Capítulo 13. Los Días de la Gran Herejía. Parte 4: Sobrevivientes.

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Un pequeño grupo de personas corrían a través de las calles de Denver, había un policía entre ellos quien disparaba las últimas balas de su cartucho contra los horrores que H. P. Lovecraft describió hacía muchos años en sus historias, y que ahora se veían que eran una terrible realidad.

Fue un milagro que lograran llegar todos hasta aquel refugio imbuido ahora en magia sagrada. A pocos metros de distancia vieron como las puertas les eran abiertas por el padre Matthew Williams y su esposa Sarah.

Algunas "arañas" y unas cosas indescriptibles semejantes a "perros" les trataban de dar caza, pero al meterse al área de protección de aquel encantamiento dado por el antiguo mentor de Matthew, las criaturas no pudieron avanzar más y se vieron dañados por la barrera mágica, varias arañas ardieron en un fuego mágico azul o se lastimaron bastante al igual que los "Perros de Tíndalos".

Un par de ellos quisieron meterse a aquel refugio usando su habilidad de teletransportación y de manifestarse en puntos geométricos específicos, en este caso las esquinas de las paredes. Pero fue un error fatal como pronto lo comprobarían, pues en cuanto empezaron a surgir de las esquinas aquellos extraños canes interdimensionales fueron reducidos a menos que polvo soltando alaridos de dolor que erizaron la piel de los refugiados.

Al ver su fracaso el resto de los atacantes se retiraron con temor. La calma volvió al refugio (al menos la que se podía tener en medio de aquella catástrofe).

Matthew y el resto de su familia, incluyendo sus hijos Adam y Cassandra, así como sus nietos y cuñados se habían logrado reunir antes de que la invasión comenzara, prevenidos por la intuición del quien había abandonado el camino de los Vigías de Mundos.

Con su magia se había encargado de ampliar el refugio triplicando su capacidad de alojamiento.

Aunque había algo que lo angustiaba constantemente y era cuanto seguiría resistiendo el encantamiento de protección, que aunque muy efectivo no era ilimitado y llegaría el punto en que su poder cesaría por desgaste. El padre Matthew prefería no seguir pensando demasiado en aquello y optó por encargarse de atender a los nuevos refugiados y preguntarles también si tenían noticias del mundo exterior.

Mas estas no eran nada alentadoras, igual a como se veían en los pocos canales de televisión y radio todavía activos. Las grandes potencias mundiales como Rusia y China; así como su propio país claro esta.

Le hacían frente con sus ejércitos a las hordas del Caos, pero no tardarían en verse sobrepasados, además de verse tentados a usar el arsenal nuclear.

Pero eso realmente sería una solución perjudicial. Como se dice sería "peor el remedio que la enfermedad".

Aunque al segundo día de la invasión esto ya no fue una opción, un ejército de máquinas liderados por humanos seguidores de los dioses oscuros, se encargaron de asaltar y nulificar todas las bases donde se encontraban los arsenales nucleares. Aunque perdieron a la mitad de sus fuerzas en aquellos ataques, esto lo vieron como perdidas aceptables, pues lograron su objetivo de quitarles a los ejércitos humanos uno de sus "ases bajo la manga".

Y no lo usaron en su contra como muchos hubieran pensado, sino que lo destruyeron.

Pronto las últimas señales de radio y televisión dejaron de transmitir, aunque el internet seguía activo afortunadamente.

Sin embargo los ejércitos del mundo comenzaban a caer, pues aunque lograban hacerle frente a las creaturas estan parecían interminables y sus municiones, suministros y efectivos humanos por el contrario no eran ilimitados; aquello estaba siendo una guerra de desgaste.

A lo largo de la Unión Americana la población civil se refugiaba donde podía, haciendo improvisados búnkeres en túneles abandonados, alcantarillas, o los más afortunados en refugios creados especialmente por las fuerzas restantes del ejército americano.

El Anciano y el muchacho de pelo blanco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora