No te vayas

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Lo que pasó a continuación fue intenso, raro, increíble y real. Como todo en ellos. Pero, por primera vez, se sintió bien.

Lily se apareció en el callejón detrás del edificio de Scorpius y corrió acera arriba para llegar al departamento lo antes posible. Esquivó a varias personas, que la miraron con extrañeza, antes de quedar parada frente a su destino. Sintió un hueco en el estomago y un palpitar acelerado en su corazón. Suspiró y se armó de valor. Presionó el timbre y se mordió el labio mientras esperaba que la puerta se abriera.

Scorpius se llevó el brazo a la cara para tapar su rostro al escuchar el timbre de la puerta. Seguramente era la agencia inmobiliaria que se encargaría de vender el departamento. El timbre volvió a sonar y ahora se colocó una almohada arriba de la cabeza. Tercer timbrazo. Molesto, se levantó del colchón inflable que había transformado, pues ya no tenía muebles, y aventó la almohada con fuerza. Le dolía horrible la cabeza y las nauseas se hicieron presentes. No quería ser grosero, pero no podía creer que estuvieran tocando a su puerta con tanta insistencia en domingo antes de medio día. Ni siquiera se fijo en que no traía playera, pero eso fue la ultima cosa que le importó al ver quien se encontraba del otro lado del umbral.

No tuvo tiempo de decir nada, Lily se abalanzó a él y lo besó. Sintió sus labios rígidos, pero eso no le impidió colocar las manos en su pecho desnudo y forzar con su lengua para que él le respondiera. Se desesperó de no tener respuesta y aumentó la intensidad de su beso y sus caricias, empujando a Scorpius hacia la pared.

El rubio tomó las manos de Lily, las quitó de su cuerpo y se alejó de ella.

—¿Qué pasa?—preguntó Lily confundida y con el corazón latiéndole con fuerza a velocidad inmensurable.

Scorpius se llevó la mano a la cabeza y se despeinó. Caminó hacia la cocina y se recargó en la barra tomando una bocanada de aire, evitando el contacto de los ojos de Lily que lo miraban fijamente.

—¿Scorpius?

—¿Qué, Lily?—preguntó con frialdad.

Lily se acercó y volvió a buscar los labios de Scorpius, quien volteó el rostro.

—¡Qué demonios te pasa!—preguntó desesperada.

—¿Qué te pasa a ti, Potter?

Le hablaba por su apellido, las cosas pintaban bien.

—Semanas sin saber de ti, ¿Y te apareces así?

—¡Hace unos meses dijiste que era lo que querías!

—¡Y tú dijiste que ibas a vivir con Philip!—reclamó—Entendí que no querías arriesgarte a estar conmigo y que preferías tu relación de portada de revista. Así que, como comprenderás, decidí seguir con mi vida.

Lily lo miró con la boca abierta. Tenía ganas de golpearlo, pero a la vez de hacerle entender todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

—¿Entonces por qué mandaste a Rose a hablar conmigo?—preguntó finalmente.

Scorpius frunció el ceño.

—Yo no mandé a nadie. Pero al parecer, después de años decidiste escuchar la verdad de las cosas.

—Tu no entiendes nada—reprochó Lily mientras comenzaba a caminar en círculos—siempre tuve claro que te quería, pero sentía que traicionaba a mi Rose y no podía vivir con ello.

—Yo también, Lily—confesó—tú crees que yo soy un hombre que quiso jugar con las Weasley, que solo pensé en mí y no importaba su relación. Pero no es así, solo que yo confesé las cosas 7 años antes que tú.

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