Corro como una loca hacia abajo por una impresionante avenida de Turín. Llevo dos rollos de tela y bastante prisa por acabar unos detalles de un nuevo conjunto que estoy haciendo.
—Ciao, Anya!—me saluda una señora. Me fijo y es la señora Lombardi. Ruedo los ojos y freno según me acerco a ella.—¿Cómo lo llevas?
—Bueno, vi a Gianmarco hace... Dos días, creo que fue. Y me dijo que lo habíais dejado.
—¿Qué? No lo hemos dejado, señora Lombardi.—se me encoge el corazón.—De hecho, anoche estuvo en mi casa. No sé de dónde ha sacado usted eso, pero creo que debería ser un poco más cuidadosa con lo que dice.—Me marcho enfadada y de nuevo camino hacia casa a la mayor velocidad.
Al llegar, no dudo ni un segundo y con las manos temblando busco su teléfono. Dos, cuatro, seis tonos hasta que por fin contesta.
—Eres... ¡Eres un inconsciente!
—Scusa?—contesta una voz femenina.—¡Gianmarco! Es una tal... Anya.
—Bella, no vuelvas a contestar a mi teléfono, por favor.—se oye lejano—¿A... Anya?
—¿Qué mierdas le has dicho a la señora Lombardi? ¿Así de rápido lo acabas? ¡Habla, joder! ¿Quién diablos es Bella?
—Anya, cálmate. Tienes que escucharme.
—No empieces con las mentiras, te lo ruego. Estoy harta de ellas. Me mientes una, y otra, y otra vez. ¿No te das cuenta?
—Déjame que vaya a tu casa a explicarte todo, por favor.
—Te espero en mi casa. —cuelgo y suelto el teléfono cansada de esta mierda.
Me he dejado la música encendida antes de irme, y suena Passionfruit de Drake, y pongo en pausa sus ritmos porque necesito estar en silencio. Miro por la ventana, pienso en mil y una cosa y sufro más de lo que me gustaría a mí.
Conocí a Gianmarco en un momento dulce de mi vida, teníamos 17 años, el amor era joven (aún lo es, pero a diferentes medidas), y era ese chico de ensueño. Amor a la italiana, me gusta decir. De ese que te engatusa y te hace soñar con bellas serenatas de la mano de alguien. Soñamos mucho para lo jóvenes que éramos. La cosa con 20 empezó a irse a la mierda. Gianmarco dejó de ser el moreno de ojos oscuros que me robó el corazón, para ser el moreno de ojos oscuros que robó mi paz mental.
Y he seguido consintiendo esta mierda, sabiendo que no es lo que merezco. Ya estoy cansada, ya se me acaban las excusas.
Espero pacientemente y por fin toca al timbre. En silencio le abro la puerta y cierro cuando está dentro. Cruzo mis brazos en la espalda y me apoyo en la pared en silencio, mirándole a los ojos como si de alguna manera ese dolor se pudiera transmitir.
—¿Qué mentira vas a decirme ahora?—lloro—¿Qué tienes planeado, Gianmarco?
—Anya, scusa. Yo... Mira, no puedo hacerte más daño, esto tiene que acabar.
—¿Contento?—me dejo caer por la pared hasta estar en el suelo sentada con las rodillas pegadas al piso—No sé qué he hecho para que me hagas esto, te lo juro que... He aguantado tormentas y huracanes solo por estar a tu lado, pensando que todo volvería a florecer. Dime quién es Bella.
—Bella es... una de las compañeras de la oficina. Trabaja en el apartado de Administración. Empezó con miraditas y no pude evitarlo.
—¿Que no pudiste evitarlo? No mientas otra vez, no quisiste evitarlo.—Le miro desde abajo.—Lo fácil y sano que habría que me dijeras "Anya, es suficiente, quiero conocer a otro tipo de gente". Sin embargo te has callado, y me has hecho daño.
—Dejarte habría sido cruel también.
—¡No, Gianmarco! ¡No cuando no has parado de cagarla en dos años! ¡Yo ya no puedo estar enamorada de ti! Debí dejar de estarlo con la primera mentira. Pero me quedé soñando con que volverías a ser la persona que fuiste en un principio.
—No es mi culpa, Anya. Creaste expectativas en un lugar donde la esperanza no nos acompañó nunca.—Limpio mis ojos y asiento.
—Tienes razón, tú has hecho cosas mal, pero mi mayor error fue creer que un hombre volvería a ser una buena persona.—me levanto y le empujo hacia la puerta. —Mañana te tiraré la ropa a la puerta de tu casa. Eres un maldito idiota, Gianmarco.
—Anya, Anya por favor.
—Vete al diablo, idiota. No quiero nada tuyo.—una vez está fuera, que cierro la puerta de casa y oigo como las puertas del ascensor se han cerrado, doy un grito.
Quedarme a su lado jamás fue una buena idea, sin embargo era ESA persona a la que te acostumbras y no te imaginas que falte en tu rutina. El proceso de reinventarse después de una ruptura es el más duro. El batacazo que te metes contra el suelo cuando ves que cada lado de la relación crece a ritmos diferentes es peor de lo que parece, y quisiera saber cuál va a ser mi rumbo ahora. Si me esperan mejores cosas, si encontraré a alguien que me pueda complementar, si Italia es mi lugar...
Sin duda, tengo que disculparme con la señora Lombardi, sin ella yo seguiría siendo una pardilla que no se entera de lo que ocurre en realidad.
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NUEEEVO CAP Y PRIMER MARATÓN.
VAMOS A POR UNO MÁS, SE ACERCA EEEL MOMEEENTO... 🧚🏼♀️
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