Alexia James y su grupo de música han vivido toda su vida en Oahu, una de las islas de Hawaii, concretamente en Honolulu. Viven una agradable vida mortal, cada uno con sus propios problemas. No saben nada de su origen.
Cuando un grupo de mestizos so...
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Jason
San Valentín, en mi opinión, es una fecha bonita. Una fecha en la que no solo puedes pasar tiempo con tu pareja, sino también con la gente que amas, eso incluye a los amigos. Así que, claro pasaría la mañana con los chicos y saldría a pasear con Piper por la tarde.
Iba derecho a la cabaña 13 para encontrarme con Nico ya que todos habíamos decidido quedar allí (menos Nico). No me molesté en llamar a la puerta.
Nico estaba tirado en su cama con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro. Llevaba puestos los auriculares conectados a un móvil viejo mientras él cantaba en voz baja pero audible.
—Andafterall. You'remy wonderwall...
Sentí a Leo y Frank llegar detrás de mí y a Percy unos segundos después.
Nico abrió los ojos lentamente y pegó un respingo al vernos a todos mirándole.
—Uy, uy, Sombritas... —Leo alzó las cejas con una mirada astuta.
—Nico... —Percy se deslizó junto a él en la cama—. No sabía que tenías planes para el día de hoy.
—De hecho, sí —dijo, como si fuera obvio—. Te recuerdo que esta noche hay un asalto especial.
—Ya bueno —rodó los ojos—. ¿Para quién iba esa canción?
—Nadie, solo me gusta.
—Sí, ya, comprendo. ¿Quién te gusta?
—¡Agh, Jackson! ¿Por qué estás tan molesto? No es nada, es una maldita canción.
—Ya, pero —Frank miró al hijo de Hades a los ojos—. Estabas sonriendo...
Nico bufó y apartó la mirada.
—¡No lo ha negado! —Leo comenzó a saltar por toda la sala.
—¡Que no hay nadie! Uff...
—Ya, bueno. Hablemos del día de hoy —me senté—. Yo daré un paseo por los campos de fresa con Piper.
—Yo llevaré a Annie a dar un vuelo en pegaso —dijo Percy.
Nico
Todos contaban sus planes y yo solo quería que llegara la tarde para poder estar con Mary en el bosque, donde nadie nos encontrara. Poder hablar con ella con confianza y tumbarnos junto al lago para escuchar nuestras canciones favoritas.
Y mi deseo se hizo realidad tras muchas horas, cada una más asfixiante que la anterior.
Ella vestía con un chaleco de cuello vuelto estrechó en los brazos y torso. Unos vaqueros anchos y unos tenis. Me recibió con su sonrisa más bella.
De inmediato, sin que nadie lo notara, agarré su mano y llegamos al bosque a través de un viaje sombra. Allí, una vez solos, ella se dejó caer sobre mí y me besó. La abracé por la cintura mientras ella ponía las manos en mi cuello.