Cap 37: Lo imposible

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Lan Huan mantienen la calma en medio del desorden. Incluso cuando su esposo le reclama que lo baje y deje de cargarlo como si estuviera muy mal herido, él se niega y mantiene la expresión más neutral en su rostro, la que tiene posible colocar, hasta dejar a su esposo en la camilla de la enfermería en manos de Zu-popo. Mira con desaprobación a su hermano cuando entra cojeando con la ayuda de Wei Wuxian, pero no dice nada antes de salir. Se queda en la puerta, en medio del pasillo, masticando su propia rabia encerrada.

Así pasa el tiempo. Lan Huan mantiene la distancia del grupo de jóvenes que rodean a Wei Wuxian, quien sí parece nervioso mientras cambia el punto de equilibrio de su cuerpo de un lado a otro. Jin Rulan, ahora que lo nota, no está con Jingyi y Sizhui rodeando a Wei Wuxian. No está en ningún lado.

Debe estar rumiando su propia ira, que se reflejó a través de lágrimas rojas y calientes en sus ojos.

Se distrae pensando también en su propia frustración. ¿Hubiera cambiado algo si se hubiera detenido unas horas de esa noche en atender a su hermano y sacar toda esa congestión emocional? ¿Hubiera hecho alguna diferencia cualquier acto que hubiera hecho él? ¿Por qué siente que esto es su culpa aunque es consciente de que no es así? ¿Por qué es tán fácil reconocer esta espiral y aún así, caer en ella? Es tan frustrante...

—Jiang-zhangfu —escucha la voz de Mu Guangzong. Con él, viene Jin Rulan con sus brazos cruzados y ligeros rastros rojos en su rostro—. Hemos enviado a nuestros invitados al pabellón de visita al este del Muelle de loto. Se han servido aperitivos con las mejores cocinas de Yunmeng Jiang mientras esperamos por zhongzhu.

—Gracias, Guangzong, por tu diligencia.

—Me encargaré de atender a la visita en su nombre. Por favor, asegúrese que zhongzhu descanse después de este combate.

—¿Descansar? ¡Deberían amarrarlo a la maldita cama hasta que se arrepienta! Si no le partió Hanguang-jun las piernas, ¡lo haré yo! —Jin Rulan se exalta, apretando las uñas sobre su antebrazo cubierto de oro. Lan Huan nota como Mu Guangzong posa su mano sobre el antebrazo de Jin Rulan, de forma conciliadora.

—Si tan solo Hanguang-jun hubiera buscado hacer más que romperle los brazos a zhonghzu, me temo que yo y las hermanas Yu nos hubiéramos interpuesto.

—No hubiera pasado, Wangji no hubiera buscado lastimarlo más de lo que exigía un combate. Wanyin sabía eso y lo usó a su favor. —Lan Huan suelta un suspiro enajenado, mientras mira la puerta—. Mi lao gong quería este combate tanto como lo anhelaba Wangji. Cualquiera de nosotros que nos hubiéramos interpuesto, cargaríamos con su ira.

—¡Me importa poco su ira mientras no sea un imbécil! —Jin Rulan exclama, con un mohín en sus labios—. ¡Le recordaré este día por el resto de su vida cada vez que me regañe por alguna tontería!

—¡Ah, tan exagerado, Ling-di! ¿Mi jovén amante aún está asustada?

—¡Cállate imbécil! —Jin Rulan empuja a JingYi a un lado antes de girar sus pasos y decidir alejarse. Jingyi, como si no temiera su ira, lo persigue con comentarios jocosos del combate y Sizhui se despide para también ir tras ellos.

Los tres desaparecen en el pasillo.

—Hanguang-jun sabía que zhongzhu no dimitirá un combate en nuestra secta —Mu Guangzong dice y Lan Huan nota de inmediato que el tono conciliador se ha escurrido por completo y hay una silente ira en él.

—Lo sé. Hablaré con él por esto, no volverá a ocurrir.

Mu Guangzong hace una inclinación antes de despedirse para atender a los invitados en su ausencia. Él sabe que debería estar haciendo ese trabajo, pero considera más apremiante asegurarse que Wanyin esté bien y hablar con Wangji de lo que ocurrió.

(No) Nos amamos (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora