Aquel Primer Paso

2 0 0
                                    

Narración de Lía

Poco a poco, mi vida se estaba desvaneciendo. Mis recuerdos pasaban en un segundo.

Flashback

Estaba jugando con mis hermanos en el patio de mi casa. Pero, de lejos, pude sentir una mirada. Busqué por todas partes, pero no podía encontrar su fuente.

— ¿Qué pasa, Lía? —dijo Jack, mi hermano mayor.

— Siento que alguien nos está mirando —respondí, algo preocupada.

— No seas así, Lía. Seguiremos jugando; esa mirada se va a desvanecer.

— Está bien.

Y entre los tres comenzamos a jugar con la pelota. Sin embargo, uno de ellos la votó tan lejos que me tocó ir a buscarla.

Cuando llegué hasta allí, miré al frente y vi a un joven con unos hermosos ojos que reflejaban el otoño. Su mirada era tosca, y algo me decía que no podía dejar de mirarlo.

— ¡Lía, apúrate! —gritó mi hermano del medio.

— ¡Ya voy! —me di la vuelta, pero él ya no estaba. Volví a ver esa mirada, pero se había esfumado.

Fin del Flashback

Pude respirar de nuevo al abrir los ojos, volviendo a ver esa mirada en Enzo. No pensé que en algún momento lo vería así, y que sería mi novio. En este instante, me di cuenta de que él había llegado a ser una parte importante de mi vida. Me bajó y ambos nos escondimos.

— ¿Estás bien, Lía? —me preguntó, acariciando mi cara con suavidad.

— Sí... —tosí fuertemente.

— Pensé que no te encontraría.

— ¿Qué pasó? ¿Qué estabas haciendo cuando me secuestraron?

— Me inyectaron algo muy fuerte para que no reaccionara en el momento.

— Tardaste mucho... ¿Francesco siempre fue el malo?

— Al principio era un joven muy bueno, con un corazón de oro, pero con el tiempo cambió.

— Me quiso ayudar, pero cambió en el momento —empecé a llorar—. En algún momento de mi vida, yo amé a ese tipo.

— Tu alma sigue siendo pura e inocente, y nadie lo puede negar. Él solo tiene una fuerte dependencia emocional hacia ti.

Me dio un abrazo muy fuerte; parecía que estaba abrazando a una verdadera estación. Ambos escuchamos gritos de Michelle.

— ¿¡DÓNDE ESTÁS, LÍA!? —me aferré a Enzo.

— La única forma de detener a esa loca eres tú. Quieras o no, son la misma alma —dijo Enzo, después de un largo silencio.

— ¿Cómo voy a hacerlo? Le tengo mucho miedo y mucha menos fuerza que ella.

— Haré algo imposible.

Se alejó de mí y vi que cerró los ojos. Algo me decía que hiciera lo mismo, y lo hice. Pude sentir que tenía un poder que no sabía cómo explicar.

— Ya puedes abrir los ojos —me dijo, y obedecí.

— ¿Qué es lo que cambié? —miré por todas partes.

— Tienes fuerza y control sobre algunas cosas, pero solo serán temporales.

Supe que eso me quedaría muy poco tiempo. Volví a ver a Enzo; estaba cansado y bastante consumido por algo.

— Volveré pronto. Prometo que seré muy fuerte.

Salí convencida de que iba a ganar. Lo busqué por todas partes, hasta que sentí su presencia. Me di la vuelta y allí estaba ella. Cerré los ojos por desesperación y recordé algo que no era mío.

Flashback

— Me prometí amarte siempre; dolorosamente, eso jamás va a ser cierto.

— Lo siento mucho. Siempre seré tu chica, pero mi alma está destinada a amar a otra persona y no eres tú.

— Necesito un lugar más grande para guardar todo lo que siento por ti.

— Deja de decir esas palabras. Yo jamás te voy a querer; solo te utilicé para poder lastimarte. Lo siento por lo que voy a hacer —sacó un arma y la puso en mi frente.

Un supremo apareció y la atacó; la joven que en algún momento amé murió.

Fin del Flashback

Enzo sufrió más que yo solo por un amor. Él me ama profundamente y no quiere volver a perder a alguien. Debo hacer algo.

— Te encontré —Michelle me agarró con un poder sorpresa—. Eres una gran inútil. Enzo te vio; tú no eres su primer amor.

— Lo sé… —no podía respirar.

Sentí el miedo de perder ante Michelle. Aunque tenía algunos poderes, no sabía cómo usarlos. Quería vivir, quería seguir amando, quería estar bien. Volví a cerrar los ojos y di mis últimos suspiros cuando mi cuerpo empezó a dar frío. Michelle no pudo soportar ese frío y me soltó.

— Así que Enzo te dio unos poderes, tramposa.

— Tú no te quejes —tosí y voté un poco de sangre.

— Haremos algo justo: pelearemos con espadas.

Hice una espada con el hielo, y empezamos a pelear. Era bastante hábil con la espada, pero yo no podía luchar bien debido a mi enfermedad. Querida Lía, siento que en estas condiciones estás sufriendo mucho. No tengo nada que ofrecerte en este momento, pero debemos seguir adelante. Debo pelear por mi único ser amado.

Con mis últimas fuerzas, peleamos hasta dar lo último que tenía. Tuve un plan en mente; no sería fácil ejecutarlo sin salir muy lastimada. Después de una pausa, ella me dijo, muy agitada:

— Sabes que sabes pelear; nuestra alma sabe muy bien qué hacer en este tipo de entrenamientos, ¿verdad?

— La vida fue tan injusta con nosotras, especialmente con nuestra alma. Y si nos volvemos una misma alma...

— ¿Crees que yo morderé ese anzuelo? No voy a aceptar algo tan patético. No quiero sentir esas cosas que tú llamas sentimientos.

— Acéptalo. Por un momento, si lo lograste sentir, sé que ambas podemos compartir esos sentimientos.

— Hablas muchas estupideces.

De repente, ella comenzó a quejarse de dolor. Era el momento perfecto para herirla sin que se diera cuenta. Le congelé los pies.

— Maldita estúpida —intentó liberarse del hielo, pero no pudo salir tan fácilmente.

— Sabes que cada momento de Enzo te recuerda. Cada maldito momento de su vida siempre te odió por las veces en que me hiciste sentir esos sentimientos tan asquerosos que me obligaban a hacer daño a alguien.

La seguí congelando por todas partes y, en un momento de desesperación, tomé la espada y la apuñalé en el corazón. Pero, al hacerlo, sentí un gran dolor que me hizo gritar con todas mis fuerzas.

La Ley Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora