Prólogo

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Sacudía mi pierna como loco mientras miraba con una fachada de odio a Eren. ¿Por qué digo "fachada"? Bueno, eso es fácil de responder. Lo que pasa aquí, es que ese idiota cada de suicida que estaba allá, me atraía como la mierda, y no podía hacer nada para evitarlo. 

Y es que con "nada", me refiero a que no puedo hacer absolutamente nada. Por más que lo intentaba, no podía evitarlo. Llevaba más de cuatro años enamorado de ese imbécil, y tardé tres años y medio intentando ocultarlo y evitarlo, pero como ya habrán notado, no fue para nada efectivo hacer eso. Por más que intenté, no pude esconder el amor que tenía por él. 

Y es que me costó aceptarlo.

Bueno, al menos no lo acepté sin ayuda. Tuve que hablar con Marco para que me diga que carajos sentía por ese idiota cara de mierda. Y es que Eren jodido Jeager era más atractivo que la mierda. 

—Por lo menos disimula.—Me murmuró Marco, quien estaba sentado a mi lado en la mesa del salón.—Parece que lo vas a atravesar con la mirada.—dijo con una sonrisa agradable. 

Sí, parecía que de verdad iba a hacer un hoyo en su hermosa y ancha espalda si lo seguía mirando, pero se me hacía imposible dejar de mirarlo. Simplemente es... mierda. Sueno como jovencilla de quince años enamorada de un rebelde sin causa. 

Eren se rascó la nuca y la masajeó un poco, dejando caer cabellos flojos de su coleta mal hecha. Juraría que se ve mil veces mejor con el pelo largo, pero eso me hace extrañar un poco al Eren con cabello corto. De igual forma, se ve genial de las dos maneras. 

Mierda, ahora no podía dejar de pensar en él. 

—Agh. ¿Por qué es tan... él?—pregunté frustrado, mientras pasaba mis manos por mis cabellos, desordenándolos. Pero justamente eso era lo bueno de mi peinado, cuanto más despeinado, mejor. 

Marco apoyó su mano en mi hombro.—Detente, jovencilla enamorada. Se le va a gastar la belleza si lo miras mucho.—Bromeó mientras trataba de esconder una obvia carcajada. Yo solo miré nuevamente a Eren. 

—Parece que es al revés. Cuanto más lo miro, más lindo se pone.—Admití en un susurro, haciendo que el pelinegro solo suelte por fin su carcajada, llamando la atención del salón. Achicó los hombros y pidió una disculpa al profesor, quien nos regañaba con la mirada. 

—Si tanto lo quieres, ¿por qué siempre pelean cada que se ven? Parecen... no sé, perros y gatos.—Dijo con una vaga referencia a las típicas peleas que siempre tenemos, moviendo exageradamente su mano mientras miraba a la nada. Yo solo apoyé mi cabeza sobre la mesa y solté una risa nasal junto con una sonrisa pequeña.

—No lo entenderías.—Murmuré al mismo tiempo en que me reacomodaba sobre mi asiento. Marco solo levantó una ceja mientras me miraba con los ojos entre cerrados, pero luego soltó un suspiró y volvió a prestar atención a la clase aburridísima que estábamos teniendo. 

Jodido Jeager. ¿Por qué eres tan jodidamente precioso? 


Jodido Jeager || JearenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora