Capítulo 8: Los caminos que tomamos.

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Luan Loud disfrutaba o mejor dicho devoraba su hamburguesa de tal modo que hasta lágrimas de placer salían de sus ojos con cada mordida.

-Vaya que no les daban de comer en el campamento- inquirió Lori extrañada.

-No es eso, pero digamos que la comida era algo insípida y aburrida- respondió al tiempo que daba un último bocado y un buen sorbo de soda.

Recuerdos mezclado venían a su mente, en un momento estaba en un comedor con mesas de madera y rodeada de chicos de su edad y de repente interrumpiendo en fracciones de segundo se sobreponían recuerdos de estar encerrada en una celda.

-Verduras cocidas, arroz blanco y pollo cocido pero sin piel, era la dieta general, eso si nada de sal y solo agua para beber, tenía suerte cuando nos daban un vaso de leche y galletas de salvado para la cena- respondió Luan lamiendose los dedos con algo de desesperación.

-Vaya suena a una dieta muy estricta, solo les faltaron los licuados de proteína y huevos crudos en el desayuno- opino Lynn.

-Bueno ahora que lo mencionas si nos daban huevos para el desayuno, pero cocidos; lo juro en esos días hubiera matado por algo de sal y pimienta para poder acompañarlos- dijo Luan al tiempo que le daba un tic nervioso en el parpado y rechinaba sus dientes con frenos.

El resto de su familia se miraron entre si con algo de preocupación.

-Solo bromeaba, pero en serio le faltaba sabor a la comida en ese lugar. -aquellos último logro relajar el ambiente de la conversación.

-Mamá, Papá, aún me queda algo de dinero de mis "Negocios Graciosos", dejen que también coopere con esta comida, además aún tengo hambre. -en ese momento sacaba de su billetera cien doláres y se los ponía a sus padres de su lado de la mesa.

-Que dicen si pedimos otra ronda, además necesito poner algo de carne en mis huesos. -tras decir eso se frotó la barriga e hizo como si agarrara una lonja imaginaria.

Ante aquel comentario sus hermanas y padres rieron un poco. Además Rita y Lynn senior se sintieron sorprendidos y algo orgullosos por la madurez mostrada por Luan al cooperar con la comida familiar de esa tarde.

Al final Luan no se comió dos sino tres "hamburguesas del eructo" y ración y media de papas fritas con un refresco jumbo.

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Empatía también conocida como ponerse "en los zapatos del otro", era algo que sin duda alguna le faltaba a la Loud bromista.

Pero ahora podía contemplar y sentir el peso de sus acciones, pues ahora se le mostraba en una especie de pantalla de cine toda su crueldad y locura, todas las veces que sus bromas estuvieron fuera de lugar o los chistes que contaba en vez de ser graciosos causaban exaperación y disgusto.

Ahora lo veía con ojos claros, su comedia tenía que mejorar en muchos aspectos, se había estancado en una zona de comfort donde creía que todas sus bromas eran geniales y creativas siendo todo lo contrario. Aunque su mimíca y malabarismos eran buenos le faltaba desde hace mucho una verdadera chispa creativa para sus chistes.

Todo eso y más le hacían reflexionar las imágenes de aquella pantalla, estaba atada en ese momento a una silla con una camisa de fuerza a la vez que una especie de ganchos mantenían sus parpados abiertos, cada cierto tiempo se le aplicaban gotas a sus ojos para mantenerlos lubricados. A la vez que se le hacía escuchar la Quinta Sinfonía de Beethoven.

Luego era arrojada a la oscuridad total en un cuarto que parecía no tener fin, allí tropezaba con objetos desconocidos en cualquier momento, lastimandose todavía mas por el hecho de estar descalza. A la vez escuchaba ruidos de gruñidos, alaridos y demás que le enchinaban la piel y sin previo aviso también le eran arrojados pasteles, lodo, pintura y fango, así como globos con diversos líquidos; una vez incluso le cayo uno con salsa picante, dio gracias a Dios que no le cayera en el rostro sino le hubieran ardido los ojos y la nariz como nunca antes.

El Anciano y el muchacho de pelo blanco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora