•|15 de agosto de 2035, Málaga, España|•
Nikki
- ¡Moved el culo todos! No os podéis pasar todas las vacaciones durmiendo - nos riñe papá.
- En realidad, sí que podemos - replico yo, tapándome la cabeza con la almohada.
- Eres condenadamente igual que tu madre - gruñe agarrándome por las piernas y arrastrándome fuera de la cama.
- ¡PAPÁ! - Chillo pataleando, pero no se da por vencido hasta que caigo al suelo.
- Vosotros dos arriba si no queréis correr la misma suerte - amenaza señalando a mis hermanos pequeños, para luego salir de la habitación de nuestro apartamento de vacaciones.
Nathan, que duerme arriba en la litera, baja de un salto (sorprendentemente no se rompe ningún hueso) y Lucas se frota sus ojitos y se despereza con calma.
- Ja, pringada - se burla Nathan sacándome la lengua y corriendo hacia el baño.
- ¡Mamá, papá, Nathan va a encerrarse en el baño otra vez! - Grito levantándome del suelo y corriendo tras mi hermano.
Llego justo cuando el mocoso de pelo castaño echa el pestillo y gruño de frustración. Con los puños apretados voy hasta la cocina, y tengo la mala suerte de encontrarme a mis padres muy acaramelados; mi padre tiene a mi madre acorralada entre su cuerpo y la encimera mientras se besan. Que alguien me saque los ojos.
- Creo que voy a vomitar - bufo yendo a la nevera para coger el bote de leche.
Escucho la risa de mis padres y veo de reojo cómo se separan. Se quieren mucho y a mí me alegra eso un montón, pero si van a traer a otro Norris Sainz al mundo no quiero estar presente.
Agarro un vaso y cuando voy a echar la leche en el vaso, no cae nada. Está vacío.
- ¿Alguien me puede explicar por qué había un bote de leche VACÍO en la nevera? - Digo enfadada.
A veces, odio a mi familia.
- Perdón, fui yo - dice Lucas con su característico tono dulce mientras entra en la cocina y se sienta en el taburete que hay frente a la isla de la cocina.
Lo odio. Es imposible enfadarse con él. Es el ser humano más tierno y encantador del universo.
- La próxima mete otro bote, peque - le digo alborotando su cabello castaño claro y besando su cabeza.
- Si hubiese hecho eso yo, mi cabeza estaría clavada en un pica - comenta Nathan llegando a la cocina.
Por fin estamos todos. Qué gran alegría... (Véase el sarcasmo).
- Lucas es tierno y adorable, tú eres un grano en el culo - replico encogiéndome de hombros.
- Niños... ¿Qué hemos hablado? - Dice mamá acercándose a mí para besar mi cabeza y apartarme el pelo rizado de la cara.
- Que no peleemos - respondemos los tres a la vez.
- Exacto, y no lo estáis cumpliendo - dice papá besando la mejilla de mis dos hermanos pequeños.
- Yo no he hecho nada - murmura Lucas mirándose las manos con un puchero en el rostro.
Papá sonríe y le da otro beso, esta vez en la cabeza.
- Tú nunca haces nada - bufa Nathan rodando los ojos. - Deberías portarte mal de vez en cuando, así luego no me echan la culpa de todo a mí - se queja cruzándose de brazos.
- ¿Y si mejor te portas tú bien? - Propone mamá sonriéndole de forma arrogante.
Amo a mi madre. Es como el típico genio que sale en las series y que tiene un ego tan grande como una catedral, pero son tan listos que asustan. Es probablemente la mujer más fuerte que conozco.
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¡Buenos Días, Princesa! #1
FanficPaís nuevo, trabajo nuevo, casa nueva... Irme a Inglaterra para trabajar en McLaren con mi hermano fue la peor y al mismo tiempo la mejor decisión que pude haber tomado en mi vida. Si tienes un rato, te cuento mi historia... Bueno, mejor dicho, nues...