18- El silencio

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Jannet Hall

—¿CÓMO QUE ALQUILARON TUS PERTENENCIAS? ¿POR QUÉ LO PERMITISTE?

—No podía reusarme, aparte no había quien cuidara de mis cosas, y lo sabes Neyda —habló papá.

—Jannet, dime Jannet —Volteé a ver a Lynn, me dio una sonrisa lánguida—. No, no está bien que se queden con tus cosas.

—Favor de abordar el vuelo, directo a San Diego, California —repitió una de las bocinas que estaban en cada esquina, le dirigí una última mirada a mi papá esperando que vayamos a abordar.

Al subir tomé el asiento del pasillo y a mi izquierda mi papá, por otro lado, tras pasar el pasillo estaba Lynn y a su derecha Lili. Habían pasado más de cinco horas desde que empezó el viaje, ya era momento de devolvernos a casa. Katherine alucinará cuando vea a su hermano. Bajamos y pasamos por la banda eléctrica que se encargó de mandarnos las maletas hasta nuestros pies.

—¿Ya veré a mi papi? —preguntó Lili con una voz muy aguda.

—Ajá.

—Y no sabes lo que te espera allá —canturreé.

—¿Qué es?, ¿qué es? —su entusiasmo intentó huir de su pequeña boca.

—Una sorpresa, y no insistas Lili —balbuceo Lynn de malas formas.

—De seguro será una fiestononona —Mi papá levantó ambos brazos por encima de su cabeza—. ¿Nos invitaras?

—Hmm lo voy a pensar —Lili puso su dedo índice en la punta de su barbilla, pensativa.

—Lili —nombró Lynn.

—Oh, si, están invitados —contradijo la niña al ver que Lynn no aceptaría esa respuesta.

—Ahí estaremos.

—¿Podemos irnos a casa?

Me giré a suplicas a donde mi papá y Lynn, ambos se detuvieron a observarme durante unos segundos.

—Pediré un Taxi, si es que aún se usan —Papá me arrebató mi celular.

—Yo los llevo —cortó Lynn, quitándole mi celular a papá para devolvérmelo—. ¿Listos?

—¡Siii! Vamos, chico mágico, llévanos volando.

Negué entre carcajadas, era imposible no hacerlo con un papá como él. Contuve mis risas y me di media vuelta a donde estaba el pelinegro, él enarcó una ceja, me encargué de sonreír haciéndome a pasos pesados sobre mi cuerpo.

—¿Me visitarás hoy? —Apreté mis labios viendo como mi padre jugueteaba con Lili, no sin observarnos cada cinco segundos.

—¿Lo dudas? —Lynn pellizco suavemente mi mejilla—. Estaré ahí, no he terminado contigo, Jannet.

—Por los demonios, déjame libre —me hice la dramática casi cayendo sobre mis rodillas, ocasioné una risa ronca de parte de él.

—Escucha, los llevaré a tu casa —Claramente, él estaba refiriéndose a usar su magia—. Y yo iré a llevar a mi hermana a con mi padre.

—Eso significa que no vendrás a verme hasta muy tarde.

—Quizá esta noche.

—Bueno —acepté en brincos diminutos—. Hasta esta noche, Lynn Hadyn.

—Cuídate, ¿ok?

Su mirada fue acentuada con orden, a la par de una leve inclinación en su ceja. Asentí. Me arrodillé a la altura de Lili rodeando su pequeño cuerpo en mis brazos, ella sonreía feliz de la vida.

Lynn: El demonio de los cuervos © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora