Capitulo 4

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Eleanor en la foto! :)


Hoy es jueves, lo que significa que tengo ballet. Quizás se estén preguntando, ¿cómo sabes bailar ballet? Eso no se aprende de un día para otro. Y no, no se hace. Pero yo asisto a clases de ballet desde pequeña, verán, cuando un padre no quiere pasar tiempo con su hija, busca clases extracurriculares por las tardes, así no tiene que hacerse cargo en las mañanas, y tampoco en las tardes. Al llegar aquí, lo deje. Pero ahora que tengo tiempo libre y necesito ocupar mi mente en algo, decidí volver y arrastrar a Kenzie conmigo.

—No saldré de fiesta el viernes Kenzie, no. — Le insisto. Ahora simplemente no tengo ni el tiempo ni las ganas. Guardo mis zapatillas en mi maleta y disimuladamente miro a mí al rededor por si lo veo por ahí.

—Vamos, hace tanto que no salimos, puedes traer a Aiden.

—Mackenzie Nicols basta con eso. — Digo riendo. No ha soltado el tema desde que le dije que el lunes nos vimos para hablar.

—Bueno, invitar a alguien a una fiesta me parece como empezar de cero. — Dice mientras nos ponemos un suéter encima, el clima esta frío.

Acomodo mi maleta sobre mi hombro y Kenzie empuja la puerta para dejarnos salir.

—A demás...— Iba a continuar hablando, pero me detengo al ver a Aiden frente a mi sosteniendo un café en cada mano.

—Buenos días. — Sonríe. Y entonces me doy cuenta de que su sonrisa es igual a la de Annalise.

—Buenos días. — Le contesto confundida. Miro a Kenzie y ella me mira de igual manera.

—Nos vemos al rato. — Dice dándome un corto abrazo. —viernes...— Susurra antes de irse caminando en dirección hacia nuestro apartamento. Ignoro su palabra y dirijo mi atención hacía el chico frente a mí.

Aiden estira una mano hacía a mí y tomo el café que hay en esta. Trato de ignorar las miradas que nos regalan todas mis compañeras al salir. Si, sé que muchos saben el tipo de reputación que Aiden tiene después de todo lo sucedido. Todos quieren saber cómo están después de esos... sucesos.

—¿Qué tal la clase? — Me pregunta aún de frente a mí.

—...Bien, gracias. — Debo admitir que el gesto es tierno. Si que se está esforzando.

—¿Hacía donde te diriges? — Me pregunta.

—Uhmm... clase de Economía Pública, pero me iba a cambiar de ropa. — Le respondo.

—¿Puedo acompañarte?

—Claro. — No me la dudo ni un segundo. Sentir su presencia después de tanto tiempo es tranquilizante, es reconfortante y quizás es el sentimiento más familiar que he sentido en estos meses.

Camina a mi lado mientras voy hacía el apartamento y conscientemente camino más lento. Quiero pasar más tiempo con él.

—¿Cómo van las clases? — Pregunto curiosa.

—Bien, quizás es lo único que si va bien. ¿Puedes creer que ya llego a tiempo?

Hago una expresión de sorpresa sarcástica. —¿Aiden Black llegando a clase a tiempo? ¿Quién eres y que has hecho con Aiden?

El ríe. Su risa es grave y hasta ahora me doy cuenta cuanto extrañaba ese sonido que antes me costaba tanto trabajo sacar.

—Soy toda una persona responsable. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te trata la nueva carrera?

Suspiro y le doy un sorbo al café. Recuerda como lo tomo. —Bien, bastante bien. Creo que tenían razón cuando dicen que a veces hay que seguir los pasos de nuestros padres.

Él se torna serio. Mierda, la cagué.

—No... no me refería a...

Entonces ríe de nuevo. —Estaba bromeando. — Dice sonriendo.

Le doy un pequeño golpe en el brazo y río también. A veces se me olvida lo oscuro que puede llegar a ser, tiene un humor... extraño.

Llegamos a mi edificio y me giro para encararlo. —Puedes esperar aquí, si quieres. No me tardaré. — Le digo una vez que llegamos al lobby. No me siento preparada como para invitarlo de nuevo a mi habitación. He cambiado todo para que no me recuerde a él, y si entra, y las cosas salen mal de nuevo, tendré que cambiarlo todo otra vez.

—De acuerdo. — Dice tomando asiento en un sillón del lobby. Camio hacía el ascensor y me doy un momento para mirarlo de nuevo. Mentiría si dijera que no lo extrañaba.

Al entrar, Kenzie está tomando sus cosas para irse. —Tengo clase, pero me contarás todo al regresar, ¿vale?

Asiento dándole un corto beso en la mejilla de despedida y rápidamente me cambio de ropa por lo primero que encuentro en mi armario. Después de aplicarme un poco de perfume y recoger mi cabello, bajo para encontrarme con Aiden de nuevo.

Esta sentado en el mismo lugar, solo que ahora hay una chica parada frente a él, conversando.

Me acerco lentamente y puedo ver su mirada, se me escapa una risita al ver como parece querer irse, pero la chica no lo deja. Me acerco a él y le extiendo mi mano. —¿Nos vamos?

Aiden me mira con alivio y se despide de la chica. —Joder, gracias.

Sonrío ante la situación, pero suelto su mano antes de continuar.

—¿Quién era? — Pregunto curiosa.

—¿Hannah...? ¿Hannia...? No lo sé, olvide preguntarle su nombre después de...

—Ah, ya. — Contesto seria. Así que se ha estado acostando con chicas de nuevo. Genial. Creo que cada quien tiene distintas formas de asimilar las cosas y pasar el tiempo.

—No, no. Hey, no. — Aiden me detiene y me mira serio. —Eso fue antes, mucho antes de ti.

—No importa, yo no puedo decirte que hacer o no. — Y es la verdad.

—Me da igual. No estuve con nadie en este tiempo. ¿Creías que ser mejor persona no incluía dejar de acostarme con cualquiera?

Eso tiene razón. —No lo sé, simplemente asumí que...

—No. No lo hice, y no lo volveré a hacer. — Reitera y yo asiento. Es bueno saberlo. Me quita una duda de encima.

Seguimos caminando.

—Yo tampoco. — Añado después de unos minutos.

—¿Qué? — Pregunta confundido.

—Yo tampoco me he acostado con alguien desde ti. — Admito. Y ni siquiera tengo las ganas. Ni el gusto.

—Ah, genial. — Trata de parecer sin importancia, pero podría jurar que casi vi sus hombros relajarse.

Caminamos hasta el edificio de mi salón y me giro para verlo. —Gracias, por el café y por acompañarme.

Él asiente. Me acerco para abrazarlo y me lo responde al segundo. Pobre, se ve que lo necesitaba, siento tanta lástima por él. Es extraño sentirlo un poco más grande, sus músculos han aumentado un poco y su cabello también es más largo.

—¿Que harás el fin de semana? — Pregunta después de separarnos.

—Nada, aún. — Respondo confundida.

—Te recojo el sábado a las 7 de la mañana.

Ni siquiera me da tiempo de preguntar porque me recogerá tan temprano, o si debo usar algo en especial. Pero lo dejo ir. Y así, entro con la sonrisa más idiota al salón de clase, y me siento a pensar en la mirada de ojos azules que tanto extrañé.

Colder EmptinessWhere stories live. Discover now