16- No soy invulnerable

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Jannet Hall

Discutimos por tiempo el hecho de que Lili se tenía que marchar de aquí por su seguridad, además que no podríamos estar cuidando todo el tiempo de ella, después de mucho insistir a la pequeña le pareció hacer un trato que la beneficiara el cual era hacer una fiesta de té, los tres.

Lynn hizo que ella se fuera dejando un leve gas rosa salmón.

Fuimos a vigilar y determinar donde sería la sentencia de mi papá hasta que lo encontramos, los oficiales lo agarraban bruscamente hacia la guillotina del patio, en la cancha donde todos los prisioneros se reunían cada cierto tiempo. El jefe llevaba un palo con corriente eléctrica, estaba apagado, pero los sostenía en la parte baja de la espalda de mi padre.

—Escucha el plan —balbuceo antes de tomar una buena cantidad de aire, en lo que nos escondíamos en un muro, aunque nuestra vista no se apartaba del montaje—. Iras hacia ellos.

—¿Qué? No haré eso.

—Solo te entregarás para ocasionar una distracción.

—No, no.

—Los distraerás y yo iré a rescatarlo, es fácil.

—No —solté segura.

—¿No?

—No quiero ser la carnada, estaré indefensa y sin armas, ¿crees que eso me agrada? No olvidemos que también tengo miedo.

—Jannet —Tomó mi mano colocando con cuidado una pequeña navaja. Ok, pero ¿cómo ha metido eso? Lynn respiró de forma tranquila sobre mi frente, al instante de dedicarme una mirada audaz y serena—. Si algo sale mal, rebanas su cuello y huyes de ahí, ¿he sido claro?

—Pero tú y mi papá...

—Él estará bien, saldremos de este lugar.

—¿Y sí algo sale mal? No quiero morir, no así y no ahora.

—Seré tu demonio guardián y eso no cambiará, no te abandonaré aquí. Yo no abandono a los míos.

Asentí convencida, recogiendo mis pies en rana. Lynn ha dejado un beso cálido en mis labios, le regalé una sonrisa cuando me puse de pie y sacudí mi diminuta falda. Él susurro: Buena suerte.

Tome una cantidad de aire que se hizo en nada, caminando hacia el centro los policías ya notaron mi presencia y apuntaron los disparadores de las pistolas en dirección de mi cabeza, y un rayo láser que lanzaba una luz roja en el medio de mi pecho. Escondí la navaja en el comienzo de mi falda, esperando a toda la suerte para que no se caiga.

Llegué a pasos confiados hasta donde el jefe, Lynn ya no estaba en el escondite, se marchó en lo que pasaba por desapercibido por los muros que rodeaban la cancha. Los policías me acecharon con la mirada.

—Tu acceso es denegado en esta zona.

—Disculpé, no me quisieron atender en las oficinas y... —mentí. Mi papá ya estaba dentro de la máquina de madera, ya estaban listos para aniquilar a mi padre. Los policías se acercaron a mí, a excepción de uno que no descuido a mi papá—. Reporte... yo reporte un secuestro...

—Aquí no la podemos atender, vuelva y vaya a la oficina de seguridad y espere su turno.

Fijé mi vista por la espalda de ellos, Lynn pasó corriendo. Si ellos se regresan lo verían, tenía que detenerlos.

—¡No, no, no! —chillé siguiendo los pasos lentos del demonio, que ahora me miró con intriga—, se trata de mi hermana... desapareció.

—Deberán hacerle una serie de preguntas, pero no aquí.

Lynn: El demonio de los cuervos © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora