Cap 02: La marca

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Jiang Cheng despierta en medio de la noche. Cuando lo hace, el espeso aroma a sudor y sus feromonas pica a su nariz, junto a la sensación pegajosa de su cuerpo tibio y lleno de fluidos. Cuando mueve su cabeza, siente la punzada en su cuerpo y una repentina calidez de su omega revolotea en sus entrañas temblando de satisfacción.

Entonces fue marcado.

Por fin.

A sus casi 37 años, quedó marcado.

Jiang Cheng no hubiera tenido que llegar a este estado si no fuera por saber que su cuerpo no lo esperaría. El nivel de cultivo podría mantener la juventud y el poder, pero su omega terminaría marchitándose más temprano que tarde. Un omega de su tipo no son demasiado fértiles, además de que solo sobrevivir ya era una gran hazaña. Recuerda los reclamos de su madre por nacer como un omega y no como un alfa, como si el mismo Jiang Cheng tuviese que decir algo al respecto. Entendió mucho después que su madre temía que no pudiera soportarlo, pues solo los omegas con alto nivel de cultivo como el suyo, podrían sobrevivir.

Su madre lo amaba, aunque siempre fue tan áspera al demostrarlo. Y él no fue mejor con su su pequeño Jin Ling, aunque lo ama con todo lo que puede amarlo. Cuando pasa una mano por su vientre, Jiang Cheng promete ser mucho mejor para su hijo. Después de todo, lo que ha hecho es un acto de amor por él.

Casarse con alguien que no lo ama, con cero expectativas de eso. No espera más que un matrimonio de solo título, que ambos cumplan con tener herederos y seguro Lan Huan apartándose para estar lejos de él. Lo único que exigirá es que también atienda a sus hijos, aunque ni siquiera en eso se forman expectativas. Le dará amor por ambos, no le importará. Realmente, no le importará.

Saca fuerzas de no sabe dónde para levantarse de la cama. Tiene sed, tiene hambre y tiene ganas de orinar. Da un largo bostezo mientras mira a su lado a su ahora esposo durmiendo y cubriendo gran parte de la enorme cama. Piernas abiertas y flexionadas amarradas entre las sábanas que a duras penas cubren parte de su desnudez. Su sexo expuesto y gastado, quien sabe después de cuántas corridas. La visión del primer jade hace honor a su nombre: es hermoso hasta el hartazgo, una pieza fina de pies a cabeza. Su cabello incluso empapado de sudor y fluidos se ve libre y exuberante, como tinta derramada entre las sábanas. Su rostro suave y relajado, marcas de rasguños y de chupetones por todo su cuello, pecho y brazos. Él, al mirarse, no se ve distinto en cuanto a las huellas de lo acontecido. Aunque su cuerpo está tan lleno de cicatrices que es una ofensa al lado del límpido Zewu-jun.

Se levanta. Toma una cinta que consigue en el suelo para apartarse el cabello del cuerpo y logra llegar hasta la bañera fría, solo para echarse agua en la cara y despejarse un poco del aroma sórdido de sus fluidos. Se limpia con poca prisa, vacía su vejiga y luego se pone algo encima para salir al patio. Apenas el frío de la noche lo sacude y se cubre mejor ante el discípulo que lo mira con ojos desorbitados.

—Lan-zhangfu.

—¿Cuántos días han pasado? —Jiang Cheng pregunta. El joven que vigila la entrada arruga el rostro y un tono muy rojo llega hasta su cuello.

—Lan-zhangfu, usted y Lan-zhongzhu han compartido seis noches y cinco días de celo.

Jiang Cheng enarca una ceja con sorpresa. Odia admitir lo muy caliente que siente su nuca ahora marcada cuando entiende las implicaciones de lo que ocurrió dentro y de lo que todos en la secta Gusu Lan deben saber. Espera que los talismanes de silencio hayan sido suficientes.

—Ya veo. Pide que preparen la bañera para limpiarme, trae también comida para mí y mi lao gong. Despertará hambriento.

—Sí, Lan-zhangfu.

El chico tropieza con sus pies en sus muchas inclinaciones antes de irse. Jiang Cheng piensa, tardíamente, que debe estar apestando al aroma del alfa y que seguro alguna de las muchas muestras en su cuello es evidente. Deja de preocuparse por eso y entra al Hanshi nuevamente. Decide recoger las cosas que están en el suelo, muchas más de las que recordaba haber dejado antes de tomar el té. Mientras lonhace, trata de armar todo lo ocurrido. Parece que su alfa y su omega estuvieron peleando por control. El vidrio del espejo está roto, todo lo que estaba en la cómoda se encuentra en el suelo, las telas que con tanto cuidado habían doblado los dos están esparcidas y está muy seguro que alguna de sus rondas acabaron en ese montículo de ropa.

(No) Nos amamos (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora