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IMBÉCIL

Gwangju, Corea del Sur

POV-Seungmin

Nuestra última noche en Gwangju no fue tan buena.

Mi niñera de respaldo de emergencia y mi segunda niñera de respaldo de emergencia, todas tenían gripe. Me habría jodido si una de mis nuevas vecinas no se hubiese ofrecido como voluntaria para vigilar a Changuk. Realmente no la conocía, pero estuvimos viviendo uno junto a el otro durante un mes y sin banderas rojas. No es lo mejor, lo sé.

Haces lo que tienes que hacer cuando eres una madre soltera. Luego Saekki me gritó por llegar tarde a mi turno.

No le dije que casi faltaba al trabajo completamente debido a Changuk. Y no, no lo llamo Saekki porque sea un imbécil (aunque lo es). Ese es su nombre real.

Esa noche realmente entendí por qué se encontraba de tan mal humor, se debía a que, de las seis chicas que se suponía estuvieran aquí, solo dos aparecieron. Dos tenían la gripe (genuinamente —la mitad de la población la tenía) y dos tenían citas. O asumo que tenían citas. Sus historias oficiales fuera de una abuela muerta (su quinta) y un tatuaje infectado.

Aparentemente ninguna de las farmacias en su vecindario tenía un antibiótico contra la infección.

Como sea, las cosas se fueron a la mierda rápidamente. Teníamos una banda, la cual ponía a los clientes de buen humor, pero la música en vivo y bailarines borrachos hicieron incluso más difícil seguir el ritmo con mis mesas. Además hizo que estuviéramos más ocupados de lo normal. Hubiésemos estado justos incluso con personal completo. Para hacer las cosas perfectas, era una banda local y la mayoría de sus fans eran estudiantes universitarios, lo que significaba unas propinas de mierda.

Para las once ya me sentía cansado y necesitaba orinar urgentemente, por lo que me metí al baño. Ya sin papel higiénico (por supuesto), y sabía malditamente bien que nadie tenía tiempo de reponerlo. Saqué mi teléfono, haciendo un chequeo rápido de mis mensajes, y vi dos. Uno de Yerim, mi niñera, y un segundo de Spear, el cuñado más aterrador del mundo.

Mierda.

Yerim primero. Lo sostuve en mi oreja y escuché, rogándole a Dios que todo estuviera bien. No había manera de que Saekki me dejase salir temprano, incluso por una emergencia. Spear podría esperar.

—Papi, estoy asustado —dijo Changuk. Me congelé. —Cogí el teléfono de Yerim y me escondo en el armario —continuó—. Hay un tipo malo aquí, fumando adentro y quería que yo también fumara, y seguían riéndose de mí. Trató de hacerme cosquillas y hacerme sentar en su regazo. Ahora ven una película que tiene personas desnudas y no me gusta. No quiero estar aquí y quiero ir a casa. Quiero que tú vengas a casa. Realmente te necesito. Ahora mismo.

Oí su respiración dar un tirón, como si estuviera llorando, pero no quería que yo lo supiera y luego el mensaje se cortó.

Di un par de respiraciones profundas, tratando de controlar mi aumento de adrenalina. Comprobé el tiempo del mensaje —hace casi cuarenta y cinco minutos. Mi estómago se revolvió un segundo y pensé que podría vomitar. Luego recobré la compostura y salí del baño. Me las arreglé para regresar andando al bar y pedirle a Jun, el barman, para que desbloqueara el cajón donde guardábamos nuestras carteras.

—Necesito ir a casa, mi hijo está en problemas. Díselo a Saekki.

Con eso me dirigí hacia la puerta, abriéndome paso entre unos chicos borrachos de fraternidad. Estaba casi afuera cuando alguien agarró mi brazo, girándome. Mi jefe se quedó de pie allí, mirándome.

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