Capítulo Seis:

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Senjuro trastabillo, aun no podía aceptar dejar a su padre atrás, ya había perdido a su madre, su corazón no podría soportar perder al hombre que más admiraba en la vida de la forma más vil y horrible que podía morir un cambia formas, ejecutado por traición.

Kyojuro lo agito un poco por los hombros, Senjuro se había perdido completamente en sus pensamientos, ¿Quién no? Escuchar los gruñidos, la pelea y el largo y agonizante lamento de un lobo herido a la distancia, podría desquiciar a cualquier y más si era un ser amado que pensabas muerto.

— Es lo que nuestro padre quiere, se había lamentado todo este tiempo por entregarte a un compañero que no te correspondió y te hizo tanto daño, es su penitencia por no protegerte — Senjuro lo miro con los ojos grandes de ciervo deslumbrado ¿Su padre se sentía de esa forma? ¿Cómo hubiera podido anticipar todo lo que Tanjiro le había hecho? ¿Su penitencia? Shinjuro solo lo había apoyado hasta donde su rango lo había permitía, si hubiera hecho algo más, hubiera sido una notable violación a la autoridad de Tanjiro, muchas veces antes le había sugerido escapar, había pensado más allá de su posición en la manada, su honor como beta, pero en la estupidez de Senjuro en pensar en que las cosas cambiarían, que el vínculo que compartían seria lo suficiente fuerte como para atraerlo, que iluso y tonto había sido, Tanjiro jamás cambiaria a esa mujer que lo tenía embrujado y ahora estaba aquí, perdiendo a la personas que más amaba en la manada.

Furia y rencor limpio sus lágrimas, sus hermosos ojos claros miraron a su hermano con un brillo inusual de decisión, Kyojuro lo miro con sorpresa, nunca antes había visto esa clase expresión en Senjuro, tan llena de rabia, coraje y determinación en el rostro del dulce Senjuro, siempre un omega, tan sumiso y digno de su posición, tan medido y correcto, era tan refrescante mirar al verdadero rostro de su hermano.

— Hay que seguir — dijo con resolución fuerte y alto.

Mientras sus pies descalzos pisaban por última vez el territorio de su manada de nacimiento y de la manada del que fue su compañero, la brisa fresca golpeando su desnudo cuerpo al correr, cambiando con tal naturalidad, que ya los huesos rompiéndose y agrupándose con la gran facilidad en la fracción de segundo que tomaba el cambio.

Un pequeño lobo blanco alzo la cabeza, los omegas siempre eran blancos, los únicos de ese color, era el indicativo que eran omegas, nunca tan grandes, pero sus patas agiles tenían algo que decir, no fueron hechos para guerreros, esperando a que su hermano liderada su escape.

Senjuro no podía recordar cuan extenso era el territorio de la manada de Tanjiro, cualquier ruta que tomaban los llevaban a acantilados llenos de tierra y hierva con una hermosas cascadas de agua dulce o extensos y densos bosques difíciles de traspasar, era como una gran fortaleza natural.

Senjuro estaba cansado, la carrera, perder a su padre y a su mismo compañero lo habían agotado tanto física como mentalmente, empezaba a rondar un pensamiento oscuro y aterrador, comenzando a crecer como mala hierba, haciendo raíces en sus pobres pensamientos.

Debió dejar que lo encarcelaran, lo torturaran para sacarle una mentira de sus labios y ser cruelmente decapitado, así quizás todo esto no hubiera pasado, su padre muerto por protegerlo, su hermano despojado de su posición y titulo.

Pero al recordar la dulce vida creciendo en su vientre, su cachorro de su compañero que nunca seria suyo, le daba fuerzas para seguir adelante, o quizás Tanjiro sería lo suficiente piadoso en dejarlo dar a luz antes de que lo asesinaran tan injustamente.... No, la serpiente que era Kanao, lo envenenaría al punto en que Tanjiro odiaría a su propio hijo y cuando naciera y supieran por su olor que era del propio alfa, su cachorro nunca estaría en paz, ella siempre buscaría la oportunidad de destruirlo.

Déjame Tenerte ⌠TanjiSen⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora