数; 𝟎𝟔

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Habían pasado dos días, dos largos días donde la incomodidad era su amiga. Despertaba junto con su bebé, se alistaba, después de eso bajaba a tomar el desayuno en la cocina y por ultimo subía de nuevo a su habitación para esperar la noche, Lia le había dicho que podía salir a explorar, pero aun no sentía la confianza para hacerlo. Por suerte, el rey Jeon tuvo que salir a resolver unos asuntos con sus hombres, así que no se lo topo en el castillo por un largo tiempo. Era raro, sabia perfectamente que hoy regresaría, así que su lobo se sentía ansioso de nuevo, a pesar de que ya lo había regañado, podía sentirlo mover la cola en emoción.

Estaba sentado en la cornisa interior de la ventana de su cuarto con Hyunjin en sus brazos, mirando el bosque y la aldea, trabando de aquí a allá. Se sentía tan fuera de lugar, pero al mismo tiempo anhelaba tener una vida normal, donde él igual podría cosechar su comida, pasar el tiempo con su cachorro y vivir juntos hasta que él creciera. El pequeño bebé jalo su cabello soltando un grito desesperado, sacándole de sus pensamientos.

—Lo siento mi pequeño —soltó una risita al ver el ceño fruncido del niño—. Siempre quieres tener la atención. ¿Eh?

Le dio un beso al notar que se había tranquilizado, volvió a jugar con sus manitas y su cabello. Escucho unos golpes en la puerta, Lia entro dando una reverencia.

—Buen día joven Kang —le sonrió como de costumbre—. El rey ha regresado y desea verlo ahora.

Su corazón se acelero al escuchar esas palabras, todo su cuerpo se puso tenso de los nervios, movió la cabeza en afirmación y se levanto junto con su niño, salió directo a la biblioteca, donde su mucama le había dicho que lo esperaban.

Entro por la puerta y vio a Mingyu junto a Jeon en la mesa, hablando acerca de saber quien sabe que. Estuvo apunto de aclararse la garganta, pero el pelinegro levanto la vista encontrándose con la suya. Ese extraño sentimiento volvió a quemar su alma.

«¿Qué fue eso?... ¿Es mi aroma acaso?»

Trato de olerse a si mismo, preocupado en que podría tener un aroma poco agradable. Ignoro sus pensamientos una vez que se acerco a ellos por completo.

—¡Yongmin! —Mingyu lo saludo enérgico—. Es bueno verte más saludable.

Y era verdad, los últimos días que había estado aquí su aspecto había mejorado, las noches de sueño completo y las comidas balanceadas le habían ayudado considerablemente. Él sonrió dando una reverencia, aún sosteniendo a su nene.

—No habría mejorado de no haber sido por la hospitalidad de este reino —susurró intercambiado miradas entre Mingyu y Jeon.

Quien asintió mirándolo mientras se cruzaba de brazos. Vio al castaño a soltar una risita, al ver la cara del rey, parecían ser buenos amigos.

—Bueno... Les daré un poco de privacidad —suspiró jugando con el dedo de Hyunjin —. Después de todo apestamos y necesito un baño.

El de cabello largo quiso reír, pero la mirada filosa del pelinegro le hacía sentir muy tímido. Una vez que estuvieron solos, Jeon se aclaró la garganta.

—Me alegra ver que ya no rechazas la comida —dio un paso hacia él; Yongmin reprimió el impulso de querer correr—. Por favor, siéntate.

Movió una silla de la mesa hacia atrás y la señaló con su mano. El de cabello largo asintió e hizo lo que le habían ordenado.
El rey también se sentó casi a su lado.

—Se que han pasado días —trato de sonreírle, pero salió como una mueca.

Si es que Jeon quería conquistarlo, debía mejorar en sus expresiones faciales, de eso estaba consciente.

—Pero quisiera saber si ya has tomado una decisión —recargó sus codos en la mesa, pensativo.

