Pasaron tres días y no volvió a ver a su tío. Le preocupaba un poco que él hubiese venido a ella esa noche, la tocara íntimamente, derramara su semilla sobre su vientre y luego simplemente desapareciera. Tal vez él solo estaba cumpliendo con lo que consideraba un deber para su familia y la corona. Tal vez Daemon Targaryen no veía a su sobrina como alguien hermosa, o bella, o cualquier de esos apelativos que los caballeros pensaban de las doncellas en esas historias que tanto leía de niña.
No es que deseara ser una damisela en apuros, al menos, no lo había deseado hasta que se sugirió que Daemon debía acostarse con ella. Nunca antes había anhelado los brazos fuertes de un hombre alrededor de su cuerpo, nunca antes había ansiado el toque caliente de un hombre con su cosa. Toda su feroz independencia se desvaneció en una sutil súplica que surgía ante la mera mención del nombre de su tío.
Era frustrante, enloquecedor incluso de una manera que no podía explicar, ni siquiera a ella misma. No estaba enamorada de su tío, se decía a sí misma una y otra vez. Mientras paseaba por los jardines, leyendo en el Bosque de los Dioses con un cuchillo en la palma de su mano. No estaba enamorada... pero sí sentía una fuerte atracción, en cierto modo. Que los Siete la ayudaran, era algo agonizante encapricharse con alguien tan mayor a ella en años, aunque él estuviese en una posición inferior. Ella podría ordenarle lo que fuera, suponía. Que la follara tan desesperadamente como ella quería que hiciera. Pero no lo haría. Porque ella quería más que nada que él le diera órdenes. Ser su 'pequeña princesa' así como cuando él presionaba sus dedos entre sus muslos obligándola a correrse.
Ella podría llevar a otro a su cama, para fingir que era Daemon quien estaba sobre ella. Ser Criston Cole siempre estaba a su lado, era joven, guapo, lo haría bastante bien, supuso... pero él no era Daemon. Y ella estaba cerca, tan cerca de conseguir acostarse con él que la idea de sustituirlo era más que nada insignificante.
Fue durante la tercera noche de su enloquecedora fiebre alimentada por la lujuria que él apareció una vez más, llegando como invitado para cenar junto a Viserys en la Fortaleza Roja.
El Rey inmediatamente envió a sus guardias a esperar fuera de la recámara donde se encontraban comiendo, agitando su mano carcomida por la enfermedad hacia ellos.
Daemon asintió en forma de agradecimiento a su hermano y luego hacia Rhaenyra mientras se sentaba en el lugar más cercano a la Princesa, ante un plato vacío y una fuente adornada con un cerdo carnoso y vegetales confitados. Vestía ropas finas negras y rojas que servían para acentuar su ondulante cabello plateado y el suave lila de sus ojos.
Rhaenyra lo miró abiertamente con disgusto, al igual que el Rey.
— Hermano. — Comenzó Viserys, dejando el tenedor junto a su plato. — Al parecer, debemos discutir nuevamente sobre la profecía. —
— Siempre tan serio. — Daemon cortó una abundante porción del cerdo para él y apiló algunas verduras en su plato. — ¿Por qué no me preguntas por mi bienestar antes de seguir con esa tontería del apareamiento? Ni siquiera un 'hola, querido hermano, ¿te ha ido bien?' Viene de su Alteza Real. —
Bajó la voz para imitar a la del Rey, y el rostro de Viserys se enrojeció ante la burla cuando Daemon se llevó un tenedor lleno de comida a sus labios. Rhaenyra estaba atónita ante la mofa sobre toda la situación; solo tres noches atrás él le había mostrado su polla y ahora se refería al complicado escenario como la 'tontería del apareamiento'.
Ella tomó un largo sorbo de su vino, endulzado con miel. Lo necesitaba para resistir.
Él estaba sentado lo suficientemente cerca de ella como para patearlo por debajo de la mesa si así lo quisiese. Por suerte para él, no quería hacerlo... aún.

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Danza de Dragón
FanfictionCuando Syrax y Caraxes ponen un huevo juntos, presagia malos augurios para la Casa Targaryen, a menos que sus jinetes puedan simular con éxito su baile. "Syrax ha puesto un huevo, engendrado por Caraxes, el Guiverno Sangriento. Es un presagio de los...