La fea idea de aferrarme a algo tan virtual e inexistente comienza a helarme y a darme un pequeño golpe de realidad. Lógicamente ese golpe me llega en plena borrachera, justo cuando menos me apetece llorar. Aún así el hombro de Chiara me recibe amistosamente sin intención de obligarme a hablar en estos instantes.
—Tranquila... No llores, venga.—Chiara limpia mis lágrimas y da un beso en mi frente—Anya, cariño. ¿No crees que debemos irnos a casa?
—Pero tú no has disfrutado, ¡por mi culpa!—lloro más fuerte.
—¡No! No cariño, realmente estoy agotada por el viaje. No tiene nada que ver contigo. ¿Vale?—asiento y el camino me sirve para despejarme un poco—¿Mejor?
Pregunta Chiara con una sonrisa triste mientras subimos por el ascensor, yo respondo asintiendo. Una vez en casa, siento de nuevo el nudo en la garganta y miro a mi amiga, que al ver mis ojos brillando de nuevo, se acerca y me abraza.
—Anya, tienes que decirme qué pasa para poderte ayudar, ¿vale?
—Llevo hablando con el chico que lleva la cuenta de los poemas desde que me animaste a hacerlo en Woking, Chiara. Cada vez pienso más en él. Esta mañana le he mandado algunas fotos un poco más subidas de tono, él me ha mandado una, y le he hablado borracha. He metido la pata, porque le he contado que he rechazado a uno por él...
—Cariño, eso no tiene por qué ser malo, está bien conocer a gente nueva, porque...
—Chiara, no sé nada de él, no sé su nombre, no sé cómo es.—suspiro—no lo digo porque sienta miedo, pero me preocupa que me sienta así de atraída hacia él cuando solo sé que vivimos lejos, que le gusta la F1, que se le da bien expresarse por textos, que le gusta Taylor Swift gracias a mí y que me apoya cuando lo necesito.—de nuevo, mi amiga me envuelve y necesito llorar de nuevo.
Soy una idiota, estoy pensando así en él cuando hace unos meses he acabado con mi primera relación, que ha durado años. Estoy siendo tan sumamente tonta...
—Ven, sentémonos. ¿Por qué crees que está mal sentirte así? Tiene que ver con tu ex, ¿no?—asiento—Pero él ya no forma parte de tu vida, no estás obligada a mantenerle luto a una relación que ya ha acabado, y mucho menos después del daño que te ha hecho. Eres joven, mereces divertirte.
—¿Y esa diversión incluye esta absurdez?
—No es absurdo, no eres la primera chica que tontea con otro por redes sociales. De nuevo, relájate, no pienses que le debes algo a nadie.
Sin ganas de mucho más, nos vamos a la cama y antes de dormir miro de nuevo la conversación. Podría borrar los mensajes, pero es estúpido, ya lo ha visto. Por lo que opto por dejar de perder tiempo y dormir.
(...)
Un zumbido en la madera de mi mesilla me hace salir del sueño profundo en el que estaba embarcada. Instantáneamente sé qué ha sido, y por eso, adormilada, estiro la mano palpando todo hasta dar con el teléfono. Es él, me ha mandado mensajes.
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