𝑺𝑶𝑳 𝒀 𝑳𝑼𝑵𝑨

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Tienes que dejar atrás ese nombre...
Olvida tu identidad...
Huye...

Abrió los ojos despertando de golpe abrazando  desesperadamente las mantas que estaban a un costado de su cuerpo. Giró su vista para ver al cachorro plácidamente dormido en sus brazos y pudo tranquilizarse al verlo en calma, guió su vista hacia la cueva que se había convertido en su refugio desde hace dos semanas. Pudo respirar al ver que nadie estaba ahí.

Los rayos del sol se colaban por la pequeña entrada de la cueva, eso le hizo saber que el día debía comenzar. Se levantó poco a poco para no despertar a su bebé, no quería que su nene no descansara bien, tomó la pequeña canasta llena de mantas y lo colocó con cuidado para luego arroparlo bien, una vez que se encontraba en su cuna.

Se levantó para quitarse su ropa, sacudió su largo cabello y luego procedió a transformarse en su lobo, por ser un omega, él no era muy grande y con la mala alimentación que había tenido los últimos meses, su forma animal había perdido volumen.
Se arrastró por la estrecha entrada de la caverna, podría pasarla como un ser humano, pero era más fácil de esta manera.

Una vez que pudo salir, tomó un pedazo de tronco que estaba ahí y lo arrastró con su hocico tapando la entrada. Después procedió a ir directamente al río, no era muy ágil así que lo único que podía cazar eran peces y un par de ardillas, trataba de hacerlo lo más rápido posible, ya que no le gustaba dejar a su cachorro solo por mucho tiempo.

Cuando tuvo lo suficiente, trotó hacia la cueva, revisando el camino para ver si no había alguien detrás de él, cuando aseguró el perímetro, volvió a entrar. Dejó lo que había cazado a un lado y se acercó a su cachorro metiendo su hocico en la cuna, comenzó a olerlo despacio dándole suaves picoteos con su nariz; el bebé se movió un poco aún durmiendo.

Después de revisar que su niño estuviera bien, cambió a su forma humana y procedió a colocarse la ropa, tomó los pecados y las ardillas para comenzar a quitarle las escamas y demás con un pequeño cuchillo que formaba parte de las pocas cosas que tenían.

Vio como su cachorro despertaba poco a poco, se acercó para sentarlo y que se despabilara, le dio un beso en la mejilla y continuó con su tarea. Básicamente así era su rutina desde hace mucho, había dejado su manada atrás, así que el suponía que yo no lo estarían buscando. Aunque siempre debía ser precavido, no quería ganarse problemas, tenía que llegar al reino del cual su padre le había hablado en sus historias de cuna.

Extrañaba su vida anterior, pero no podía seguir pensando en eso, no cuando tenía que cuidar a su cachorro, el cual sufriría las consecuencias si no se apresuraba. Ya había recorrido una larga distancia, pero el Reino de los Tulipanes estaba bastante lejos.
Es por eso que debía descansar por ratos en lugares cómo está cueva, pronto sería el momento de partir, ya que la fruta que le daba a su bebé como comida se estaba agotando y por estar como un nómada no había podido conseguir leche.

Su estómago rugió y sin más tomó un pez para darle una gran mordida, la comida cruda no era desagradable, después de todo los cambia formas tenían un mejor organismo permitiéndoles consumir sus alimentos crudos, pero de vez en cuando le gustaría comer algo caliente, aunque esa era otra regla que no debía romper; ya que el humo del fuego podría atraer visitantes no deseados.

Una vez que termino de comer, decidió hacer puré unas bananas para darle a su bebé, quien un poco más activo las comió con gusto. Después de eso; se dedicó a mantenerlo entretenido con sus pocas pertenencias, que se reducían a una cuchara y un tazón de madera. Sintió una brisa correr dentro de la cueva; eso fue señal para volver a quitarse la ropa y cambiar a su lobo.

La caverna era algo fría cuando oscurecía y era mejor para él, cubrir a su cachorro con el calor corporal que emanaba su forma animal, lo tomo con el hocico de su camisita y con cuidado lo colocó en su cuna para luego rodearla y protegerla.
Su bebé parecía amar cuando se transformaba en lobo ya que siempre reía jugando con su pelaje.

Él también lo disfrutaba, jugaba con él haciéndole cosquillas en las orejas o en sus bracitos, le encantaba escuchar sus pequeñas risas y su sonrisa radiante le hacían olvidar todo lo malo que había pasado. Se había hecho una promesa, no dejaría que nadie dañara a su hijo... Nadie.
E incluso daría su propia vida por él, ahora eran sólo ellos dos, eran una familia a pesar de ser pequeña. Pero no le importaba, él era feliz con su cachorro y nunca dejaría de serlo.

歴史; サンアンドムーンWhere stories live. Discover now