C U A T R O

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Entonces salió Mangel del baño, recién bañado, que hizo llamar la atención de sus amigos. Ellos miraron a Mangel y él se quedó quieto.

— ¿Qué miran?

— ¿A dónde vas? —pregunto Alex.

— ¿A ningún lado...? —respondió inseguro.

— Entonces, ¿por qué estás limpio?

— Porque yo mantengo una buena higiene —caminó hacia ellos secando su cabello. Se sentó en el largo sofa—, algo que ustedes cerdos no tiene.

— Yo me bañé ayer —defendió Alex volviendo al juego.

— Igual yo —dijo Rubius.

Mangel los dejo jugar y él se dedicó a mirar su teléfono, pues tenía muchas notificaciones, así que decidió empezar por WhatsApp y emocionado notó el mensaje de Lolito. Sin dudarlo entró y se pasmó al leer los mensajes. Reflejo el impacto en su rostro.

Alex lo miró rápido y volvió a verlo más tiempo, notando lo tenso en su cara.

— ¿Pasa algo, Mangel? —Alex regresó su mirada a su juego.

— Ha... Algo —Mangel estiro el teléfono a la vista del menor. Alex tardo en echarle un vistazo, unos segundos después, pauso el juego; Rubén se quejó. Y Alex tomó el celular leyendo e inhalo medianamente sonoro.

El timbre sonó 3 veces, lo cual el castaño se levantó para ir a abrir, soltando un bufido.

Los dos amigos se miraron nerviosos.

Rubén bajo las escaleras, no mostraba ningún interés, ni ánimos. En realidad, estaba algo vahído este día. Llegó a la puerta y la abrió, llevándose una sorpresa:

— ¡Sorpresa! —gritaron Lolito y Fargan.

Sin pensar Rubius cerró la puerta, se dio media vuelta y dio un paso.

— ¡Rubius! —gritaron Mangel y Alex.

— No es nadie importante —avanzó hasta sus amigos.

— Tío, ya vas a empezar —volteó los ojos.

Mangel se ahorró discutir y se dirigió a la puerta. La abrió y salió, cerrándola a sus espaldas. Vio a los 2 autoinvitados, en silencio. El de lentes se sobó el puente de la nariz y respiró pesadamente.

— ¿¡Estáis tontos o algo así!? —gritó en bajo.

— ¿Por? —cuestionó Fargan.

— Ni entramos y ya nos están echando la bronca —quejó Lolito—. No te molestes, hasta te avisé, mi niña.

— No es eso, lo que pasa aquí es que —estiró con sus manos su cara hacia abajo algo desesperado—. Pocas veces, Alex y yo los invitamos a la casa ¿cierto?

— Cierto —contestaron.

— Nunca ha estado Rubius cuando lo hacemos, ¿cierto?

— Ah, es verdad —comentó Lolito—, nunca me había fijado en eso.

— ¿Y? —cuestionó Fargan.

— ¿Qué tiene que ver eso, mi niña? Es más feo no incluirlo.

— Es que él es muy, mucho, demasiado celoso —habló Mangel nervioso.

Los dos auto–invitados se miraron callados por unos segundos y luego rieron.

— Pfff, por favor Mangel —rio lolo.

— No, no, ¡es verdad! —defendió Mangel—. Y es algo grosero -incluso violento en algunas ocasiones-, así que Alex y yo preferimos reunirnos o en otro lugar o cuando no esté.

Delirio [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora