EPÍLOGO

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REENCUENTRO

A solo unos cuantos días de que fuera Navidad, varias personas salían de la calidez de sus casas para enfrentarse al frío invernal con tal que conseguir regalos, era una mañana demasiado fría, tanto que empezó a nevar, las calles de Gotham se cubrieron de blanco pero sin ser un problema para los habitantes de la ciudad, los más pequeños eran acompañados por sus padres a los parques para que pudieran jugar, de un momento a otro el aspecto industrial que caracterizaba a aquí lugar fue sustituido por uno navideño y alegre.

—(Babs) Vamos, no quiero llegar tarde—.
—(Harleen) No hace mucho tiempo que salió el Sol, no creó que las tiendas cierren pronto. Además es difícil empujar la silla de ruedas con tanta nieve y personas—. Entre todos lo que estaban en la calle a esa hora, el par de amigas se dirigían al principal centro comercial de Gotham para hacer sus compras navideñas, Harleen, vestida con un abrigo rojo, guantes negros, mismo color que su pantalón y botas cafés, empujaba de la silla de ruedas de la pelirroja, siempre tratando de no chocar con nadie, aunque cuando lo hacía, no dudaba en encarar a la persona, incluso si no fue su culpa. Era una actividad que no le molestaba para nada, siempre que podía se ofrecía para ayudarla a pesar de saber que Babs tenía una silla de ruedas automática construida con sus propias manos.

Babs, vestida con un un gorro amarillo al igual que sus guantes, abrigo morado, pantalón negro y botas cafés, veía una y otra vez la hora de su teléfono, apresurando cada vez que podía a su amiga. Después de unos cinco minutos de recorrido, por fin llegaron a su destino, —(Harleen) Era hora de llegar, ya no soportaba a idiotas que no se fijan por dónde caminan—
—(Babs) solo tenía diez años, no tenías que arrojarle una bola de nieve a la cara. Dejando eso de lado, ¿Qué tal si vamos por un café antes de las compras?—. La rubia respondió afirmativamente, una bebida caliente le caería increíble con un clima tan frío, así que se dirigieron a una pequeña cafetería que para su suerte, no tenía mucha gente por lo cual fueron atendidas rápidamente, un joven las recibió amablemente, dejándoles elegir la mesa que más les gustará, terminaron por elegir una donde estuvieran lo más alejado de los otros clientes, después de caminar entre tanta gente, solo querían un momento de amigas.

Mientras ambas platicaban sobre sus ideas de que comprar como regalos, tenían una larga lista de a quienes deseaban darle algo, Babs, tenía como prioridad a su familia, pero también a su mejor amiga, aunque para ella, ya tenía una sorpresa preparada que deseaba que saliera bien; por su parte, Harleen, quería encontrar algo perfecto para Pam, sobretodo porque ya habían empezado a salir, de igual forma quería comprar algo para quien fuera su primera amiga. La campanita de la tienda sonó, entró una mujer de mediana edad, cabello negro brillante y ojos azules, claros como el cielo, vestía un abrigo color café pálido y un pantalón negro, se dirigió al empleado que atendía la puerta para preguntarle algo, este apunto a la mesa en donde estaban Babs y Harleen disfrutando de su tiempo de amigas, después de darle las gracias se dirigió hacía ellas.

—¿Señora Gordon?—
—(Babs) por favor, solo dígame Bárbara, me alegra que viniera, síntese por favor— Harleen solo se resignó a ver confundida como aquella mujer se sentaba del mismo de la mesa que Babs, nunca antes la había visto y por el cómo se dirigió la pelirroja hacía ella, imaginaba que no era una amiga, por un momento, un silencio incómodo envolvió a las tres, la mujer de cabello negro solo jugaba con sus manos, mirando de reojo a la rubia, por alguna razón, parecía nerviosa, al punto de no poder mantener la mirada en un solo objetivo, tal vez solo se trataste de alguien de la estación de policías que iba en busca de Babs por algo del trabajo, asi que decidió ignorarla y seguir tomando su bebida.

—(Babs) linda mañana la de hoy. ¿No cree doctora Quinzel?— Harleen casi escupe su bebida al escuchar aquel apellido, sus ojos se posaron rápidamente sobre la mujer quien de inmediato sintió una mirada pesada.
—(Dr. Quinzel) Mmm, sí, claro— Los nervios se le notaban a simple vista, no paraba de mover los dedos de sus manos y sus palabras salían de su boca con mucho trabajo. Babs trató de romper la atmósfera incómoda invitando a que ambas se presentarán, Harleen la volteó a ver con una expresión de duda, por su mente pasaban un sin fin de escenarios, pero había uno el cuál se negaba a aceptar, la mujer la miró fijamente y después de respirar profundamente, por fin le dirigió la palabra —(Dr. Quinzel) Hola Harleen… Ha pasado mucho tiempo—.

COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora