Ya sea por la forma en las que se dieron las cosas, kobeni se sentía muy extraña.
Jamás creyó que dentro de este mundo de caza demonios lograría experimentar el amor.
Y es que era evidente su desconcierto puesto que, con un trabajo como ese, no ibas en busca de una pareja.
Ella entró ahí simplemente porque era la opción más fiable que tenía, puesto que detestaba la idea de ser prostituta.
Así que se vió envuelta en un mundo totalmente peligroso en donde lo más probable es que ella muriera fácilmente.
Sus padres no lo vieron así.
Estaban más al pendiente del dinero que se podía conseguir que de su propio bienestar.
Sus hermanos eran un caso parecido.
Solo le llamaban para ver si les podía enviar dinero, y jamás preguntaron sobre si se encontraba bien o si se podían ver.
La única que parecía tener cierto interés en ella era su hermana mayor.
Solo enviarle ropa que ya no usaba, y aunque no era mucho, era algo que valoraba, puesto que parecía la única que en verdad estaba preocupada por ella.
Pero su hermana ya tenía su vida hecha, por lo que no solían platicar muy a menudo ya que cada quien estaba ocupada en sus propias cosas.
Aunque si ella le pedía algo de tiempo para verse, kobeni con gusto se lo daría, pese a que no hagan lo mismo por ella.
Es por eso que este tipo de situación a lo largo de los años, la llevaron a adquirir una actitud tímida e Introvertida al no saber muy bien como desenvolver con los demás.
Siempre surgía este pequeño pavor de pensar que ella molestaria a los demás si les hablaba, por eso esperaba que los demás tomaran la iniciativa de las pláticas y ella se limitaba a comentar.
Así transcurría los días en su vida, llevándola a sufrir una depresión que con el tiempo se fue enmarcando a tal punto que ella pensaba continuamente en suicidarse.
Pero de repente, ella se vió en vuelta en las locuras de un chico sumamente peculiar el cual la sacó de esa monotonía pesada.
En lugar de sentir tristeza y miedo, empezó a sentir intriga y nerviosismo por las alocadas ideas de su compañero.
Ese miedo que sentía por pensar que podía morir en cualquier momento, se vio reducido por la sensación de Seguridad que ese chico extraño le brindaba.
Y esa depresión que vivía con ella, se fue transformando poco a poco en un deseo profundo por querer sonreír, incluso cuando la situación no lo ameritaba.
Denji, su mejor amigo y compañero de aventura se volvió en su primer y único amigo hasta la fecha.
Platicaba siempre con el, incluso cuando sentía que podía llegarlo a molestar, ella tomaba la palabra primero con el, a lo cual el era el que se limitaba a comentar puras tonterias que al final, conseguía sacarle una ligera sonrisa.
Su mente enigmática conseguía que ella se distrayera por querer saber que era en lo que estaba pensando.
Ya no pasaba por su mente la idea de suicidarse, más bien, la idea de saber cuál sería la locura nueva de su amigo recorría en su cabeza.
Incluso, antes de iniciar con su día, se preparaba mentalmente para soportar los constantes halagos de su amigo, quien no escatimaba en no absoluto con lo que le decía.
Eran muchas cosas que el le decía diario, pero si destacaba una cosa en concreto era lo mucho que le decía que la quería.
Siempre estaba ese comentario, independientemente de la actividad o situación en la que se encuentren, el le decía siempre que la quería.