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—¿Arte comestible?
Y ahí estaba él.
—Buenos días— Me mostró una sonrisa.
Mordí mi labio para aguantar la risa, pero se me escapó una sonrisa.
—Que bipolar eres, cariño— La sonrisa de Edward se ensanchó aún más.
Le dí la vuelta a la barra para seguir escogiendo que comer, ya había gastado media hora de receso pensando en la carta del profesor, la cual aún no había respondido.
—Dije que era mejor no ser amigos, no que no quiero serlo.
—Pero yo no quiero ser tu amiga, cariño.
Su sonrisa se borró, eso no me gustó. Se apoyó sobre la barra y se acercó de forma peligrosa y descarada a mi.
—Deberías usar la cabeza y alejarte de mí.
Sonreí en grande, no podía evitar burlarme de él.
—A ver, a ver. Las cosas como son. Literalmente, tú viniste a buscarme— Gire mi cuerpo en su dirección y nuestras caras quedaron muy cerca.
—Solo he vendido advertirte— Rodé los ojos y suspiré cansada.
—Por favor deja de hablar de ti como si fueras un monstruo. Y.. seamos sinceros, cariño. Tú realmente no quieres que me aleje.
—¿Quieres qué seamos sinceros? Entonces dime la verdad sobre ti.
—Comienza tú.
—Quiero oír tu teoría.
—Tal vez un insecto radioactivo, un químico o.. un experimento de laboratorio.
—Esas son cosas de superhéroes, ¿No?. Supongamos que yo no soy el héroe sino el villano.
—No lo eres, cariño— Me aleje y volví a tomar mi espacio personal y dejé de verlo a la cara —Los villanos no salvan vidas, las destruyen. No sienten respeto por la vida humana.
Se acercó a mí invadiendo otra vez mi espacio personal. Tomó uno de mis cabellos y lo colocó detrás de mi oreja.
—Hermosa Victoria, ¿Qué secreto ocultas?
Lo miré.
—¿Estás coqueteando conmigo?
Sonrío con picardía.
—Tal vez.
. . .
—X-25 debes asesinar a Wolverine y a X-23.
—¿Por qué?
—No hagas preguntas, tú solo obedece— Me miró con fastidió —¿Entendido?
