1O. Cabaña Ateara. Reserva Quileute.

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Tras bastante recorrer, pudieron llegar en la madrugada, casi un día y medio de viaje. En cuanto llegaron a los bosques que según Quil indicaban que era el camino más cercano para llegar a su tribu, fue cuando un gran lobo plateado se quiso arrojar encima de negro azulado de ojos negros.

Sin embargo, este ni se inmuta ante tal acción, debido a que sólo llega a escuchar un golpe fuerte y luego ver caer a un metro de costado. Paul Lahote había aprendido a las malas que sus patrañas de atacar sin más, no siempre le saldrían bien. Pero la niña inmortal, se había quedado estática mirando con suma molestia al lobo.

-Tal parece que los años no hacen que un lobo madure. -espeta totalmente incomoda, aquel golpe había incordiado su buen humor.

«Tranquila pequeña Eien, solo ha sido un mosquito insignificante.»expresó Kehe mirando al lobo que sentía adolorido sus patas delanteras, eran como astillas en sus almohadillas.

«Maldito Lahote, otra más que me van a echar en cara.» gruñe Quil molesto. «aunque... ¿Porque ya no escucho sus pensamientos?» pregunta confundido.

-Porque ya no eres parte de esa manada, ahora eres solo mío. D-digo, de la manada Stella. -contesta la niña inmortal algo avergonzada al darse cuenta del todo posesivo que había utilizado al hacerlo.

«Si que esta vez te ha tomado duro la imprimación, ni conmigo fuiste tan posesiva al principio» gruñe ligeramente celoso Kehe, aunque al principio lo dice con un humor burlon el lobo.

-Shht, Kehe.

«Vaya... ¿Tan fuerte es la imprimación? No se porqué, pero me siento eufórico.»piensa Quil totalmente animado.

«Calmado, cachorro. Que ella primero ha sido mía.» pensó gruñendo Kehe.

Las orejas de Quil se vuelven tímidas/alicaídas, ante el tono de voz alfa que percibió. Por lo que, la niña inmortal intervino y dio pequeñas palmadas a ambos lobos, llamando su atención.

-Sigamos. Aún nos queda por llegar a tu casa, y así puedas hablar con tu mamá. -anima la niña.

«Y bueno, tienes razón, por un momento me distraje con esto.» expresa Kehe, ahora más serio.

«Vamos, antes de que me preocupe por Lahote, no quiero sentirme responsable de lo que le ha pasado» acepta Quil, enseguida guiandolos.

En ningún momento, Paul Lahote pudo entender de lo que tanto hablaban, no podía escuchar los pensamientos de los lobos y de su antiguo hermano, y solo podía escuchar muy ahogadamente lo que decía la niña para los desconocidos. Lo único que pudo avisar a su alfa Sam era que se dirigían a la cabaña Ateara, y debían proteger esa zona.

[...]

En la Reserva Quileute, Quil había decidido cambiar de forma, estando ahora vestido con unos short desgastados, ligeramente sudado ante la euforia y rapidez con la que habían llegado. En verdad quería saludar a su madre, y hablar con abuelo, para que no llegara a ser tan fuerte la confrontación con todos.

-¿En verdad crees que estarán bien si los dejo un momento? -pregunta Quil, para estar seguro.

-Si, si. Kehe esta más interesado en cuidarme así solo por desconfianza, pero se que una vez que puedas hablar con tu familia, podremos estar mejor. -incita a tranquilizar e ir a hablar, la niña al pequeño cachorro.

-Bien, no me tardo. -dice Quil rápidamente pasando hacia la cabaña y sacando una llave bajo la alfombra, para entrar a su casa.

Olvidándose por completo de la limitación de la protección inclusiva que poseía, la niña había pensado que lo mejor era quedarse recostada contra la pared de la casa, escuchando lo que pudiera pasar y Kehe, pues estaba rodeando la cabaña, en signo de protección y aumento del campo protector, adaptando así este en rango, para mejor movilidad de Quil por la casa.

Niña Inmortal (Crepúsculo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora