6 meses
Una luna después de que los cuervos se fueran, la Princesa Rhaenyra estaba muy complacida con la respuesta que recibieron del reino en general. Muchos lores y damas se habían ofrecido a enviar a sus propios y experimentados Maestres y Septas para asistirla durante el parto real. El número de jóvenes nobles ofrecidas como damas de honor se había triplicado.
Alas oscuras, palabras oscuras, podrían haberle dicho algunos una vez. Pero muchos de los pájaros que llegaban traían consigo anuncios de regalos que viajaban de todas las partes del reino, tanto en honor a su matrimonio como en felicitaciones por su primogénito.
Inicialmente, las respuestas habían sido lentas, y a Daemon le preocupaba que la legitimidad de su reclamo pudiese estar en duda, pero entonces fue cuando el cuervo real llegó a su colonia, habiendo tomado vuelo desde la propia Fortaleza Roja, junto a un sinfín de otras aves enviadas a todos los rincones de los Siete Reinos.
Rhaenyra no sabía lo que decían las misivas que no llegaron a Rocadragón, pero el pergamino dirigido a su nombre fue escrito por la propia mano de su padre, el Rey Viserys.
Leyó:
"Queridísima Rhaenyra, lamento esta dolorosa ruptura que ha crecido entre nosotros desde tu compromiso con Laenor Velaryon. Y lamento que las palabras de mi señora esposa llegaran a Rocadragón sin mi consentimiento, que seguramente fue lo que te asustó para anunciar tu matrimonio y embarazo ante el reino.
Sigues siendo mi única heredera, todos los rumores y calumnias serán condenados. Eres mi hija, la única niña con mi querida Aemma. No te abandonaré, ni desampararé a tu hijo. Les doy la bienvenida a ti y a tu señor esposo, mi querido hermano Daemon, para que visiten la Fortaleza Roja lo antes posible para poder reafirmarte como heredera ante la Corte. Aunque me imagino que tal oportunidad no se presentará hasta después de que nazca el bebé.
También hay asuntos políticos que discutir. Enviaré otro cuervo para tu señor esposo detallando nuestra situación actual con los Velaryon.
Rezaré a la madre para que tu parto sea fácil y sin problemas.
Con mucho amor, Tu Padre."
Las otras cartas debieron haber contenido notas tranquilizadores similares en cuanto a la línea de sucesión, porque ahora las compuertas de regalos y buenos deseos se habían abierto y parecía poco probable que cesaran pronto.
Rhaenyra leyó las palabras de su padre una vez más, dejando que sus dedos acariciaran el pergamino, sintiendo dónde él había deslizado la pluma mientras escribía. Extrañaba a Viserys. A pesar de todos sus muchos defectos, su padre todavía era querido para ella. Avivó su corazón que él le hubiese escrito personalmente.
Ella estaba en la cama en ese momento. Sentía demasiado calor a pesar del clima templado, con un leve dolor de espalda. Sus pechos también estaban adoloridos e hinchados, alejándose de su tamaño habitual, algo que Daemon disfrutaba bastante. Aburrida, colocó la carta en su mesita de noche, donde había estado desde que la recibió por primera vez para poder leerla en el momento que ella quisiera, y se levantó de la cama.
Llamó a una doncella y se vistió con un sencillo vestido negro Targaryen, uno de los pocos que había ajustado para que se adaptara a su cuerpo en crecimiento.
— Haz que ensillen a Syrax. — Ordenó. Hacía tiempo que no montaba, y sería bueno que el bebé conociera los cielos antes de que ella lo trajera al mundo.
— ¿Está mi lady segura de que es una buena idea? — Preguntó la doncella tímidamente mientras terminaba de abrochar los cordones en la espalda de Rhaenyra.
ESTÁS LEYENDO
Danza de Dragón
FanficCuando Syrax y Caraxes ponen un huevo juntos, presagia malos augurios para la Casa Targaryen, a menos que sus jinetes puedan simular con éxito su baile. "Syrax ha puesto un huevo, engendrado por Caraxes, el Guiverno Sangriento. Es un presagio de los...