mucho de ti, por favor. Y no le hables a cualquier extraño —Desvió la mirada y retomó el volante al encender el coche—. Me tienes a media hora de aquí, me llamas y vengo, ¿entendido?
—Sí —dije—. Te adoro.
Me dio una última sonrisa y subió el vidrio del auto. Me quedé parada en el borde de la banqueta viendo como ella arrancaba despacio mientras ajustaba su cinturón. Esperé a que perdiera su presencia entre los autos, a lo lejos. Volví hacia el instituto y observé a todos: la gente examinaba con exactitud el montaje sin perder el más mínimo detalle. Ajusté mi falda e intenté dar pasos seguros, en lo cual fallé.
Había gritos de tormento que se deshilan en eco tras recorrer el camino, el sufrimiento de las personas se hacía presente. Señoras gritando seguido de algunos alumnos y maestros que buscaban la calma. Encajaba con el gris y nublado cielo de la mañana.
Busqué entre mis compañeros alguna cara que se me hiciera familiar. En la parte de atrás las reconocí. Sujeté las correas y di pasos apresurados con la mirada en el suelo. Existió un silencio cauteloso dentro del ruido, ese silencio que provocaba a mis pasos tronarse en el suelo frío y húmedo.
Mi novio Edwin tenía sobrepuesto su brazo por encima del hombro izquierdo de mi mejor amiga, Elizabeth, ella llevaba un ramo de flores entre sus manos. Tan solo a unos cuantos centímetros al frente estaba mi otra amiga, Natalia, ella entrelazó sus dedos a la mano de Iván, el colega de Edwin. Ambos tenían bolsas de regalo con chocolates, cartas y corazones. Era día de San Valentín, parece que entre ellos se han regalado cosas.
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Lynn: El demonio de los cuervos © [#1]
ФэнтезиJannet Hall no suponía lidiar con inhumanos, pues ella no era creyente de lo irreal. Hasta que todo cambió cuando lo conoció a él, Lynn Hadyn: El demonio de los cuervos. Una serie de sucesos la obligaron a aprender el uso de la magia y las armas, pu...