-Continuación-

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-Fran... despierta hija, tienes que acompañarme a un lugar -dijo mi madre sacudiendome para que despertara.

-Mamá, tengo sueño, un ratito más -agregué tapandome la cara con la almohada.

-Vamos hija... tenemos que hacer unos estudios -se paró y empezó a buscar una ropa deportiva para que me pusiera.

-Está bien mamá -me levanté y me encargué de cambiarme y alistarme.

Una vez lista nos fuimos. Estabamos llegando a un edificio muy grande que se encontraba alejado de la ciudad. Mi madre me ordena que bajara y así lo hice. Me agarró de la mano y caminamos hasta la puerta donde una chica muy joven nos atendió y dijo que pasemos. Subimos por el acensor hasta una oficina muy grande que debía ser de mi madre ya que se sentó en el ordenador y empezó a hacer llamadas. Una vez terminada la llamada me invitó a sentarme en uno de los sillones que se encontraba cerca de la ventana y accedí.

-¿Acá trabajas mami? -la miré esperando respuesta a lo que ella solo terminó de asentir- Es un lugar hermoso. ¿Por qué me trajiste?

Se arrodilló enfrente mío y me dijo en voz baja- Porque los estudios que te tenes que hacer es acá donde trabajo, quiero que sepas que no tenes que tener miedo, siempre voy a estar con vos pase lo que pase -terminó las últimas dos frases con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas que querían salir pero ella no las dejaba.

-Te quiero mucho mami -dije dando un brinco y así poder abrazarla con todas mis fuerzas. Ella me abrazó con más fuerza todavía.

Las puertas se abrieron y las dos giramos al ver que era mi padre con el señor que me había dado los regalos aquel día, Marc. Sin dudar corrí hacia donde estaba mi padre para abrazarlo, él reaccionó de la mismo forma y con más cariño aún. Marc sólo miraba lo que pasaba.

Me dijeron que espere sentada en el sillón mientras ellos murmuraban algunas cosas, hablaban y me miraban sin parar. Una vez finalizada la conversación me llamaron y mi madre me dijo que me llevaría al lugar para hacerme los estudios. Llegamos y me sorprendí al ver a muchas personas trabajando allí, un laboratorio super grande con muchísima gente trabajando, anotando, mezclando todo tipo de líquidos de distintos colores. Mi madre me dijo que me sentara en una silla de por ahí cerca, que ella pronto vendría a buscarme. Esperé así unos cinco minutos cuando vi a un niño... probablemente de mi edad o un poco mayor que andaba mirando como trabajaban los hombres del laboratorio.

Era alto, por eso digo que debía de ser mayor que yo, sin dudar más fui y le hablé.

-Hola -dije algo miedosa.

-Hola -dijo con una sonrisa al verme- ¿Cómo te llamas? -desvío la vista a un líquido azul que tenía un hombre en la mano.

-Franccesca y tú? -dije volviendo a mirarlo.

-Thomas -dijo con una sonrisa de felicidad. Mi madre me llamó a lo lejos y ambos volteamos a verla.

-Tengo que irme... adiós Thomas -Lo saludé con la mano y sonriente a la vez. Me saludó moviendo sus manos y yo me eché a correr hacia mi madre.

Seguí a mi madre tomada de la mano y así hasta que llegamos a un salón blanco, donde no se podía ver nada más que una silla de hierro y un vidrio en el cual me veía reflejada, mi madre me dijo que era anti golpes o cualquier cosa que sea para querer romperlo.

-¿Te parece bastante grande? -Me miró dubitativa.

-Si, es muy grande el lugar ¿Para quién es? -pregunté aún admirandome en el espejo que tenía enfrente. Al ver que no tenía respuesta miré a mi madre quien mantenía la vista fija en mí.

-Es para ti cielo. Aquí vendrás cuando yo te traiga a mi trabajo, sabes? -mi madre se acercaba a pasos lentos pero firmes- ya te he dicho que no quieras que tengas miedo, tu padre, unos doctores o yo solo vamos a poder entrar. Quiero que sepas que te amo mucho hija mía -termiando así sus palabras con un abrazo que hizo relajarme y estar segura en sua brazos. Mi madre no era alguien sobre protectora ni muy dejada, ella sabía como cuidarme y darme libertad al mismo tiempo. Sí... ya sabe que con seis años soy más responsable de lo normal.

Así pasó las vacaciones, yo estaba yendo y viniendo del trabajo de mis padres, llevaba juegos y todo tipo de elementos para no aburrirme, me lo cruzaba a Thomas muy de seguido ya que a él también lo dejaban en un salón blanco porque su padre tambien trabajaba allí. Nunca nos pusimos a entablar una larga conversación ya que la mayoría de las veces el estaba encantado con los tipos de líquidos que usaban en el laboratorio. En sí, era hora de retomar los viejos horarios.

Terminó la primera semana de clases y mis padres me llamaron para que hablara con ellos.

-Fran, querida, tenemos que hablar contigo sobre tus clases -dijo mi padre acomodandose en el sillón de enfrente.

-Tienes que dejar las clases de natación y se danza... -agregó mi madre en un tono de voz apenas audible.

-¿Por qué? ¿Qué he hecho mal? ¿Y mis amigos? -las lágrimas estaban por salir cuando menos me diera cuenta. No quería dejar nada de eso ya que tenía competencias, iba a teatros, obras y mucho más.

-Cielo, es porque a partir de ahora irás con nosotros a nuestro trabajo. Te queremos más cerca nuestro. Cuando menos lo pienses volverás a comenzar tus actividades ¿Si? -dijo mi madre en tono amable. Mi padre sólo miraba la escena.

-Está bien... lo haré - dije refregandome la cara.

-Esa es nuestra hija, siempre tan fuerte y comprensible -con una sonrisa agregó mi padre.

Mis horarios pasaron a ser otros. Escuela e ir al trabajo de mis padres. Ya había dejado de comunicarme con muchos amigos ya que no estaba en casa todo el día, me encargaba de llevar para hacer tarea y no aburrirme mientras estaba encerrada en ese salón.

Los días, meses y así hasta llegar a mi cumpleaños número siete. Ésta vez me habia encargado de invitar a todos mis antiguos amigos de mis actividades pasadas. Otra vez se hizo una gran fiesta en la cual todos estaban invitados y se divertían. Nuria y Natu nunca faltaban a mis cumpleaños, ya habíamos empezado a ser mejores amigas las tres.

No faltaba Marc a la cena, ésta vez traía muchos más regalos de lo normal. Siempre los aceptaba emocionada y con una gran alegría. Ésta vez me sorprendió porque al llegar Marc y su esposa a la casa también llegó Thomas. Ya dandose cuenta Marc de que miraba a Thomas me lo presentó y me dijo que era su hijo.

Yo no muy sorprendida de verlo, ya que lo hacía de forma muy seguida lo saludé y me fui a sentar en la mesa pasa poder empezar a cenar, los demás siguieron mi ejemplo. En la mesa hablaron de cosas muy diversas y entre eso, lo que pensaban hacer en un futuro si todo llegaba a salir bien, cosa que todavía no tenía en claro que es lo que tanto hablan...

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Holi, quiero decirles que mañana si es que puedo sigo escribiendo. Lqqq

Besotes. Nahia♡

Sorprendente PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora