Parte 1

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Ya era muy tarde, demasiado tarde.

Se sentía débil, algo mareado, sus piernas temblaban. Miró a su padre, este también le miró, y le sonrió, no notaba que su querido hijo estaba arrepintiéndose de todo, suplicándole con la mirada que no lo llevara al altar, donde su futuro esposo lo esperaba.

La marcha nupcial empezó a sonar. Su padre enrolló su brazo con el suyo, y comenzaron a caminar.  Podía sentir la mirada de todos sobre ellos, se limito a sonreír, fingiendo que realmente quería estar ahí.

Llegaron al altar, su padre le soltó, y una vez más le sonrió. Miró a Seokjin, su futuro esposo, quien le sonreía tímidamente, y lo esperaba con el sacerdote. Dio unos cuantos pasos, hasta estar cerca de Seokjin. Sus miradas se conectaron. Y sintió sus ojos humedecerse. No quería casarse, no con él. Pero no podía hacer nada. Nadie le podía salvar.

El sacerdote comenzó a hablar. El tiempo pasaba demasiado lento, como una tortura, quería que se acabara ya. Poco a poco, comenzaba a aceptar que su destino era ese, que ya estaba escrito. No culpaba a su padre, para nada, su madre era quien tenia toda la culpa. Esa mujer interesada y terca, vil y sin corazón, no entendía cómo su padre seguía con ella, pensó que, el amor lo tenia cegado. 

Su padre había heredado unas tierras, que le aportaban mucho dinero, y como antes se mencionó, su madre, una persona interesada, se casó con él. Pasaron los años, y las tierras dejaron de ser tan efectivas, los cultivos se echaban a perder. El dinero disminuyo. Ya no se podían dar los lujos que antes se permitían, y a decir verdad, eso nunca le importó, pero su madre... 

Cuando cumplió los 21, su progenitora le presentó a la familia Kim, una familia adinerada, igual que ellos hace algunos cuantos años. 

Conoció al joven Kim Seokjin, hijo único de la familia Kim. Tuvieron conexión inmediata, sentía que era cómo el amigo que nunca tuvo. Siempre estuvo solo, sin compañía, los sirvientes y su maestra privada (ya que recibía clases en su casa), eran los únicos con los que hablaba regularmente. Los jóvenes siguieron hablando, y repentinamente, se le anuncio su casamiento.

¿Perdón?

¡Sí! —habló su madre con emoción— Los padres de Seokjin aceptaron y ya se esta empezando a organizar todo.

¿Y Seokjin? ¿Él aceptó?

Cariño, deberías estar alegre, —ignoró la pregunta de su hijo— en unos meses te casaras con el chico al que amas- 

Le interrumpió— No lo amo, madre. Solo somos amigos.

— Déjate de tontearías, Jimin. —dijo con un tono de voz más serio.

Se sintió peor al saber que Seokjin tampoco estaba enterado de eso.

Tengo miedo. —le dijo con un nudo en la garganta.

Yo también, Jimin-ie. Pero, no podemos hacer mucho. Solo hagamos que esto funcione, ¿sí? —no le contradijo, ninguno contradijo a sus padres, nunca en su vida lo habían hecho y no se sentían capaces de hacerlo ahora.

Se sentía perdido, como nunca antes se habia sentido. Su mente daba vueltas y vueltas, pensaba y pensaba, pero no llegaba a ninguna solución, no le quedaba más que afrontar todo eso.

— ¡Yo me opongo! —se escuchó una fuerte voz interrumpir el lugar, formándose un eco poderoso, que retumbó por todo la iglesia.

Los murmullos no tardaron en llegar. 

Se volteó, y se sintió desmoronarse. Era él.

¿Él o yo? - NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora