Alexia James y su grupo de música han vivido toda su vida en Oahu, una de las islas de Hawaii, concretamente en Honolulu. Viven una agradable vida mortal, cada uno con sus propios problemas. No saben nada de su origen.
Cuando un grupo de mestizos so...
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Percy
Estábamos en la arena. Annabeth enseñaba a mi hermanita a manejar dagas y yo las observaba a la lejanía.
—Ey, Percy —me saludó Frank, aproximándose junto a Harper.
—Hola, chicos —sonreí.
Harper se sentó a mi lado con los codos echados sobre las rodillas. Sonrió misteriosa mente mientras yo intentaba mirar donde ella.
—¿Qué ves? —su medio hermano romano me quitó las palabras de la boca.
—A Di Angelo y su nueva afición de ver cómo Álex entrena escuchando música con un MP3 —señaló con la cabeza a Nico, un metro abajo en las gradas.
Nico miraba a las chicas distraído, perdido en sus pensamientos y con los auriculares en los oídos. Seguía, durante escasos segundos, los movimientos de Álex.
Fruncí el ceño.
—¿Qué pasa, Jackson? ¿No te gusta como cuñado? —me codeó Harper riendo, y Frank río con ella levemente.
—No me gusta ningún cuñado, creo que los odio. Sí, no quiero ninguno en mi vida.
—¡Vamos, Percy! No me digas que vas a ponerte en plan hermano posesivo —me dijo Frank.
—Es protector.
—Ajá, claro.
—Además, a Nico no le gusta Álex.
—Claramente...
—Él es gay.
—Seguro...
—Y de todas formas, Álex no ve a Nico así.
—Nunca lo haría...
—¡No me estáis ayudando!
Los hijos de Ares rieron alegremente mientras yo veía que Annabeth se acercaba a nosotros y Álex iba en busca del hijo de Hades sin dudar.
—Alexia es muy buena, ha avanzado un montón, incluso me gana —comentó mi novia, pero yo seguía intentando escuchar la conversación—. Percy, ¿me estás escuchando?
—¿Qué? —me volví a ella y suspiró.
—Está ocupado asegurándose de que Nico no le pida matrimonio a Álex —rio Frank.
Su hermana rio y yo gruñí un poco.
—¿Nico y Álex? —Annie se quedó pensativa, cómo si fuera una posibilidad—. No creo... Son muy diferentes...
—¿¡Verdad!? —exclamé.
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Álex
—Te veo bien, bastardo Adams —le sonreí, mirándolo a los ojos—. ¿Qué escuchas?
—Lo que tienes en aleatorio, no sé —se encogió de hombros.