S E I S

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— ¡Y no tengo idea por qué se metió, así que vengan ya! —Rubius mandó el audio a Alexby. El pelinegro suspiró y sobó su sien.

— Anda, rompe con mi paciencia —Samuel se recargó del asiento.

— ¡Es que es imposible que seamos novios! —Rubén daba vueltas en su lugar, confundido y de brazos cruzados, aun con el celular en su mano.

— Bien, ya la rompiste —Samuel se recargó del asiento.

— ... N-no te conozco... Dios... ¿Perdón? —El castaño se detuvo, se sentía con cierta culpa.

El pelinegro lo miró con compasión, el castaño se recargó de la pared, con cierta dificultad para respirar. Samuel se acercó, y con delicadeza tomó la mano de Rubén y la sostuvo en la suya. Samuel miró a Rubén, tranquilamente. Entonces, el castaño tranquilizó su respiración.

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En la cocina, en la mesa, estaban sentados ambos chicos, con unas tazas con té. Rubén meneaba su cuchara, y lanzaba vistas rápidas al del frente, quien estaba concentrado en su té.

— ¿Cuánto tiempo "andamos" juntos? —preguntó Rubén.

— Hmm, no hace mucho.

— No recuerdo nada, tío.

— Está bien, no te preocupes. Volvamos a conocernos —le sonrió—. Como la primera vez, eso estaría lindo.

— ¿Qué coño dices? Creo que no me conoces lo suficiente —bebió—. Es que no entiendo. No soy una persona al que alguien le pueda gustar.

— Bueno, a mí sí. Y repetiría cada encuentro.

El castaño hizo una mueca, y prendió la pantalla de bloqueo de su celular, ninguna notificación aún. Entró a Whatsapp y el mensaje seguía sin abrir. Ya le había reenviado el audio a Mangel, pero era el mismo caso.

— Si mis amigos tuvieran la oportunidad, dudo que quisieran conocerme de nuevo —se obligó a reír—. Mucha gente, en realidad.

Samuel se levantó y dejó la taza en el fregadero. Se acercó a Rubén y lo levantó. Tomó ambas manos y salieron a la sala.

— Conozcámonos, juguemos algo, ¿Verdad o reto? —soltó Samuel, estirándose.

— Ehhh, ¡reto! —dijo el castaño, tambaleándose un poco.

— Deja el celular un buen rato —el pelinegro le arrebató rápido el celular, retrocediendo. Rubius se quejó, e intentó avanzar, pero su cuerpo se sentía tonto y torpe. Samuel lo sujeto antes de que pudiera caerse y lo empujó suave al sillón. Dejó el celular en una repisa alta.

— Mi turno, te reto a devolver mi celular —protestó el castaño sentado, habló molesto.

— Ni siquiera dije si verdad o reto, tonto. ¡Elijo verdad, entonces!

— Hmm... A ver... ¿Tu edad y de dónde eres? —subió los pies y se acomodó.

— 26, y vivo en un rancho, al norte del país. Mi turno, ¿verdad o reto? —caminaba alrededor de la sala.

— Reto, reto.

— Joder tío... Te reto a cargar a Raspy abrazándola fuerte.

— ¿Quieres que me rasguñe toda la existencia? —negó— Pasó... Espera, ¿cómo sabes de Ras-

— Tu turno, entonces —interrumpió.

— ¿Verdad o reto?

— Verdad —encogió los hombros.

Delirio [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora