¡Nos casamos!

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La tarde estaba nublada cuando Lily se apreció en Charing Cross. El frio de invierno comenzaba a hacer sus primeras apariciones llevándose las hojas secas sobre el pavimento. Aun así, la pelirroja admiró lo que aún quedaba en el paisaje de su estación favorita, mientras se encaminaba a un bar al fondo de la calle donde se encontraría con sus mejores amigos.

No fue sorpresa que al cruzar al umbral la mayoría de las personas la saludaran con gesto de amabilidad, era nada menos que la buscadora estrella de Los Pride of Portree, y claro, también la hija de Harry Potter. Aunque esto ultimo no le hacía gracia, llevaba 21 años conviviendo con ello. Sus amigos se encontraban en una mesa alumbrada con muy poca luz hasta el fondo del salón, en su rostro automáticamente se formó una sonrisa y corrió con ellos. Helana Zabini y Aleix Nott la recibieron con un abrazo y varios besos en el rostro.

—Cada día estas más grande—expresó Aleix al verla.

Los ojos cafés de Lily rodaron. Siempre hacían esos comentarios para evidenciar que era la más pequeña de ellos, pero también a eso ya estaba acostumbrada. Tenía que reconocer, aunque nunca lo diría en voz alta, que le gustaba ser la menor de sus amigos más que de sus hermanos, pues al menos los primeros no la sobreprotegían tanto, a pesar de tener la misma edad que Albus y James, Helena tenía 23 y Aleix 25.

—Que sean tres tarros de hidromiel—pidió Aleix al camarero con una sonrisa.

—Enseguida—respondió este sin dejar de ver a Lily.

Para el mundo mágico era difícil de creer que el apellido Zabini y Nott formaran una amistad con el Potter, sobre todo después de que la famosa familia tuvo ataques varios años atrás por temas de magos tenebrosos aún existentes. Pero el sombrero seleccionador forjó el destino de Lily mandándola hacia Slytherin a la edad de 11 años.

—¿Qué tal América? —preguntó Lily dando un trago a su bebida.

—Muuuy bien—enfatizó Helena

Lily, que la conocía tan bien, frunció el ceño y la miró interrogativa. Su amiga, alzó su mano y mostró el diamante en su dedo índice que resplandecía por todo el bar. Sin ocultar su emoción Lily se llevó las manos a la boca y pataleó.

—¡Por fin! —exclamó—¡Que emoción! Cuenten conmigo para todo.

—Esa es la idea—aclaró su amiga—eres la primera en saberlo.

La pelirroja se lanzó a sus brazos nuevamente y les expresó cuanto los quería. Nadie mejor que ella conocía la historia de amor entre ellos. Como en Hogwarts se hicieron amigos gracias a ella y después Helena fue pieza clave para que Aleix no cayera en las artes oscuras como su abuelo y su padre.

Pasaron la tarde hablando de eso, de su estancia en el colegio y las noches viendo estrellas en la torre de astronomía. Ese tema llevo a otro que Lily quería evitar a toda costa, pero que era imposible.

—¿Y Malfoy?—pregunto Helena.

—Ustedes deben saber mejor que yo, sus padres son muy amigos ¿no?—respondió de mala gana.

—Nos referimos a su amistad—indicó Aleix—¿Por qué ya no se hablan?

—Si nos hablamos, sigue siendo amigo de Albus y de Rose.

—Pero ellos no regresaron, ¿o sí? —insistió Helena.

—Chicos, soy jugadora de Quiddtich profesional y auror. No tengo tiempo de indagar en la vida de Malfoy o de mi prima. A veces ni siquiera sé qué hacen mis hermanos.

Aleix alzó sus manos en señal de rendición.

—Era simple curiosidad—añadió el chico—Entonces, ¿todo bien entre ustedes?

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