Capítulo 15

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Lucius Malfoy acababa de terminar de abotonarse la camisa cuando el sonido de la puerta principal cerrándose de golpe resonó con fuerza en el piso que compartían en Londres. Ah, sí. Era uno de esos días. A medida que los días de convivencia con Harry se convertían en semanas, Lucius empezó a conocer el patrón de su joven amante. La mayoría de los días eran normales y Harry llegaba a casa, dispuesto a todo lo que le deparara la noche. Pero había días como hoy en los que Harry llegaba a casa lleno de ira o frustración por su largo día de trabajo, y lo último que quería hacer era "jugar".

Lucius sonrió al recordar conmovedoramente los cambios de humor de su querida Narcissa. Una o dos veces al mes, Lucius entraba en su dormitorio sólo para ser lanzado contra la pared y su ropa era arrancada salvajemente de su cuerpo. Sin embargo, cuando su hijo, Draco, había empezado a estudiar en Hogwarts, Lucius era atacado casi en el momento en que llegaba a casa por la noche. Narcissa siempre estaba al mando en esos momentos y Lucius sólo tenía que recostarse y dejar que ella le quitara lo que necesitara. Los elfos domésticos se aseguraban de mantenerse lo más lejos posible de la pareja en esos días porque habían aprendido una valiosa información Nunca cruzarse con una Narcissa Malfoy cargada de hormonas.

Su joven amante, en cambio, solía responder de tres maneras diferentes cuando Harry volvía a casa del trabajo. La primera era la más obvia. Se abalanzaba sobre Lucius de la misma manera que lo había hecho su difunta esposa, con la excepción de que Harry asumía el papel de superior. Ésas eran una de las pocas veces en que las hormonas masculinas de Harry exigían un control total y Lucius lo permitía. El segundo tipo de comportamiento consistía en que Lucius violara brutalmente a Harry hasta que ambos cayeran rendidos.

Ambas eran una buena forma de desviar las frustraciones de Harry.

Pero era la tercera forma la que más le gustaba a Lucius. Después de haber pasado todo el día con el caos de las reuniones exageradas y demás, Harry sólo quería que lo abrazaran y necesitaba la seguridad de que lo querían. Lucius sabía exactamente cómo se sentía Harry y él mismo echaba de menos la ternura de las caricias suaves, así que Lucius estaba encantado de complacerle. Pero, con toda sinceridad, a Lucius no le importaba en qué dirección iban esos días en particular, lo único que le importaba era saberse reclamado. Por Harry. Es curioso lo que el amor hace a un hombre.

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Harry jadeaba con fuerza y los brazos le temblaban mientras sostenían su cuerpo contra la pared. Tenía la cabeza baja y se agitaba de lado a lado. En noches como ésta en el pasado, Harry se habría puesto su traje habitual y habría pasado la noche en aquel lugar turbio y almizclado de un club, siendo follado por cualquiera y por todos los que lo desearan. Pero ahora las cosas eran diferentes. Ahora Harry tenía a alguien que le hacía sentir completo. Ya no tenía una "perra" con la que volver a casa ni tenía el interminable mar de amantes que siempre lo dejaban, todo porque Harry quería dejar el papel de dominante y simplemente ser tomado.

Ahora estaba Lucius Malfoy.

Una de las cosas que más le gustaba a Harry de Lucius era lo flexible que era el hombre. Parecía que a Lucius no le molestaban los cambios de humor de Harry. Harry pensó que tal vez era el hecho de que Lucius llevaba tanto tiempo casado, o tal vez era porque el hombre le doblaba la edad y era definitivamente más maduro y tenía más control de sus emociones. Sin embargo, le sorprendió saber que Lucius se dejaba llevar por Harry algunos días en lugar de insistir siempre en ser el primero. Harry admiraba ese aspecto de Lucius que, fuera como fuera, Lucius siempre mantenía su compostura y su masculinidad. Ser el último no significaba que tuvieras que renunciar a tu dignidad. Esa es una lección que Harry aprendió de Lucius y que se quedaría con él para siempre.

THE KINKINESS OF HARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora