Marriage Market

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Con todo el enredo ocurrido con Peeves, James Potter había conseguido exactamente lo que quería: Recuperar la atención de Daerhys. Si bien la chica ya no intervenía respecto a sus bromas, al menos no lo ignoraba. Lo cual él consideraba una mejoría.

Sin embargo, él no sabía las razones detrás de este cambio. Si bien Daerhys se había propuesto mostrarle una faceta indiferente después de enterarse que besó a Wendy mientras ella estaba fuera de Hogwarts, luego se dio cuenta que en realidad no tenía sentido. Sí, James estaba prácticamente jugando con ella, al igual que jugaba con cualquier chica que se atravesara en su camino.

Pero en el fondo su corazón lo quería, era su mejor amigo, del cual estaba irremediablemente enamorada. Era su mejor amigo, el cuál perdería una vez que se acabase el curso, por lo que haciendo uso de la parte más racional de su cerebro intentó dejar de lado los celos que sentía por la traición de James.

¿Realmente podía llamar mejor amigo a un chico como él? Definitivamente no, pero eso no importaba, de todos modos lo perdería en unos pocos meses. Todo estaba empeorando.

Las cosas en el mundo mágico se torcían cada vez más, si bien su familia había aceptado la propuesta de mudanza a la comunidad Rusa, su protección estaba viéndose comprometida. Los rumores que llegaban desde el extranjero comunicaban que se otorgaba mayor protección a las familias sangre puras. Vaya sorpresa.

Lo único que lograban con la diferenciación sanguínea era una cosa: Joder a las hijas de las familias mestizas. ¿Por que qué es mejor moneda de intercambio que los hijos?

Se empezaba a establecer el mercado matrimonial, las familias mestizas desesperaban por casar a sus hijas con el primer sangre pura que encontrasen en el camino. Una decisión cuestionable pero inteligente. Todo por la supervivencia.

La situación de Daerhys no era diferente, quizás un poco sí. Sabía que sus padres jamás la forzarían a un matrimonio arreglado, pero también sabía que hasta ellos lo habían considerado. Era su mejor opción siendo mestizos y extranjeros, la mejor opción para evitar la muerte, o al menos para no ser parte de la primera ola de víctimas del Señor Tenebroso.

Otra disyuntiva se creaba en la mente de Daerhys ¿Estaba dispuesta a sacrificar su felicidad por la supervivencia de quienes amaba? ¿Por la supervivencia de sí misma? ¿Si no aceptaba, incluso tendría la opción de ser feliz o la asesinarían antes de poder siquiera intentarlo?

Todo estaba dado por posibilidades, de igual forma ¿Qué sangre pura querría casarse con una mestiza? El 70% de los sangre puras estaba apoyando al Señor Tenebroso. Los únicos mestizos con creencias fuera de la pureza estaban comprometidos o en Hogwarts estudiando, lo cuál reducía mucho las opciones a considerar.

Claro que dentro de las fantasías más profundas e infantiles de Daerhys había un sangre pura con el cual estaría más que complacida de comprometerse: James Potter.

Definitivamente había enloquecido un momento al pensar que esa era siquiera una posibilidad, James había demostrado ser un adolescente inmaduro que no sabía lo que quería; pero estaba segura que comprometerse no estaba entre sus planes, al menos no con ella.

Una voz la sacó de su ensoñación - Eh, Erys - una mano moviéndose frente a su cara había aparecido y fue suficiente para que Daerhys se interese en ver quien estaba hablándole

Sirius estaba frente a ella mirándola con las cejas fruncidas - ¿Qué haces viendo fijamente a los Slytherin de nuestro año? - Daerhys se había quedado analizando a cada uno de sus compañeros sangre pura, si encontraba uno que le gustase lo suficiente, quizás podría considerar entrar al mercado matrimonial. El sacrificio no resultaría tan tortuoso si encontraba a alguien medianamente agradable y de preferencia sin afición a las artes oscuras.

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