Albania

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La humedad del lugar penetró la piel de Lily. El poco maquillaje que usaba comenzó a correrse por su cara y sintió como el sudor resbalaba por su cuello. Respiró profundo antes de girar su cabeza y encontrarse con un Scorpius asustado que la miraba fijamente.

—Lo siento—murmuró.

Pero Lily no respondió, dio media vuelta y comenzó a caminar colina abajo mientras se quitaba la sudadera que traía puesta. Pasó junto a varios restaurantes y se ganó la mirada de varias personas. Su outfit londinense, que no combinaba con el calor albanés, y su cara de molestia eran un gran tema para que la gente hablara.

Se encontró con una tienda de autoservicio dentro de una gasolinera y al darse cuenta de que no tenía dinero muggle ni mucho menos moneda albanesa maldijo por quingentésima vez a Scorpius. Persona que apareció corriendo, con mucho sofoco, frente a ella. El fleco de su cabello rubio se pegaba en su frente y había desabrochado los dos primeros botones de su camisa, al igual que ella ya no usaba prenda protectora de frio en la parte superior.

—¿Tienes dinero que se pueda usar aquí? —preguntó Lily fríamente y Scorpius solo negó con la cabeza mientras intentaba recuperar su respiración—me lo imaginaba.

La pelirroja fue hacia una banca fuera de la tienda y se sentó con los brazos cruzados intentado pensar con claridad en qué hacer ahora. Lo más fácil era volver a su casa, ya había ubicado el lugar y podría regresar al día siguiente con mucha facilidad y todas las previsiones necesarias. Dejó de pensar cuando Scorpius llegó a su lado y sacó su varita.

—¿Qué haces? ¿Qué haces? —manoteó la chica—guarda eso.

—Necesito agua.

—¡No puedes usar la varita en público!

Pero Scorpius la ignoró, tomó una piedra del piso para transformarla en un vaso y después murmuró: Aguamantí. La sed de Lily pudo más que su orgullo y aceptó la bebida que el rubio le ofreció.

—¿Estas más tranquila? —preguntó Scorpius.

—¡No! —se levantó rápidamente—¿Cómo se te ocurre aparecerte de esta manera y traerme contigo?

—Lo siento, Lily—repitió—el castillo se me vino a la mente con mucha claridad y el primer impulso fue aparecerme. Pero te juro que algo puedes encontrar aquí.

Se cruzó de brazos, golpeó el piso con el pie y respiró profundo para poder seguir con la conversación de forma más tranquila.

—Necesitamos alimento, hospedaje, ropa y no tenemos dinero—dejó ver.

—Somos brujos—se alzó de hombros.

—¿Ya desafiaste las leyes de la magia y sabes cómo crear comida? —alzó una ceja

—Creí que en la academia de aurores te habían enseñado a sobrevivir a la deriva.

—Te enseñan a planificar misiones, no a aparecerte por impulso.

—Suena razonable.

Se quedaron unos minutos en silencio mirando alrededor y sopesando las opciones que tenían.

—Deberíamos volver a Londres y yo regreso mañana—sugirió Lily.

—Este lugar no sería importante para la familia Black si no hubiera magia cerca—concluyó Scorpius— además estoy seguro de que mis empresas tienen negocios aquí, solo déjame pensar por donde podemos iniciar. Mira ya esta anocheciendo, podemos ver la puesta de Sol en lo que me llegan ideas a la mente.

Antes de acceder a su propuesta lo miró fijamente. Se preguntó si su rabia era por la imprudencia de Scorpius y la intromisión en sus asuntos laborales o se debías más al hecho que estaban solos en otro país y tenían qué convivir para subsistir. Ni en sus pensamientos más profundos se imaginó estar en una situación así. Claro que había soñado que algún día se escaparían a un país lejano donde solo ellos pudieran estar, pero de eso a estar deshidratándose en medio de un lugar despoblado había mucha diferencia.

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