Extra II

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•|13 de noviembre de 2035, Madrid, España|•

Lando y yo entramos primero en la habitación de Nikki, que está leyendo con los auriculares puestos. Lan se le acerca primero, dándole su beso de buenas noches característico. Ella se quita un auricular.

- Te amo, papi. Feliz cumple - le responde ella sonrientemente, abrazándole.

No me pierdo la sonrisa tonta que pone mi chico.

- Te amo más, reina mía - susurra dejando otro beso en su frente.

Me acerco yo para darle también un beso y un "buenas noches" para luego salir de su habitación cerrando la puerta. Mi hermoso marido suspira y entra en la siguiente habitación: la de Nathan. Nos reímos al ver que está dando toques con el balón de fútbol. No hay forma de que suelte esa dichosa pelota.

- A la cama, campeón - digo quitándole el balón.

- Pero mami...

- Hazle caso a mamá, Nate - le corta Lando, dándole un beso en la cabeza y cogiéndolo en brazos para luego soltarlo en la cama. Él se mete entre las sábanas y luego nos hace un adorable puchero, así que no podemos evitar besar su mejilla y arroparlo debidamente. - Buenas noches, cielo.

- Buenas noches cariño - digo yo por mi parte, y él balbucea cansado alguna respuesta que no alcanzo a escuchar.

De nuevo, salimos, apagamos la luz y cerramos la puerta. Por último, entramos al fin en la habitación de Lucas, que está acostado ya, con la tele encendida. Sonrío al ver que Milo está acostado a sus pies, ocupando gran parte de la cama.

- ¿Qué hemos dicho sobre que el perro esté en la cama? - Le riño suavemente.

- Me ayuda a dormir - replica poniéndome ojitos.

- No pasará nada por hoy - decide Lando besando su frente y arropándolo mejor.

Me acerco a acariciar a Milo mientras Lan le susurra algo que le hace sonreír.

- Buenas noches, papi y mami - dice en respuesta, y yo no me resisto y le doy un besito en la nariz.

- Buenas noches, Luquitas. Te amamos - susurro mientras cierra sus ojitos y se gira en la cama.

Miro a Lando, que sonríe con los ojos brillantes. Tomo su mano y le hago seguirme fuera del cuarto, apagando la luz y dejando la puerta encajada por si Milo quiere salir. Cuando quedamos a solas en el pasillo, él me abraza con fuerza, hundiendo el rostro en el hueco de mi cuello.

- Muchas gracias por todo lo de hoy, Princesa. Habéis hecho de mi cumple el mejor día de mi vida - susurra con voz temblorosa.

- ¿Vas a llorar? - Me burlo, y él me sonríe, besándome sin previo aviso. Una calidez que reconozco bien se instala en mi bajo vientre al sentir esos labios que tantos años llevan besándome con la misma intensidad y pasión. - Te hemos dado el día que mereces, Flash... Porque te amamos, y sabemos que tú a nosotros también - explico contra sus labios.

- ¿Qué haría sin vosotros...?

- No lo sé, pero mejor que nunca lo tengas que averiguar - respondo acariciando sus mejillas.

Me pincho los dedos con la barbita de un par de días que tiene y sonrío al recordar el día que lo conocí. Estaba hermosísimo. Sin camiseta, para mi suerte. Con sus rizos desordenados y sus ojos brillantes denotando juventud. Y si me paro a pensarlo, no veo tan abismal la diferencia entre aquel crío y este hombre. Sigue siendo Lando. Mi Lando. Mi chico. Mi Flash. El amor de mi vida. El padre de mis hijos. La persona que me salvó la vida y que de vez en cuando lo sigue haciendo. Sólo puede decirse que le ha salido bello facial y púbico y que ha madurado un pelín, por lo demás, sigue siendo el de siempre. Sigue siendo la maravillosa y talentosa persona de la que me enamoré.

¡Buenos Días, Princesa! #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora