☾Capítulo 28☽

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—Se me ve el culo con esto —le digo subiéndome el pequeño short azul policía que más que short es una braga. Salgo de su habitación para caminar hacia el living. Rocco se está cambiando en el baño.

Su traje era en absoluto más cubierto.

Me quedo jugueteando con las esposas mientras me veo en el reflejo de las ventanas del balcón. El sol cayó hace largo rato, y eso implica que la fiesta se acerca. Llevo mis manos a mis nalgas para sentir hasta donde llega, y efectivamente, es como si llevara bragas. Nunca usé un disfraz tan expuesto.

Que vamos, cubre más que la ropa que utilizo en la playa, pero igual me da un poco de vergüenza. Sonrío internamente al pensar qué diría Jaziel del disfraz. Solo si hubiera respondido a mis mensajes.

Las medias de red decoran mis piernas y le dan un aire aún más sexy al disfraz. Y las botas negras que Rocco me compró tienen un exquisito olor a nuevo. Así que me entretengo acomodando los snacks cuando oigo sus pasos.

Finjo que no lo oí, y sigo acomodando imaginariamente los cuencos cuando él se detiene detrás de mí. Muerdo mi labio inferior y miro por sobre mi hombro.

—¿Qué haces?

—Admiro las vistas —me guiña un ojo y yo no puedo evitar sentir su mirada en mi trasero. Me giro y me cruzo de brazos.

—¿Acosando a tus superiores? —finjo seriedad y él pasa su lengua por sus labios y muerde su carnoso y rosado labio inferior, para evitar que vea su coqueta y pervertida sonrisa.

Hay algo que Rocco no tiene y eso es vergüenza. Es la persona más descarada que conozco.

—Solo a tí —guiña un ojo. Yo admiro su disfraz, tiene un chaleco anti balas y nada bajo su torso, y abajo trae un pantalón del mismo tono y unas botas iguales a las mías. El chaleco tiene el nombre de SWAT en el frente.

—Lindo traje.

—Lo sé, el tuyo está mejor.

—Si quieres cambiamos —río logrando que él niegue con la cabeza.

—No creo que me quede tan lindo —arruga la nariz—. Además, las tangas no son lo mio.

—Que no es una tanga —sonrío y luego tomo un Cheeto y me lo llevo a la boca. Apoyo el codo en la mesa divisoria de la cocina y el living y lo observo parado a mi lado. Rocco va a sacar unas cervezas de su heladera y las pone en la mesa.

—¿No vas a aceptar la propuesta? —cuestiona él luego de un momento.

—¿Cuál? —respondo mientras mastico. Mis dedos quedan naranjas por el resto del Cheeto.

—Quedarte aquí.

—Oh —medito un segundo. Él me observa dudosa. Se pone del otro lado de la pequeña mesa y achica los ojos, analizándome.

—Quédate Bianca, no tienes que volver.

—¿Pero qué pasará luego? —pienso en mis hermanas y en que ya no viviremos juntas si me voy. En Grecia. Estamos cerca, sí, pero no lo sé.

—Lo mismo, piénsalo, tu papito te tiene que mantener hasta que termines de estudiar, entonces solo te irás de casa, él seguirá pagando todo, además, puedes extorsionarlo con decir quién eres nena, que no eres su hija adoptiva y eso sería una mancha en su reputación —se encoge de hombros—. Piénsalo, cuando vuelva seríamos roomies un tiempo hasta que vuelvas a la universidad, así que ¿Qué piensas?

Paso saliva y medito la respuesta.

—Eres la mente maestra.

—Puedo ser muy malo cuando me lo propongo —toma el snacks de mis dedos y se lo come él—. Piénsalo tranquila, tú dime y vamos por tus cosas. ¿Bien?

Malas Intenciones IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora