Capitulo 3

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Aiden Black

La música en mis oídos es demasiado fuerte para pensar cualquier cosa, mis nudillos arden, no llevo mucho tiempo aquí, pero el sudor cayendo de mi frente me dice lo contrario. Me gustaría pensar que en algún momento esto pasará, que no será así siempre. Que el dolor de perder a alguien que no te ama pasa, alguien que realmente nunca te quiso, que se puede vivir una vida sin recordar el dolor causado por tus padres, que en algún momento seré una persona normal, no alguien que vio como sus padres asesinaban a alguien, no alguien que vio a sus padres suicidarse mediante un estúpido video en redes sociales. Me gusta pensar en eso, incluso si nunca sucede. Quisiera sentirme normal por un momento en mi vida, un segundo. Es lo que más deseo, sentirme normal. Salir de fiesta los viernes y no preocuparme por cosas que alguien de mi edad no pensaría. Tomar sin tener miedo a excederme porque me ayuda a no recordar. Dormir. Joder, mataría por dormir una noche completa.

Me detengo un segundo para calmar mi respiración. Pero a los segundos, continuo. Quizás si mi apellido fuera otro, quizás si hubiera nacido en otra familia. Quizás si no empujara a todos lejos de mí, a Annalise, a Eleanor, a Allen, a Alex.

Quizás, quizás quizás....

Sueño demasiado para alguien que no duerme. 

Me quito los audífonos y camino hacía mi maleta para quitarme las vendas de las manos.

—¿Ya lo has desocupado?— La voz me para en seco. Conozco perfectamente esa voz. Y se perfectamente que esta vez no estoy soñando.

Miro hacía donde proviene y la veo sentada en una de las bancas.

—¿Que haces aquí?— Trato de ajustar mi vista, la quiero ver claramente, pero la poca luz no me lo permite.

Ella, casi leyendo mis pensamientos, se levanta de su lugar y se acerca. Joder. No lo hagas...

Da unos pasos hacía mí. —Me estaba poniendo a mano. Pensé que esto de vernos a escondidas era algo que hacíamos los dos.— Mierda, sabe que he estado yendo a sus clases de ballet. 

Ignoro su comentario por completo y termino de quitarme las vendas, y es que no quiero hacer contacto visual, por eso me gusta verla de lejos... me da miedo verla y que su mirada no se sienta como antes, que este cargada de odio, de desprecio, que haya venido a insultarme. A hacerme sentir peor. No podría soportarlo viniendo de ella. 

—Aiden.— No digas mi nombre, joder.

Suspiro y miro hacía el frente.

—Eleanor. — Nellie.

—¿No me vas a mirar? — Casi quiero responderle que no. Que no me merezco mirarla. Que no quiero mirarla.

Trago saliva y la miro.

Siento enojo, primero porque desearía haberla visto con toda la luz del mundo para verla a la perfección, y segundo, porque si me mira como antes. Me mira exactamente igual.

—Tu cabello esta más largo. — Es lo primero que se me ocurre decirle. Pero si lo está. Ella sonríe ante mi comentario y siento algo en mi moverse.

—Tu estas más grande. — Comenta debido al hecho de que he estado ejercitándome. Ahora se ve más pequeña a mi lado que antes.

—Vamos afuera.— El aire de repente me parece insuficiente, necesito salir a respirar. Ella camina detrás de mi.

El aire frío me pega en el rostro y respiro hondo. Okay, tranquilo, no lo arruines.

Ella se sienta en el primer escalón y yo me siento a su lado.

—Recibí tu carta.— Habla.

—¿Y?— Pregunto impaciente.

—Gracias.

Asiento. Por alguna razón no puedo hablar, me faltan palabras. Tengo tanto miedo de decir algo equivocado y arruinarlo todo. 

—¿Cómo estás? Realmente. — Gira su cabeza para mirarme. Acomodo mi cabello hacía atrás, ya que cae de frente y no me deja ver.

—Mejor, no lo sé. Siento que no estoy realmente, siento que me quede dormido y nada de esto paso. Pero después, todo se siente demasiado real, y no puedo con tanto.

Eleanor toma mi mano y siento eso que tanto he estado buscando. Con el simple acto de entrelazar su mano con la mía, siento el primer sentimiento normal.

—He querido acercarme, pero no sabía cómo, no sabía cómo te sentías y....— continuo, pero no sé qué decir. Ninguna excusa me parece suficiente. 

—Está bien. Yo también me aleje demasiado. Me sentía... culpable. — No necesito que me diga sobre que, sé sobre qué se siente culpable, y aunque de alguna manera, lo que hizo nos llevó a esto, no es su culpa.

Debo pensar en lo correcto para decir, —Lo lamento tanto, jamás quise mentirte así...

—Aiden, no.— Me interrumpe. — No te disculpes. Ya esta atrás, ya te has disculpado demasiado.

—Lo sé, pero necesito saber que lo entiendes. Estoy tratando de ser una mejor persona, quiero ser una mejor persona.

Para ti.

—Y lo eres, puedo ver cuanto has crecido. Yo también necesitaba crecer, y me alegra saber que los dos lo hemos hecho.

Tiene razón, no se como antes me permití hacerle eso, era una terrible persona. Soy una terrible persona. No se como me permití darme el lujo de estar con ella.

—No eres una terrible persona.— La miro confundido. ¿Cómo es que puede leerme la mente?

—Lo soy... lo era.— Admito. Estamos tratando de cambiar...

No dice nada más. Nos quedamos en silencio y cierro los ojos para concentrarme en el contacto de su mano con la mía.

—Te estas lastimando las manos, tienes que dejar de hacerlo tan seguido.— Comenta, abro los ojos para ver como inspecciona mi mano.

—No importa.— Digo quitándole importancia. Quiero esconder las manos para que no tenga esa imagen, pero no la quiero soltar.

—Annalise me dijo que no duermes.

Contradigo, —Annalise dice muchas cosas.

—Y aun así aquí estas. — Touche.

Miro al cielo y de nuevo al piso. —No puedo.

Eleanor sabe que no me gusta hablar de ello, y me alegra cuando no toca el tema de nuevo.

—¿Por qué no... empezamos desde cero? — Sus palabras me toman por sorpresa. —Empecemos desde el inicio, sin ser un favor, o una vigilancia, que sea sincero.

—Sí, me parece una gran idea. — Eso es todo lo que he querido este tiempo, empezar de cero, que de alguna manera lo haya hecho yo sin tener que ser requisito de alguien más.

—Muy bien. Entonces, nos vemos por ahí, Aiden Black. — Sonrío, joder, cuanto la extrañaba.

—Nos vemos, Eleanor Munroe.

Colder EmptinessWhere stories live. Discover now