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Estaba cansada, no debía molestarme por saber la hora pues la alarma de mi celular me lo ha recordado.
Me dolía la cabeza y no tenía ganas de levantarme de mi cama, pero debía hacerlo.

8:00 am

Jodido día.
Jodida vida.
Jodido empleo.

Me levanto a darme una ducha y prepararme para ir a mi estúpido trabajo en la cafetería del centro.

No tengo auto, por lo que trayecto es en bicicleta y no me quejo, mi madre ha trabajado muy duro para poder comprármela y deje de viajar en bus.

Mi madre.

Es una mujer admirable, al menos para mí, desde que papá nos abandonó hace un año ella se ha encargado de sacar adelante a mi hermano y a mí, hasta que los gastos nos superaron.
En ese momento dejé la universidad y conseguí un empleo de tiempo completo en la cafetería, quizá la paga no era tan buena pero ayudaba a mi madre y eso era suficiente. Sabía que era temporal, al menos hasta que logremos estabilizarnos un poco.

Al llegar mi jefe me pide abrir y colocar los insumos en las mesas de afuera y de adentro para que los clientes comiencen a llegar.

Mi trabajo siempre ha sido tedioso porque nunca faltan los clientes que son groseros o que tratan de desprestigiarte por ser mesera, a la gente le hace falta mucha empatía.

Trato de sobrellevar los pésimos comentarios de hoy pero comienzo a irritarme después de tratar con una mesa llena de chicos universitarios bastante imbéciles, a mi parecer.

La campanilla suena y al mirar por la puerta recuerdo que no todo en éste trabajo es tan malo.

—Buenos días, bienvenido, ¿qué va a pedir?-pregunto acercándome a la mesa donde se encuentra aquel chico de lindos ojos que ha estado viniendo las últimas semanas.

No había compartido muchas palabras con él pero, de cierta forma, me agradaba.

—Buen día, lo de siempre, un café expresso y un pastelillo de chocolate, por favor.-dijo levantando la vista de su celular y brindándome una cálida sonrisa.

Es muy guapo.

—Claro, enseguida.-intenté que mi tono de voz no se escuchara tan cansada.

Cuando voy en camino a llevar lo que pidió, una chica de la mesa de universitarios estúpidos logra ponerme el pie y termino tropezando justo frente él.

¿Qué más quieres de mí, Dios?

Qué torpe eres-dice ella con un tono de superioridad mientras se aleja rápidamente hacia el baño y yo logro escuchar las risitas de sus amigos.

No llores, no llores, no llores.

Estaba a punto de levantarme cuando vi que una mano se posó frente a mí y lo escuché hablar.

—¿Estás bien? ¿No te lastimaste?- dijo el chico guapo viéndome con cierta preocupación y con su mano extendida hacia mi.

—S-sí, estoy bien.- acepté su mano y me apoyé para ponerme de pie. —Gracias y lo siento mucho, en un momento traeré tu orden.- dije sin siquiera voltear a verlo.

—Está bien, tranquila.-él aún no soltaba mi mano, ayúdame Diosito.

Como pude me solté de su agarre y corrí a preparar su pedido, nuevamente, y ésta vez lo entregué sin problema alguno.

El problema vino cuando tuve que limpiar el desorden de la comida en el piso, sentía su mirada sobre mí y eso me ponía los nervios de punta.
Al terminar seguí mi turno como de costumbre.

Aquel chico seguía en la mesa concentrado en su laptop y audífonos, desconocía si estudiaba o trabajaba pero las veces que venía se quedaba una o dos horas pegado al portátil y luego se marchaba.

Me encontraba limpiando las mesas que ya no estaban ocupadas en la parte de afuera cuando escuché un carraspeo que me hizo voltear a ver de quién se trataba.

—Hola.-sonrió levemente. Debería ser ilegal que éste hombre sonriera.—En serio lamento lo que hicieron esos chicos estúpidos, no debieron tratarte así.-su voz se escuchaba tranquila y sus ojos me miraban con... ¿nerviosismo?

—Oh, no es nada, te sorprendería saber que han habido clientes peores.

Él soltó una pequeña risa.

—Probablemente así sea pero no se justifica.-y sonrió de nuevo. Alguien dígale que deje de sonreír por favor... O mejor no.

—Gracias, supongo.-intento no sonar nerviosa pero, claramente, fracaso. En éste caso es mejor huir y eso hago.

—¡Espera!-su ligero agarre contra mi brazo me detiene.—Quería saber si hay alguna posibilidad de invitarte un café.

Ok, ahora quería reírme y él lo notó. Casi pude ver como se golpeaba mentalmente.

—Quiero decir... En otro lugar, ¿s-se puede?-oh mi Dios, ¿estaba nervioso? Porque yo sí.

—Uhm, claro.-mi boca hablaba por sí sola.—¿cuándo?

Su sonrisa se ensanchó y miró su celular por un momento.

—¿Puede ser el sábado por la tarde?-habló más seguro que al principio.

—Perfecto, ese día descanso así que no tengo ningún problema.-bien, ahora yo tenía una sonrisa enorme y sentía el calor en mis mejillas.

—¡Genial! Anota tu número para estar en contacto.-me ofreció su celular para llamarme y así guardar su número también.

Nada perdido el hombre.

—Bien, te veo el sábado.-me guiñó un ojo y se dispuso a ir a su auto, no sin antes acercarse a mí y dejar un pequeño beso en mi mejilla.—Soy Ashton, por cierto.

Eso me tomó por sorpresa y nuevamente sentí el calor acumulándose en mis pequeñas mejillas, él es muy dulce.

—Y-yo... Yo soy...-no podía ni hablar, qué vergüenza.

—Lo sé, tu gafete dice tu nombre.-ambos volteamos al pequeño artefacto enganchado al mandil del trabajo.—Nos vemos, preciosa.

Y sin más, se fue en su auto dejándome roja como un tomate pero completamente fascinada por él.

Como dije, no todo en mi trabajo es tan malo.

♥ ♥ ♥ ♥

Bien, es el primero de muchos, agradecería mucho si votan y me dejan sus comentarios, si les gusta o ño.

Gracias por leer, lxs tqm. ❤

-Karlie

O n e  S h o t s | A. F. I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora