Ella soñó con una montaña de fuego. Su pico era alto y profunda era la caldera que chapoteaba lava y roca fundida. El interior de la gran cumbre se agitaba, burbujeaba y escupía gas nocivo en el aire ahogado por el humo.
Sentada sobre la poderosa espalda de Syrax, la Princesa Rhaenyra Targaryen rodeó el alto borde del volcán. Debajo podía ver a Valyria ardiendo, pero ella permanecía arriba de todo el caos, los gritos, los sollozos ahogados de los quemados y condenados. En sus manos portaba un huevo; violeta escamado y brillante con motas de plata incrustadas en su superficie.
Estaba terriblemente caliente, pero no podía dejarlo ir sin importar lo mucho que le quemara las palmas de las manos.
¿Qué es esto? Quería llorar, pero no tenía voz, todo lo que podía hacer era observar como la Antigua Valyria se partía y ardía mientras un mar de piedra fundida se desbordaba desde la poderosa montaña.
Syrax la llevó más y más alto, rodeando la boca del volcán. El humo era lo suficientemente denso como para formar una costra dentro de su boca y garganta y, sin embargo, aún podía respirar. Era como si el hollín fortaleciera a la Princesa, volviéndola más despierta, más consciente, más viva.
Valyria ardía y se sofocaba, pero Rhaenyra respiraba el fuego como si fuese aire.
Luego, el dragón soltó un rugido triunfal y abrió sus alas, y entonces, las cerró contra sus costados. El huevo no se sacudió, ni saltó producto de los movimientos, como si estuviera soldado a la palma de sus manos. Como una flecha apuntando hacia abajo en la caldera, Syrax cayó, y Rhaenyra con ella, descendieron y descendieron en espiral y la Princesa nunca se había sentido más libre que en esa mortal inmersión.
Golpearon la superficie de la lava y una columna de rojo y blanco fundido surgió a su alrededor, estaban envueltas en un calor abrasador. Pero la Princesa no se quemó, y cuando el huevo tocó la lava empezó a temblar y resquebrajarse; las escamas lilas del cascarón comenzaron a romperse cuando una diminuta cabeza de dragón emergió del interior, avivada por el calor. Graznó suavemente cuando Rhaenyra se paró dentro de la roca fundida, acunando a la criatura contra su pecho. Tenía escamas plateadas y ojos del lila más profundo.
El fuego no podía matar a un dragón.
Lo que fuera que estaba por venir, la Princesa lo soportaría.
Se despertó en un charco de sudor, aun sintiendo el calor de las llamas sobre su piel. Su cabello estaba pegado a su cuello, y sus palmas aún quemaban por la temperatura del huevo. Tragando con dificultad, la Princesa se cubrió la cintura con la mano a través de su fino camisón, interpretando que el sueño significaba dos cosas.
Solo habían pasado unas pocas noches desde la salida con su tío, pero estaba segura, podía sentirlo en su sangre; sin duda estaba esperando un niño. Eso era lo que había representado el huevo y la cría. ¿En cuánto al resto? El significado era menos claro, pero sospechaba que había una agitación desconocida en el horizonte. Algo que debía sobrellevar. Un gran incendio al que solo un dragón podría sobrevivir.
Y Rhaenyra no era nada más que un dragón.
Emocionada y ansiosa por la perspectiva de un embarazo, saltó debajo de su cobertor y corrió a su balcón, mirando hacia afuera, hacia las torres de la Fortaleza donde su tío tenía las habitaciones que ocupada durante su estadía. Quería contarle su sueño, explicarle cuál debía haber sido su significado. Pero parecía que él aún no había despertado.
¿Ella era una Soñadora, ahora? ¿Al igual que su antepasada Daenys cuando predijo la caída de la Vieja Valyria? Todo fue tan emocionante que casi salió corriendo de sus aposentos sin vestirse.
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Danza de Dragón
FanficCuando Syrax y Caraxes ponen un huevo juntos, presagia malos augurios para la Casa Targaryen, a menos que sus jinetes puedan simular con éxito su baile. "Syrax ha puesto un huevo, engendrado por Caraxes, el Guiverno Sangriento. Es un presagio de los...