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*Rubius*

Corrí al compás de la brisa del aire, mis ojos ardían aún por el llanto desenfrenado que tuvo hace unas horas; mis pies cruzaban la pista, doblaban las esquina y corrían sin cansarse. 

Mi madre se encontraba en el Hospital, la Ambulancia llegó y me dijeron que habían encontrado un pulso; sonreí entre las lágrimas ya agradecí a los para-médicos. 

Ahora me dirigía al parque, donde me encontraría con Mangel, debía decirle mi situación. 

Al llegar me giré sobre mis talones, buscando su peculiar cabello, alborotado, negro. Noté como llegaba a la entrada del gran parque, tenía la cabeza gacha.

Caminé hacia Él con las manos en mis bolsillos y al estar cerca, dije un "Aquí estoy".

Me miró de pies a cabeza, sus ojos se posaron en los míos, su mirada inspeccionaba la mía; seguro dándose cuenta de lo rojizos que estaban. 

—¿Quéh..teh pasóh?-desvié la mirada de sus grandes ojos negros, que en cierta forma me incomodaban.

Debía ser cortante, no quería hacérselo más largo..No era para el bien de los Dos.

—Mamá-pronuncié con tristeza- Ella..M-Mur..-antes de terminar la frase, se abalanzó sobre mis brazos.

—Jodeh..Lo lamentoh, lo juroh; era tan bellah y noble, nunca penséh que moriríah de una manerah tan rápidah-sus brazos se enrollaron en mi cuello

—Mangel-su cabeza se hundió en mi cuello-Mangel-apreté sus caderas- Ella..puede ser que siga viva, los para-médicos dijeron que le encontraron un pulso- sentí sus húmedos labios besar mi cuello

—¿Entonceh..qué cojoneh haces aquíh?- se separó bruscamente de Mí- Deberíah estar en el Hospital, juntoh a Ellah- 

Esta vez, miré sus ojos azabaches; trate de que mi voz no saliera ronca o entrecortada, sería muy díficil..Más de lo que pensé.

Tenerlo ahí frente a Mí, una semana después de conocerlo; y tener que darle esta noticia. 

—Miguel-tomé sus manos-Yo..-mis ojos se cristalizaron rápidamente

Me dolía y me dolería también ver su expresión.

Lo abracé nuevamente, grabándome su perfume, sintiendo su calor y miré su rostro.

—¿Túh? Hombreh, déjateh de gilipolleces y dime de una buenah vez lo que debes decirme..-se cruzó de brazos- Tu madreh está agonizandoh en un Hospital, y Túh aquíh conversando conmigo, en veh de estar con Ellah- cerré los ojos

Mi garganta quemaba, mis ojos me ardían y no quería hablar, no quería decírselo.

—Terminamos, Miguel-solté, sintiendo como el aire volvía a mis pulmones y las lágrimas empapaban mis mejillas.

Dolía pero, era por Ella; sólo por Ella.


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