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Laura me jaló para ir caminando rápido hasta la esquina, dicho y hecho, ahí estaba el restaurante de comida mexicana.
Entramos al local, no era ni muy grande ni muy pequeño, había mesas rojas redondas repartidas por todo el salón. Estaba casi lleno el lugar. Un chico rubio con un bigote ingles falso y sombrero enorme se acercó a nosotras.
—Bienvenidas a Tacho Pistacho, ¿Gustan pedir para llevar o prefieren una mesa?
—Mesa para dos, por favor— Pidió Laura.
—Síganme, por favor— El chico nos guío hasta una mesa cerca de un rincón. Laura se sentó de lado derecho y yo del izquierdo.
—¿Pedirán de inmediato o prefieren ver el menú?
—Mirar..
—Deme dos burritos de pollo, unos nachos con cuatro quesos y dos cervezas— Laura me interrumpió y comenzó a pedir.
—Uh, ¿eh? ¿Son mayores de edad?
—Yo sí, pero yo me hago cargo de mi hermana— Ella saco una identificación del bolsillo de su chaqueta y se la enseñó al chico.
El chico le echo un pequeño vistazo.
—Esta bien, enseguida le traeremos su orden— Dio media vuelta y se perdió entre las mesas.
—¿Y lo que pediste sabe bien?
Laura me miró feo.
—¿Qué?
—Ya he probado esto antes, la comida mexicana es deliciosa.
—Esta bien.
—Ahora— Laura entrelazó sus manos y me miro fingiendo misterio —Quiero saber todo acerca de ese Edward.
—Ya te dije, es mi amigo.
—Amigo el ratón del queso y se lo comió.
—No entiendo. ¿Cómo un queso y un ratón son amigos?
Laura parecía hacer un esfuerzo por no burlarse de mi.
—Exacto, hermanita. Nunca fueron amigos.
No entendía su metáfora, pero sabia perfectamente a donde quería llegar.
—Ok, veras. Cuando un chico y una chica se quieren mucho...
—Laura, deja de tratarme como estúpida.
—Entonces deja de actuar como una. Las hermanas no se guardan secretos.
—No te ofendas hermana, pero viniendo de ti suena a mentira y estafa.
Ella volvió a mirarme mal.
—Victoria.. No me hagas sacar las garras— Definitivamente no se rendiría.
—¡Ok! Somos amigos, pero me he estado sintiendo rara estos días, y digo cosas raras también. Siento que cambio de personalidad.