De nuevo sintió su cara caliente y su cuerpo temblar, lo había pensado pero no, realmente no había llegado a una conclusión, aunque si evalúo todos los pros y contras; y siendo honesto... la mejor opción ahora era quedarse.
Pero la verdad no era esa... no por completo.

Era su lobo —y sin querer mencionarlo; era también su corazón— había algo que lo obligaba a quedarse, su parte animal se retorcía en angustia con tan solo pensar en irse. Y su alma se oprimía preocupada con imaginarse lejos de este reino.

Suspiró rindiéndose, por lo menos debía intentarlo.

—Lo he pensado muy bien —«Que mentira tan más grande». Su mente le reprendió—. Y creo que será mejor aceptar su generosa oferta mi rey.

Aquel hombre soltó un suspiro enorme y una sonrisa de satisfacción había aparecido en su rostro, es que acaso estaba... ¿Emocionado?
No sabría decirlo, bueno quizás si; después de todo él ya sabía que Yongmin tenía habilidades para la agricultura y tal vez necesitaba urgentemente sus servicios.

—Perfecto —asintió satisfecho—. Prometo que no te arrepentirás de vivir aquí, somos una manada unida.

Jungkook no podía definir muy bien la sensación que estaba recorriendo su cuerpo en este momento, estaba bastante complacido y claramente sorprendido también con la respuesta de aquel chico, siendo sincero, no había tenido muchas esperanzas ya que su comportamiento no fue el más sensato. Pero ahora su lobo correteaba dentro de su alma con las orejas levantadas.

—Gracias —hablo del de cabello largo.

Sintió como un el fuerte olor a pino y madera golpeo su nariz... ¿Cómo era posible? Todo este tiempo se había preguntado porque podía notar ese aroma en particular, lo identificaba con gran facilidad dentro del castillo, jamás se imaginó que le causaría una reacción tan fuerte. No estaba seguro, pero su esencia lo hacia sentir relajado, no podía evitar soltar feromonas, volvió a reprender a su lobo por hacerle perder el control.

«Él me incito»

Frunció el ceño al escuchar los pensamientos de su parte animal, a qué se refería, es que acaso el lobo del rey estaba tratando de calmarlo. Volvió a hacerle caso omiso a sus traicioneros pensamientos.

—Solo una ultima pegunta —se aclaro la garganta, tratando de evitar la mirada intensa del alfa.

—Adelante —se inclino para verle el rostro.

No sabía porqué se puso nervioso, por enésima ocasión.

—¿Dónde viviré?— apretó a Hyunjin fuertemente quien se encontraba chupando su dedo—. Me gustaría tener una linda cabaña en el pueblo, como los demás habitantes.

El alfa de anchos hombros lo observo incrédulo, como que si al escuchar aquellas palabras toda la felicidad que había arrasado su cuerpo nunca hubiese existido. No había pensado en esa posibilidad, le había dicho que se quedara, pero no especificó que cuando le estaba pidiendo eso, era que se quedara aquí en el castillo... con él, haciendo énfasis.

«¡Idiota!» grito su lobo.

No supo que decir; y en medio de ese silencio sepulcral; una carcajada resonó por toda la biblioteca. Miro al cachorro del precioso omega, lo miraba con ojos brillantes y una sonrisa maliciosa.

«¿Es que acaso se estar burlando de mi?» Pensó Jeon con cierta vergüenza en sobre sus hombros.

—Lo siento... Suele ser muy risueños en momentos inoportunos —comentó el padre del bebé, con las mejillas pintadas en un rosa carmín.

Jungkook notó que se veia incluso más hermoso de esa manera.

—Descuida —ignoro la mirada del nene—. Déjame arreglar unas cosas y veremos que podemos hacer.

Bien eso serviría como excusa, solo para mantenerlo un rato más cerca del castillo. Pero debía pensar en algo bueno, o sino, el pobre chico pensaría que lo tenían como un prisionero; sin mas volvió a asentir con la cabeza haciendo un lindo puchero. Viéndolo ahora, cortejarlo seria más difícil de lo que pensó.

歴史; サンアンドムーンWhere stories live. Discover now