28- Día cuatro

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Jannet Hall

—Cuarto entrenamiento —soltó Jonathan—. Sigamos con esto de una vez por todas que debemos patear muchos traseros.

Jonathan consiguió que Kat viniera al entrenamiento de hoy, Lynn se negó, pero ella estaba involucrada y deberíamos aprender a pelear en equipo antes que cualquier otra cosa. Los obstáculos se superan.

—Jannet, vas con Kat —añadió Jonny.

—¿Qué? No.

—Sí...

—Intentó matarme —balbuceé buscando que Kat no nos estuviera viendo—. No es buena idea.

—Pero necesitamos que pelees con una chica, recuerda que estará Olivia.

—¿Cómo, si no tiene un ojo?

—¡No lo sé! Debes estar preparada para todo —gruño Jonathan.

—Jonathan, sabes que Jannet puede pelear con uno de nosotros dos y nos vencerá de cualquier forma —habló Lynn.

—No, necesita a una mujer.

—Jannet es fuerte.

—Me vale, va a pelear con Kat, ¿bien? Ya está.

Le di una mirada a Lynn, él me la regresó negando. Nos acercamos a Kat quien estaba atacando a la nada con sus puños. Jonathan le hizo una seña para que me viera, y combatiéramos.

—Sí ella derrama sangre, serás la primera en perder todo tu poder y que no te sorprenda —amenazó Lynn entornando su vista a Kat.

Me puse en posición con ambas manos por encima de mi pecho, Jonathan gritó para que empezáramos a pelear justo cuando Kat se puso firme viendo algo. Seguimos el trayecto de su mirada, era Liam.

—Un forestal —Jonny entrecerró los ojos.

—¿Te mandaron a buscarnos? —preguntó Lynn.

—Es una trampa —balbuceó Kat.

—Lynn —dije en un hilo.

—¡Vengo en paz! ¡Sin armas! Solamente les traído esto.

Un recado que le tendió a las manos de Jonathan, pero que para eso Lynn se lo quitó antes de que siquiera lo tocara. Examiné a Liam. Todos nos acercamos por detrás de Lynn a ver lo que tenía la nota.

Era una advertencia.

—Mañana es la pelea —leyó Lynn lo más importante.

Intercambiamos miradas. Jonathan estrujó su cabello sentándose en su gran tronco de confianza, Kat maldecía dando vueltas, Lynn fulminaba a Liam sin detenerse, y yo rascaba mis brazos viendo a Lynn y Liam.

—Esto va en serio —protesté.

—No lo puedo creer, no estamos listos —Jonathan jaló del brazo a Kat haciéndola sentarse a su lado—. Nos falta más por aprender.

—Dilo por ti —dijo Kat.

—No —soltó en seco Lynn—. Estamos listos.

Lo miré confundida, pero él no se atrevió a regresarme la mirada.

—Déjenme decirles que estamos preparados —advirtió Liam.

—¿Una ciega, un loco con solo un ojo, el tortolo de tu líder, y tú? Sí, suenan muy convencidos.

—No es juego Hadyn, ellos han entrenado tanto.

—Y nosotros también —continuó Jonathan un tanto inseguro.

—Estamos perdidos —separó Kat por silabas.

—No vine a intimidarlos —dijo Liam.

—Pensé que esto iba a acabar, Liam —Fruncí mi entrecejo.

—Solamente era darles el aviso.

Liam se fue perdiéndose entre los árboles. Dejamos que nuestras miradas vagaran por todos lados, hasta que Jonathan decidió acabar con el silencio tenso.

—Lo lograremos.

—Bien, no nos detendremos hasta estar seguros —indicó Lynn.

—No, yo me voy —fue Kat la que cortó.

—Pero sabes que tenemos que pelear mañana —dije.

—¿Y qué? Yo estoy lista.

—No como equipo.

—Pues esto no depende de que tan buenos seamos como equipo, solo quédense confiados —simplificó—. Somos demonios, es imposible que perdamos contra esa bola de estúpidos, bien, despreocúpense.

—Kat vuelve aquí —Jonathan persiguió a Kat.

—Si huiras igual que ella, no te molestes en regresar —contraatacó Lynn—. ¿Escuchaste?

—Pero—

—Lynn no seas así, necesitamos de todos para seguir —protesté.

El bufó con una respiración poco calmada.

—Lo toman como un juego infantil, Jannet, creen que si perdemos todo va a estar bien —Lynn fijó sus ojos en mí—. No habrá un menú al cual darle a repetir, esto no es así. Nuestras vidas corren riesgo, y no habrá vuelta atrás.

—Tal vez ganemos.

—Tal vez no.

—¿Por qué no dejas de ser tan pesimista? —juzgué.

—No quiero morir sabiendo que seré papá de un niño contigo, Jannet.

Me quedé callada, con lagrimas entre los ojos que no sabía a qué se debían. No conseguimos que Kat volviera, pero el resto peleamos y entrenamos entre nosotros hasta que diera la media noche, cuando por fin nos sentíamos seguros. Lynn no se confiaba, Kat sí, Jonathan creía que solamente se trataba de un enfrentamiento, y yo pensaba que íbamos a ganar. Entrenamos duros, y los demonios no pierden, ¿o sí?

Lynn: El demonio de los cuervos © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora