☾Capítulo 23☽

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—¿Y qué tienes para darme que yo no tenga?

—A mí.

A él.

Maldita sea.

Jaziel sigue frente a mí, tan cerca que su aliento calienta mi piel. Percibo que mantiene su quijada apretada luego de decir esa última oración, tan breve como el instante en el que le tomó robarme el aliento y destruir todas mis murallas.

Sus ojos azabache están fijos en mis pupilas, y no hace más que respirar de forma errática con el pecho subiendo y bajando. Su ceño, eternamente fruncido le da un aire donde nunca hay calma en él, siempre está esperando el mejor momento para atacar como un lobo salvaje, una fiera que no tiene piedad en devorar a quien sea que se ponga a su alcance.

Mi cuerpo está caliente, por los nervios. Mi corazón es lo único que oigo a parte de su respiración profunda pero acelerada. Mis labios entreabiertos dejan escapar el poco aire en mis pulmones que él no alcanzó a robarme con sus palabras.

Él se mantiene estático, mirándome, como intentando adivinar cada uno de mis pensamientos mientras que yo maldigo internamente el ser tan débil.

Jaziel tiene algo que me hace mal, pero no puedo desprenderme de eso.

¿Por qué me hace esto?

¿Por qué soy tan débil cuando estoy con él?

Paso saliva con fuerza y lo veo dar un paso más hacia adelante invadiendo mi espacio. Su rostro está a apenas unos centímetros del mío, y sus ojos no dejan de mirar los míos, aunque yo muero por ver sus labios que estoy segura están entreabiertos como los míos. Como si todo se resolviera con un beso.

Lo veo pasar saliva, y ahora quiero ser yo quien adivine lo que está pensando. Su mirada tan negra como el abismo que lleva directo al infierno me tiene hipnotizada, así como esa aura suya que indica peligro, destrucción y desolación. Jaziel tiene algo extraño, algo en él está marchito, y por eso no puedo ver la vida detrás de sus pupilas, pero de vez en cuando veo algo más que la nada, veo fuego, veo una chispa que me hace sentir que él de verdad siente algo. Que él de verdad siente algo por mí.

Tal vez me estoy engañando a mí misma. Y me aterra esto.

Siempre pensé en no involucrarme con nadie para no sentirme lastimada. Nadie quiere que le rompan el corazón.

Pero no puedo evitarlo con Jaziel. Siento como si él y yo hubiéramos sido obligados a coincidir, como dos piezas de rompecabezas de distintos rompecabezas pero obligados a encajar juntos. Probablemente el tiempo haga que nuestros colores se mezclen, pero no quiere decir que encajemos tan fácilmente o que todo sea perfecto.

Dejo de pensar cuando siento el calor de su aliento acariciar mis labios entreabiertos. Paso la lengua por ellos para humedecerlos de forma inconsciente, y él no pierde detalle de ese movimiento. Mis piernas flaquean y mi corazón no deja de palpitar como si la vida se me fuera en este instante, encerrada en su habitación, con el chico más sombrío, frío y hermoso que alguna vez ví.

—Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por no besarte ahora mismo, Bianca —susurra con su voz ronca. Eso me hace temblar, y buscar su mirada oscura perdida en la oscuridad de la noche.

Mi mano toca la madera de la puerta, está fría al compararla con mi mano.

Instintivamente doy un paso hacia atrás logrando que mi espalda y mi trasero toquen la madera.

—No-no quiero que me beses —miento en un susurro, maldita sea. ¿Por qué miento? Solo sé que me siento como una presa enjaulada a punto de ser devorada por el cazador.

Malas Intenciones IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora