O9. Apoyo Emocional

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El cansancio emocional la había hecho cerrar sus ojos por más tiempo del que había estado consciente. Había sabido en qué momento su lobito alfa había quedado dormido, sin embargo, la respiración de Quil no sonaba como si estuviera durmiendo por lo que abrió un ojo para observar.

Descubriendo que aquel lobo de pelaje color marrón chocolate, con aquel tono más ligero, casi color crema por el entramado de su rostro y hocico. Era un color dulce, casi podía imaginarse el sabor tenue de un mouse de chocolate que seguía aún en su memoria de vida antigua. Este mantenía sus ojos oscuros, parpadeando cada tanto al mirarla, pero se notaba como un pequeño tic cruzada la oreja del lobo.

—Cámbiate, y hablemos, cachorro mío —dice la niña inmortal, sacando de entre uno de su bolsillos un pantalón que resguarda en su interior un calzoncillo. —No te demores.

Quil estaba incrédulo al parecer, sus orejas se mostraron retraídas, y su hocico medio abierto, pero tras un minuto de letargo pudo recuperarse, seguidamente tomar entre dientes lo ofrecido y luego ir tras unos arbustos. Casi quince minutos después, sale el muchacho nativo de piel clara, tan clara como un dulce de sabor suave.

Tras ello la niña inmortal, de cabello castaño de peinado conformado de dos colitas cortas, le indicó sentarse a un lado suyo. Dicho y hecho gestual.

—¿Qué es lo que más te preocupa que suceda? —pregunta de manera comprensiva, la niña.

—Tal vez que mi madre se horrorice, o que la expulsen de la tribu por mi culpa... Tampoco sabré que hacer si mis amigos me dan la espalda, de Jacob lo espero... Tampoco pude apoyarlo mucho con Nesie, pero de Embry... No se... Me siento raro, me da miedo que te lastime. —se sincera Quil bajando la cabeza.

La niña inmortal lo nota, nota una pequeña lagrima deslizarse por la mejilla de su nuevo lobito, por lo que torpemente se la limpia, en un intento de apoyo y cariño. Sin embargo, suspira aunque no le sea necesario.

—Está situación siempre será difícil, no te puedo mentir, no puedo decirte que todo saldrá como en un cuento de hadas: "Llegaremos y me amarán ya verás, nada malo pasará", no puedo ser una niña tonta, si fuera como Reneesme tal vez ese sería un caso de aceptación, pero soy una niña inmortal prácticamente un hijo de sus enemigos en versión niña con ojos rojos y me alimento de humanos, todo mal, pero de lo que sí te puedo asegurar es que: no podrán hacernos daño físico, el emocional es lo que me preocupa. Si te dañan, no voy a poder controlarme. Soy muy protectora y temperamental como ustedes. —admite con una sonrisa ligeramente amarga, segura de sí misma.

Quil no se esperaba que una niña de 12-13 años le dijera eso así como así, una niña no pensaría así claramente. Una niña normal no era, sólo era la apariencia lo que no concordaba y nunca lo haría. Pero estaba agradecido que fuera sincera con él.

—Gracias... Intentaré no sentirme tan afectado, no quiero que estés triste por mi. —expresa Quil nervioso. Mientras toma la mano de la niña y se lo aprieta ligeramente, demostrando que apreciaba su apoyo.

—Somos amigos ahorita, así que, no podrás evitarlo. Porque estaremos en las buenas y en las malas. —expresa tras una sonrisa por escena tierna que ven sus ojos, estaba feliz de que Quil en esta vida fuera abierto con ella.

Tras eso, Kehe se despierta y bosteza sacando la lengua. Mira la situación algo borrosa al principio por despertar, pero se alegra que su pequeña impronta tuviera otro amigo que no fuera él, así cuando tuviera que ir al baño no tendría miedo de que algo le pasara. Su pequeña Eien era muy capaz de involucrarse en problemas o golpes físicos que pudiera sacarles cana.

«bueno, ahorita que ya están de amiguetes, y Quil ya más relajado. Como yo bien descansado, vámonos a esa tribu que tenemos luego un gran camino que recorrer.» expresa telepaticamente para ambos, mediante el don de la niña, y de la marca, ambos siempre pudieron comunicarse así. Pero para Quil aquello sonó bastante repentino.

Saltando de susto, al escucharse como un susurro ronco escucharse en el ambiente, aunque sólo en ese momento recordó que estaba encerrado con la niña en una cúpula de protección externa.

—Avisá cuando vas a hacer eso, viejo. —murmura aún con su corazón alterado por el susto repentino.

—Te acostumbraras, aunque cuando me reclames esta comunicación será más reservada y mental. No necesitarás de hablar en alta voz. —comenta la niña levantándose del suelo y sacudiendo su ropa trasera. —Guía nuestro camino, Quil.

—Ah cierto, si... Yo... Siganme. —dijo totalmente avergonzado Quil.

Siendo así como los tres fueron caminando hacia el territorio enemigo para su pequeña, pero hogar de Quil a fin de cuentas.

«Mejor sería que fuéramos en forma lobo, así para acortar camino. Recuerden que estamos en los límites de Canadá, no en Forks.» Kehe vuelve a recordar a los dos.

—Entonces me cambio, alto mi ropa a mi para trasera, y vamos.

Tras ello, una vez ambos en forma lobo, la niña inmortal se subió encima de Kehe, tenía pereza de estar corriendo, además disfrutaba cuando los lobos surfeaban el terreno con su velocidad. La sensación sofocante del aire chocar veloz contra su mejilla y cabello, para un humano podría ser mucho pero para ella... La sensación era deliciosa.

Niña Inmortal (Crepúsculo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora