Capítulo 4:

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El tiempo pasó tan rápido que lo único que delataba cuantos días habían transcurrido desde mi encuentro con Miku, era la frecuente sensación de culpa que en ocasiones me asaltaba por las noches, puesto que el tiempo límite de mi estancia había expirado hace unos días atrás y prueba de ello, era que mi ala dañada estaba casi completamente en su estado original. Esto sin haberme preocupado seriamente por adquirir una fuente de energía espiritual para una rápida recuperación de la misma.

¡Como sea! Es seguro que ya era muy tarde para tratar de volver como si nada hubiese pasado, si me atrevía a regresar tendría que dar cuenta de varias infracciones que serían penalizadas con la total restricción de volver al mundo humano —por un tiempo prologando en escala mortal seguramente— y eso es lo que menos quería en ese momento porque después de todo, lo poco que he convivido con esta humana— de mirada apacible y grácil belleza —cambió mi forma de ver mi propia existencia y finalmente había descubierto la felicidad. Miku se había convertido en mi mundo entero, mi pedazo de paraíso en la tierra y la única persona con la que realmente he deseado pasar el resto de mis días, hasta la fecha y de ser posible.

Por ello, en repetidas veces me ha tocado luchar contra el impulso de decirte cuanto te necesito y te amo, pero he preferido callármelo para poder seguir conviviendo a su lado en nuestra rutinaria vida.

Ojalá ella aún no se haya percatado de eso.

A pesar de que es evidente que ya no puedo ocultar cómo me hace sentir y es tan claro como el agua; continúa siendo ella misma sin importar nada, sabía cómo hacerme sonreír, su sonrisa y su mirada son lo más bello que mis ojos pudieron encontrar y el cariño que siento por ella era el sentimiento más precioso que había experimentado. Desde que la vi supe que algo especial sucedería y así fue: mi deber es protegerte y que el camino de mi felicidad será el que me lleve a estar a tu lado el resto de tu vida sin que importe lo que pase conmigo.

El ángel Rin se ha enamorado de la humana Miku. Esos eran los hechos.

Después de todo, estoy hablando de mi misma, puedo partir desde ahí. Es lo único que es cierto—extrañamente—pues mi futuro se tornaba demasiado incierto, por lo que no está mal aferrarme a lo único tangible y seguro que poseo. No necesito más.

De hecho, eso es lo que pienso hacer: dedicarme a ello.

«¿Y cómo hago eso?» Supongo que podría empezar por expresarle cómo me siento.

«¿Y si no reacciona como yo lo espero?»

De ser así, entonces simplemente desaparecería de su vida. Siempre fue la mejor opción desde cualquier punto de vista y, sin embargo, aquí estoy complicando las cosas y preocupándome por cosas de humanos, por poner un ejemplo. Aunque tal vez, se me permita ser un poco optimista, es decir; ella no reaccionó negativamente cuando le conté que era un ángel. Inclusive la noche anterior a eso, aunque fue un efímero instante, correspondió a mis acciones e impulsos. Quisiera creer que las cosas están un poco a mi favor. De cualquier manera, eso sólo lo sabré hasta intentarlo.

Hoy salí a pasear por el pueblo en compañía de Miku. De hecho, mi intención es aprovechar que salimos de su casa y decirle cómo me siento. Yo pensaba en esas cosas mientras caminaba, y sin planearlo, pasamos por la plaza por en la que nos vimos por primera vez, lo que evocó toda la escena a mi mente nuevamente.

Estaba esperando un buen momento y lugar para empezar a hablar seriamente sobre el tema, pero por más que busqué con la mirada en los alrededores no podía encontrar un lugar en donde me sintiera realmente cómoda. Siempre había algo que se interponía en mi camino; ya fuera el exceso de personas o que simplemente, no encontraba un lugar ideal alejado de miradas curiosas. Al final, no encontré un sitio tal como lo tenía en mente, pero me encargué de que nos fuéramos alejando hacia las orillas del pueblo.

—¿Rin? —preguntó Miku— Creo que si seguimos caminando en esta dirección saldremos en breve del pueblo y entraremos en el bosque. Será mejor regresar.

—Lo sé—contesté inmediatamente a su advertencia—Es sólo que me gusta el paisaje que se ve por aquí, a las afueras del pueblo. Es muy tranquilo y no hay mucha gente en las cercanías.

Sí, tienes razón. Es muy refrescante y tranquilizador. Pensándolo mejor, deberíamos quedarnos un rato— dijo ella sonriendo mientras se recargaba en la pared de una de las casas a sus espaldas.

—¡Sí! ¡Eso me agradaría mucho! —contesté enérgicamente y colocándome en una posición similar a su lado.

Me quedé unos minutos en silencio.

—Qué buen día hace hoy, ¿No lo crees, Rin? Me alegra haber salido de paseo.

—Ummmn... ¿Miku? — Y esperé su respuesta.

—¿Sí? ¿Qué pasa, Rin?

—Tengo algo que decirte—dije tajantemente una vez que la hermosa señorita respondió a mi llamado. Respiré hondo y sujeté su mano con la delicadeza que merecía.

—Miku... quiero que sepas que me gustas mucho y que aprecio mucho todo lo que has hecho por mí desde que nos conocimos. Inclusive que me hayas aceptado después de que te conté que era un ángel.

—Tú también me gustas, Rin.

La sorpresa llenó mis ojos, y permanecí muda, simplemente contemplando su bella cara, pero a pesar de la alegría que esas palabras me provocaron, intenté comprobar lo que acababa de decir.

—No, yo creo que no nos referimos a lo mismo. A lo que me refiero es que te amo... ¡Te amo mucho! Me gusta tu sonrisa, me gusta la amabilidad que te caracteriza, la forma en la que me tratas y que siempre, sin importar la situación, tu prioridad es escucharme. Me gustas por todo eso— Confesé ya un poco exaltada y angustiada a la vez por su reacción.

Dirigí mi vista hacia aquellos ojos comparables a una Alejandrita y sin resistirme, la abracé y besé aquellos labios que anhelaba, sin embargo, esta vez ella no correspondió a mi acercamiento y se apartó del abrazo.

—Lo siento, Rin. No puedo corresponderte—contestó ella cubriéndose la boca con ambas manos y evidentemente sonrojada en el acto. Una vez más sus palabras y acciones tomaban diferentes rumbos.

—¡¿...Ehh?! Ah, p-pero... antes tú... ¿Puedo preguntar la razón? ¿Es porqué soy un ángel o quizá porque mis características anatómicas también pertenecen al género femenino? —dije apagadamente conteniendo mis ganas de llorar y huir de ahí.

—No, es por cuestiones ajenas a eso. Yo... estoy comprometida y me casaré en menos de un mes. Mi prometido está en un viaje de negocios y regresará a casa una semana antes de la boda. Siento no haberlo dicho antes, pero no lo creí necesario.

¿Es... imposible después de todo? ¿Que un ángel y un humano puedan llevarse bien?

Miku guardó silencio mientras permanecía en la misma postura.

Justo en frente de mis ojos, estaba esa chica que me gustaba desviando la mirada para no tener que encontrarse con la mía, después de darme a entender que eso no debía pasar; que no se podía, mejor dicho.

—Entiendo—fue la única palabra que salió de mi boca después de ese prolongado silencio que ella había mantenido y acto seguido, salí corriendo del lugar ya sin poder evitar que las lágrimas se desbordaran sobre mi rostro.

Si ella deseaba que desapareciera, debió dejarme... si ella deseaba desviar su mirada para siempre, esa se convertiría en mi motivación para que la mía no se empeñase en buscarla. Aun así... ella pronunció mi nombre en mitad de mi lamentable huida y enseguida se dedicó a seguirme.

—¡¡¡Rin!!!

—¡Espera!

La escuché gritarme a lo lejos. Mis sentimientos me traicionaron y di la vuelta.

Qué tonta soy.

Pero lamentablemente, el verla correr desesperadamente sorteando con torpeza los obstáculos a su paso, tuvo el efecto contrario y sólo aumentó mis ganas por alejarme de allí. Verla así, me lastimaba. Me hacía pensar que no todo estaba perdido, no obstante, mi debilidad me hizo huir para no tener que lidiar con las desagradables sensaciones que se acumulaban en mi pecho; así que, sin pensarlo dos veces, desplegué mis alas y salí volando del pueblo.  

Himitsu ~ Kuro No Chikai (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora