Kissing the snake

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Una slytherin furiosa perseguía a Daerhys por los pasillos del castillo. El comportamiento de James iba de mal en peor y los slytherins eran quienes pagaban por la ira del chico.

— ¡Tienes que detenerlo! — gritaba desesperada Yvanka a la rubia que caminaba con indiferencia por los pasillos — ¡Es malditamente insoportable! — decía la chica de túnica verde desesperada.

Daerhys seguía caminando a paso tranquilo ignorando las súplicas de su amiga — Por más que quisiera — mencionó con un suspiro — James Potter no es mi responsabilidad — dijo haciendo una seña de indiferencia con los hombros.

Yvanka intentaba convencerla de ponerle fin al absurdo comportamiento del chico — Erhys, ya no aguanto más. Incluso estoy planteándome mudarme a tu habitación — dijo ella con dramatismo — No pasa un solo día en que no nos caiga una broma de parte de tu miope de mierda — habló con enojo e intentado hacerla entrar en razón — ¡Tenemos que dormir con un ojo abierto! — gritó.

Y es que lo que Yvanka Vólkov decía era cierto, después de los incidentes en el Lago, el gryffindor con problemas de la vista no hacía más que molestar, y con especial empeño a los alumnos de slytherin. Despertaban acechados por bombas fétidas; comer ya ni siquiera era una opción, no sabían cual de todas las comidas de su mesa terminaría cambiándoles la piel de color o los dejaría vomitando babosas el resto del día. Eso era prácticamente acoso. Parecía que James Potter era un experto en cómo hacer sentir acosada a la gente.

Daerhys fingió que se lo pensaba, llenando de esperanza a Yvanka — Mmm... — balbuceó haciendo como si deliberara en su mente qué hacer, finalmente con un mueca respondió — No, esta vez seré inflexible — dijo finalmente — Yo no tengo porqué intervenir, si quiere ser un idiota, pues adelante — dijo con desdén.

— ¡Nunca creí que tu novio sería tan cabrón! — le gritó ella a la rubia — ¡Acaso no sabe que la primera regla del noviazgo es tener la aprobación de la mejor amiga de la novia para llevar una relación sana y fructífera! — mencionó rodando los ojos.

Daerhys abrió la boca sorprendida en señal de indignación — ¡Él no es mi novio! — gritó con las mejillas tornándose rosadas.

— Pero bien que quisieras que lo sea — respondió la slytherin intentando molestar a su amiga — Además, no hay porque sonrojarse nena — dijo ella con total tranquilidad — Lo besaste en la fiesta, no una vez — mencionó con una risilla — Sino dos veces, y quizá hubiesen sido tres si es que McGonagall no los hubiese interrumpido.

Daerhys intentó cambiar de tema — ¿Qué no era que tú lo despreciabas? — dijo ella desviando la conversación.

Yvanka suspiró e intentó buscar una respuesta coherente — No sabes cuanto lo desprecio — dijo ella dándole la razón — Pero si un beso tuyo es lo que necesita para calmarse y dejar en paz a slytherin ¿Quién soy yo para oponerme? — dijo ella finalizando la conversación y dejando a Daerhys muy estresada.

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Daerhys tenía toda la convicción, si tenía que llegar a fin de año ignorando deliberadamente todas las acciones de James Potter que resultaban perjudiciales para los alumnos de su alrededor, lo haría. Aunque por momentos la culpa la invadía, ella sabía que con una palabra bastaría para detener el sufrimiento de sus compañeros.

Sería tan sencillo como acercarse a James y decirle "Detente", pero eso significaría que él ganara; consiguiendo lo que quería, como siempre.

Esta vez Daerhys no le dejaría ganar. Era momento que él se arrastrara por ella.

James Potter era hijo único, lo que él pidiese jamás se le sería negado, de allí su fuerte voluntad de conseguir lo que quisiese. Y de allí su miedo al rechazo, a él nadie lo rechazaba, él consideraba que merecía ser infinitamente amado, tal y como fue criado.

DicotomíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora