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Todo me estaba sacando de quicio, porque Eren me estaba ignorando. Me evitaba. No me miraba. Se alejaba. No me hablaba. Y eso me estaba matando internamente. 

—Ayúdame.—Le rogué a Armin de rodillas, pues él era el amigo de Eren, fiel mejor amigo de él desde la infancia. El único que sabría con bastante exactitud y efectividad qué podría estar pensando Eren en este momento. 

Y ahí estaba yo, en medio del pasillo, arrodillado ante Armin, rogándole con voz ronca por haber llorado toda la noche anterior para que me ayude a arreglar el horrible dilema que estaba teniendo, pues descifrar a Eren es fácil, pero averiguar qué piensa o siente con exactitud es todo un reto. 

Ya ni me importaba mi orgullo o mi dignidad, tan solo quería saber alguna manera para arreglar la delicada situación entre Eren y yo. No me importaba si él me rechazaría, o si me aceptaría, solo necesitaba con urgencia que él vuelva a hablarme. 

Puedo soportar que me rechace, que me insulte, que me busque pelea, que me golpee, pero no puedo aguantar que me odie o que me vea con indiferencia, con odio u pena. Quiero que me vea, como un amigo, como un novio (si es posible), como un apoyo, como un compañero, como quiera, pero alejarse de mí no es una situación que quiero ver pasar.

—¿Q-qué? ¿D-de qué hablas?—Cuestionó Armin, sacudiendo su pierna de lado a lado para sacarme de encima, pues me había aferrado a ella con fuerza mientras hacía un aguante inmenso para no echarme a llorar como niño chiquito en medio de la gentuza que nos miraba mal. 

A quién mierda le importa.

—Hey, hey. ¿Qué tanto miran? ¿Acaso hay un show de monos? Miren a otro lad- oh.—Gruñó Annie, ahuyentando a la gente que nos miraba con una ceja levantada, con asco o con burla mal disimulada. Me miraba a los ojos, con una cara amenazante impresionante. 

—Annie...—Le llamó Armin a la rubia en un débil murmuro. Ésta escondía su mirada entre sus mechones sueltos de su frente. Su novio arrugó un poco su ceño al verla, luego pasó su mirada de su persona a la mía, y viceversa, para posteriormente abrir grandes los ojos y mover las manos de lado lado;—No. No. No.—Dijo mientras negaba repetidas veces con la cabeza. 

Annie levantó su puño al aire, y lo estampó en mi bellísimo rostro, rostro que solo sentía que debía ser golpeado por Eren, y también acariciado y tocado por él, pero eso es punto y aparte. Volviendo al golpe; fue un puño tan fuerte que hizo soltarme del firme agarre que tenía en la pierna del rubio, haciendo que me caiga de espaldas al piso.

—¿Qué quiere este imbécil?—Cuestionó con fastidio mientras miraba con su ceño fruncido a Armin; éste encogió los hombros.

—Llevo cinco minutos tratando de averiguarlo, pero está tan nervioso y desesperado que no le salen las palabras. No quise presionarlo.—Respondió Armin. Annie me miró con desprecio, solo por el hecho de que estaba haciendo que su amorcito pierda el valioso tiempo que podría gastar en ella, supongo yo. 

—Habla ya. No hay tiempo para rodeos.—Ordenó la chica. Tragué en seco; no sabía si decirle ahora, en este momento, donde todos nos miran y estiran la oreja de vieja chusma para escucharnos, o si decirle si podíamos hablar en privado, cosa que es muy improbable que acepte. 

Suspiré y me levante, sacándome el poco polvo que había en mi pantalón.—Annie.—le llamé, haciendo el gesto que ella me indicó que haga cuando quería que me ayude con Eren, pero esta solo levantó la ceja cruzándose de brazos. 

Carajo, esto ya es bastante vergonzoso, y junto con el maldito gesto es peor, ¿debo repetirlo?—pensé, maldiciendo por lo bajo al ver como Annie no entendía lo que le indicaba, ¿acaso era estúpida o ahora tiene pérdida de memoria? Literalmente me obligó a aprenderme esa mierda para que no me la olvide, ¿y ahora a ella se le olvida primero? 

Jodido Jeager || JearenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora