U N O

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— ¡RUBIUS! —gritó Alexby lejanamente, abajo en la cocina.

El castaño brincó tantito de su posición. Estaba sentado dormido, recargando su espalda en el respaldo de madera vieja.

— Argh, fuck —quejó al dar el pequeño salto. Sintió su espalda baja entumida por la posición y su cuello adolorido por colgar su cabeza. Tomó su celular y se dio cuenta de la hora; 10:45 AM.

Se levantó pesadamente, bufando se puso sus pantuflas. Su cabeza empezaba a brindarle piquetes desagradables y finitos, "quizás es la luz" pensaba.

Se talló un ojo y bajó, encontrándose a sus amigos en la mesa desayunando, o bueno, terminando de hacerlo.

— Ah... buenos-

— Tu desayuno probablemente ahora es una piedra, así que caliéntalo —interrumpió Alex y bebió en su vaso terminando la indicación.

— Buenos días, Rub —dijo Mangel devorando un pedacito de sándwich y chupando sus dedos.

— ¿No nos escuchabas? Tenemos rato gritándote —dijo Alex.

— Perdón, no dormí bien —se acercó a la estufa calentando su sándwich y el huevo que estaba en el sartén—, y apenas y escuché ese grito. Había dormido, pero Raspy me despertó.

— Te he dicho que saques a tus gatos de tu habitación antes de dormir, ellos son nocturnos y tú tienes un sueño ligero —contestó Mangel.

— Ya —pasó sus alimentos a un plato y se acercó a la mesa— pero ella estaba bien escondida, de seguro debajo de mi cama —comenzó a desayunar.

— Hay que adoptar un perrito, son más guays —dijo Alex levantando su plato y vaso.

— No se te ocurra —quejó Mangel—. Nuestros gatos ya son los reyes de aquí.

— Podrían llevarse bien, tío —defendió el menor.

— Wilson, Johnny y Raspy no opinan lo mismo —Mangel bebió todo el contenido del vaso y se levantó a dejar sus platos en el fregadero.

— Yo me voy a alistar, que si no me retrasó —dijo Alex yéndose a su habitación.

— Igual yo. Quede en ver a mi cliente para enseñar el trabajo, regresaré en la tarde más o menos —comentó Mangel empujando su silla adentrándola a la mesa y dejando la cocina.

— Sí... —dijo mascando su comida y viendo como sus dos amigos se alejaban. No era fan de comer solo, pero entendía que era su culpa levantarse tarde y sabía las responsabilidades de sus amigos.

"Ellos no lo hacen por maldad, tienen empleo y deben de ser puntuales" —pensó—, "basta, Rubén, no pienses más, mi cabeza duele..." —hablaba mentalmente mientras fruncía su rostro a la par que mascaba—, "me veo ridículo entre ellos, ¿qué soy yo? Un empleado que sirve para una franquicia de comida rápida con un salario de mierda" —hacía gestos conforme su auto plática mental—. "Bueno, al menos aporto algo, atiendo a mis gatos... Y me sirve para comprar eso... no, ya no debería; estoy cansado de esta mierda. ¿Qué sería de mí con sus oportunidades?" —no paraba de masticar, pero sus nervios por tragar se presentaron.

Sin más vueltas y con la comida más triturada por sus dientes se envalentó y tragó con dificultad, apretando su silla con una mano y la otra al bordo de la mesa. Sintió la comida detenerse y sin más la escupió. Su ansiedad y nervios le incitaba a temerle al tragar y así tensando su garganta.

Jadeo nervioso, y del esfuerzo sus ojos se humedecieron. No era la primera vez, eran varias y casi siempre en el desayuno. Se tranquilizó como pudo, y prefirió agarrar su celular y poner algún video de YouTube.

Delirio [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora