Cap 32: Las afrentas

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La mañana amanece fría, con otra nevada constante. Jiang Cheng al menos disfruta del consuelo de estar acurrucado en los brazos de su esposo fingiendo que aún duerme mientras mete sus pies helados entre los de su esposo. Lan Huan es cálido y eso es suficiente. Bajo la manta de piel que desgraciadamente no es tan cálida como desearía y sobre un colchón no tan cómodo como está habituado, Jiang Cheng se estremece un poco antes de sentir que los brazos de Lan Huan se cierran con más fuerza para cubrirlo.

No hay talismanes de silencio, por tanto, tampoco tendrán sexo. No va a arriesgarse a bajar la guardia ni a dar una mala impresión en la secta, así que Jiang Cheng tiene sus limitaciones, aunque definitivamente buen sexo ayudaría a minimizar las bajas temperaturas. Odia tener que usar el núcleo para enfrentarse a ella, así que mientras pueda estar envuelto como un relleno de semilla de loto, él se dará por servido.

—Sandu Shengshou es un hombre débil al frío —suelta su esposo contra su mejilla, pero sin alejarlo un milimetro. Jiang Cheng gruñe contra su piel.

—Tengo congeladas las pelotas.

Lan Huan ríe suavemente contra su cuello y luego suspira. Jiang Cheng no abre sus ojos, aún cuando sabe que ya no podrá dormir.

—En Gusu Lan aún no has tenido el placer de disfrutar de la primavera fría.

—No me meteré allí. No voy a perder mis pelotas en ese lugar —Jiang Cheng reclama sin ardor, bajito y Lan Huan ríe con la boca cerrada, dejando que su pecho suba y baje.

—Podría tener una excusa para luego calentarlas.

—No necesitas excusas, Zewu-jun. ¡No meta tus manos! ¡Están muy frías!

Lan Huan ríe otra vez y luego se aleja tan solo un poco para mirarle la cara. Jiang Cheng frunce mucho el ceño, en advertencia, porque si su esposo pretende calentarlo ahora, duda tener la fuerza de voluntad de detenerlo con ese frío infernal. Pero no, no quiere que alguien los escuche o aprovechen que estén follando para caerles con una espada en la espalda. Jiang Cheng no bajará la guardía. Enfatiza esa negativa en sus ojos, pero todo lo que logra con ella es que Lan Huan enarque una ceja en respuesta.

—Parece que los horarios en Moling Su son más flexibles que los de Gusu Lan —dice, como si hubiera buscado algún comentario para apartar el pensamiento que seguro se dibujó en su rostro.

—Por fortuna... otra diferencia. Su She parece que hizo su propia versión de Gusu Lan, pero con sus propias reglas, una de ellas, duerme y despierta como un ser humano normal.

—Deja de insultar a la secta de tu lao gong —Pero Lan Huan dibuja un puchero que lejos estar de mostrar su enojo, Jiang Cheng rueda los ojos.

Hace frío, sigue nevando y todavía no se escucha nadie afuera. Seguro se extenderá por más tiempo. No obstante, Lan Huan toma sus dos manos heladas y las pone entre las suyas para enfrentar a frotarlas y a darle energía espiritual. Hace lo mismo con sus pies. El gesto lo toma desprevenido y Jiang Cheng lo mira con atención, buscando alguna trampa, alguna señal de que lo que quiere es convencerle de copular. Lan Huan le responde con una mirada interrogante.

—¿Qué haces?

—Realmente tienes heladas las manos —Lan Huan dice, así, como si fuera normal admitir que solo quiere calentar sus palmas. Jiang Cheng está autenticamente sorprendido de no encontrar ninguna intención más—. Puedes agradecer —corona su esposo con una sonrisa suave.

—¿Quién va a agradecer? —echa la mirada a un lado y solo siente a su esposo pegarse a él, con sus manos juntas entre ambos cuerpos y dejando que su risa a boca cerrada mueva su pecho.

(No) Nos amamos (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora